Borrar
Aitana Sánchez-Gijón, junto a María Isabel Díaz Lago, ayer en el Cervantes. Germán Pozo
El portazo al patriarcado de Aitana Sánchez-Gijón

El portazo al patriarcado de Aitana Sánchez-Gijón

'La vuelta de Nora' empodera en el Cervantes a la mujer con un mensaje alto y claro: queda mucho por hacer por la igualdad

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Viernes, 1 de febrero 2019, 00:29

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En la ficción, han pasado quince años desde que Nora dio un portazo a una vida asfixiante que no le permitía realizarse como mujer: era, simplemente, 'esposa de'. En la realidad, han transcurrido 150 desde que Ibsen escribió 'Casa de muñecas'. Pero en 'La vuelta de Nora', la secuela firmada por Lucas Hnath y dirigida por Andrés Lima, queda patente que ni un siglo es suficiente para cambiar una sociedad desigual desde las bases, donde la mujer que rompe con las convenciones se enfrenta con dureza al juicio de los demás y de una misma. Aitana Sánchez-Gijón da su particular portazo al patriarcado en esta obra, el empoderamiento de la mujer hecho teatro, que ayer se representó en el Cervantes. Enfrente, un público mayoritariamente femenino que la despidió en pie mientras de fondo sonaba 'Woman's world'.

En 'La vuelta de Nora', la mujer que dejó su casa y a sus hijos en el texto de finales del XIX vuelve para resolver un asunto pendiente que le impide continuar con su vida. Ahora es una autora de éxito que escribe libros feministas para animar a otras mujeres a seguir su propia voz,pero un detalle de su pasado amenaza con hacer saltar todo por los aires. Aunque buena parte del problema es una cuestión ya superada en las sociedades occidentales (entonces solo los hombres podían solicitar el divorcio sin dar explicaciones), el trasfondo de lo que cuenta es actual. Por eso, la puesta en escena es contemporánea y esa casa a la que regresa Nora remite a nuestro siglo.

El texto aboga por un amor sin sometimiento ni ataduras, por una sociedad que no juzgue a quien vive su sexualidad sin tabúes, por una madre que no tenga que renunciar a sus hijos para desarrollarse como mujer y como profesional... Nora lo hizo y en esta secuela se enfrenta a la culpa, la vergüenza y el dolor por el abandono. La joven Elena Rivera ('Cuéntame') hace un gran trabajo en la piel de la hija de Nora, un espejo que le devuelve la imagen de lo que ella era dos décadas atrás. Rivera se muestra decidida y segura, defendiendo su personaje con convicción. Tiene una buena maestra a su lado:Aitana Sánchez-Gijón, siempre en su lugar, contenida, arrebatada o desgarrada según el momento, con una presencia que llena el escenario. Le da la réplica un buen Roberto Enríquez –con un papel que evoluciona del desconcierto, al enfado para acabar en la resignación–, mientras que el contrapunto tierno y a veces cómico lo pone María Isabel Díaz Lago como la niñera. Tanto con ella como la hija están presentes en la escena prácticamente en todo momento aunque no actúen, contemplando la acción desde fuera, como un recordatorio de esa carga de conciencia que Nora arrastra por no criar a sus hijos. La dirección de Andrés Lima aporta gestos simbólicos: como esas ventanas que se abren cuando llega la hora de la verdad entre los dos protagonistas, cara a cara, y se airean los sentimientos.

'La vuelta de Nora' lanza un mensaje alto y claro, sin ambages, en plena revolución femenina. Para ello quizás caiga en generalizaciones –que siempre son injustas–, pero es la forma más directa de reflejar una realidad: es cierto que se ha avanzado en la igualdad de la mujer, es un hecho que se han conquistado derechos inimaginables en el siglo XIX, pero aún queda mucho camino por recorrer.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios