Ver 19 fotos
Picasso, por la puerta grande de La Malagueta
El pintor protagoniza una muestra en el centro cultural de la plaza que exhibe su perfil más taurino y personal a través de las fotos del irlandés Edward Quinn
Viernes, 24 de febrero 2023, 14:24
Nada más entrar te mira directamente a los ojos desde una foto gigantesca de tres por tres metros de un tendido. Entre los aficionados se ... identifica al cineasta Jean Cocteau y a Jacqueline Roque aplaudiendo y, sobre todo, a un Pablo Picasso puesto en pie que parece un emperador rodeado de su corte. Con un capote en la mano, cigarro entre los dedos y mirando al albero. Como diciendo, «me tiro». Una imagen espectacular que resume una exposición que muestra al pintor malagueño más privado, personal y fiestero. El que se reencontró con los toros en la Costa Azul después de descubrirlos y pintarlos por primera vez en la plaza de toros de Málaga cuando era solo un niño. Una extensa muestra de 142 instantáneas firmadas por el fotógrafo irlandés Edward Quinn e inédita en España, que tenía que verse por primera vez en el Centro Cultural La Malagueta situado en los bajos del coso, donde nació una de las aficiones indispensables para entender la vida y la pintura del autor del 'Guernica'.
«La exposición muestra la conexión de Picasso con los toros y es una forma de volver a casa», ha asegurado este viernes Wolfgang Frei, sobrino del fotógrafo y director del Archivo Quinn, que ha apuntalado esa idea de reencuentro del malagueño con sus raíces en la inauguración de la muestra 'Picasso y los años dorados de la Costa Azul', que se exhibirá hasta finales de junio. El montaje presenta a un Pablo divertido, que se planta en la cara la máscara de un toro que le ha regalado su amigo y matador Luis Miguel Dominguín; que posa con el cartel que pintó en 1954 para una corrida en Vallauris (Francia) y que recuerdan aquellas siluetas infantiles que dibujó en La Malagueta; que se concentra para crear uno de sus famosos minotauros; que lleva a una corrida a Claude, a Maya y a Paloma, que no puede evitar su cara de sorpresa en un lace taurino, o que saca su cara de payaso con montera, capote y cigarro en los labios en la comida previa a una tarde de toros.
«El artista guardaba en su corazón el Mediterráneo y nunca dejó de soñar con sus orígenes, como se puede ver esta exposición»
Cristina Carrillo de Albornoz
Comisaria de 'Picasso y los años dorados de la Costa Azul'
Esa naturalidad, casi de álbum familiar, es uno de los grandes valores de esta exposición que, como ha explicado la comisaria Cristina Carrillo de Albornoz, exhibe momentos íntimos que, habitualmente, no dejaba traspasar a los fotógrafos que llamaban a su puerta. «Picasso era un hombre con esa alegría de vivir de la que habla la muestra que fue buscando ese soleado sur que encontró en la Costa Azul», ha señalado la responsable de la exhibición, que no duda en enlazar su vida allí con sus orígenes: «El artista guardaba en su corazón el Mediterráneo y nunca dejó de soñar con sus orígenes, como se puede ver esta exposición». Con algunas imágenes muy gráficas en la que rebosaba su españolidad, como las taurinas, las playeras junto a su familia o las juergas andaluzas con sombrero cordobés y guitarra aunque no supiera tocar.
El fotógrafo que se hizo amigo de Picasso
Una celebración de la amistad y la familia en la que se puede observar también los cambios en la vida del malagueño, desde las imágenes íntimas con Francois Gilot, la única mujer que lo abandonó, a la devoción que sentía por el pintor la que fue su última mujer, Jacqueline Roque. La habilidad de Quinn fue la cercanía al propio Picasso al instalarse también en la Costa Azul y ganarse la confianza del gran icono del arte del siglo XX que lo convirtió en su fotógrafo de cámara, acompañándole las dos últimas décadas de su vida, desde 1951 a 1972, la última visita que le hizo antes de la muerte del artista. «Su secreto fue no molestarle, siempre fue una presencia discreta, que no hacía posar a Picasso, sino que Quinn siempre buscaba la foto espontánea», cuenta el sobrino del fotoperiodista, que nunca usaba flash, sino la luz natural, lo que hace que algunas imágenes tengan grano o estén incluso movidas.
«El pintor y mi tío acabaron teniendo una relación de amistad, lo que explica estas fotos tan íntimas, simpáticas y divertidas», cuenta Wolfgang Frei, a lo que la comisaria añade que ese reflejo del espíritu del artista fue también de la propia época, ya que el mundo salió de la II Guerra Mundial «con ganas de disfrutar y encontró en la Costa Azul ese lugar para la alegría de vivir». Así, la exposición ha seleccionado también varias decenas de fotos de las 40.000 disponibles en la Fundación Edward Quinn, en las que se muestra el mundo que rodeaba a Picasso y en las que se observan desde pintores como Matisse, Dalí, Miró o Giacometti a todo un recorrido mitómano por estrellas de cine, como Audrey Hepburn, Cary Grant, Sofia Loren, Jane Fonda, Burt Lancaster, Liz Taylor, Marlon Brando y Grace Kelly que pasaron por el Festival de Cannes, donde también se retrató el propio pintor malagueño en el estreno de la película 'El Misterio Picasso' (1956), que dirigió H. G. Clouzot.
«Su secreto fue no molestarle, siempre fue una presencia discreta, que no hacía posar a Picasso, sino que Edward Quinn siempre buscaba la foto espontánea»,
Wolfgang Frei
Sobrino del fotógrafo y director del Archivo Quinn
Esta exposición marcada por el magnetismo y el carisma del pintor de 'Las señoritas de Avignon' coincidirá el próximo mes de abril con la celebración del 50 aniversario de la muerte de Picasso, una efeméride mundial a la que se une la Diputación de Málaga y el Centro Cultural La Malagueta con este montaje y la próxima celebración de la Corrida Picassiana el mismo día del fallecimiento, 8 de abril, como ha dicho el presidente de la institución provincial, Francisco Salado, en la presentación de la muestra. El final del artista también está presente en la exhibición con una de la pocas imágenes en color del recorrido que señala el lugar en el que está enterrado el malagueño con la escultura 'La femme au vase' a modo de lápida en el jardín de su castillo de Vauvenargues. Un lugar florido para un hombre que, como muestran las fotos de Quinn, lidió con la vida y se puso el mundo por montera para salir por la puerta grande.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión