Palabras a flor de piel

Como declarado 'groupie' de la RAE desde hace mil, hasta un doble volumen de su magna obra llegué a pedirle a los Reyes, no hallo más que alegría al reconocimiento tardío de términos o significados televisivos tan míos como 'unidad móvil', 'temporada' o 'espóiler', aunque la grafía de éste, así castellanizada, me haga salir de mi 'zona de confort' académica tan llena de anglicismos. Porque en la puesta al día de nuestro glosario de referencia siempre hay opiniones del vulgo que bailan según las experiencias personales de cada quisque. Que la RAE introduce ahora 'centro de salud': pues dadas las sufridas colas mañaneras para mendigar una cita seguro que pensamos que demasiado han tardado. Que 'teletrabajar' se incorpora al mismo tiempo que 'full contact' o 'capoeira', pues por lógica lo asociamos, ah, a ese campo semántico compartido de tareas marciales que ponen a prueba nuestro control también en lo 'sociolaboral', otra añadidura.

Por mi parte les confieso que sigo sin aceptar eso de 'barista', término de moda ya presente hasta en la leche, y no será por falta de afición cafetera. Y sobre lo de qué palabra representaría mejor a 2024, aquí la 'macroencuesta' también irá por barrios y por el regusto de cada cual, como el café. En Valencia aventuro que marcarían la 'dana', en Huelin o en el Centro lo mismo optan por 'turistificación', mientras que Lalachus y yo quizá nos decantemos más por 'gordofobia', dicho sea con afán 'humanizador' y sin ninguna gana de que me caiga un 'chorreo'.