La OFM abre su temporada con un concierto lírico
La velada tuvo como solistas a Ainhoa Arteta y José Bros, junto con el Coro de Ópera de Málaga
Francisco Martínez
Viernes, 10 de octubre 2025, 12:29
El primer programa de abono de nuestra Filarmónica trajo ayer a las tablas del Cervantes una propuesta enormemente popular, trazada con mimo y ejecutada con ... brillantez por cuantos agentes participaron en la gala. La primera parte estuvo dedicada a fragmentos escogidos de ópera italiana (Verdi y Puccini, con alguna cata en el repertorio verista). La segunda se rindió a la zarzuela. Como estrellas invitadas del concierto, dos grandes figuras nacionales de la lírica: Ainhoa Arteta y José Bros, que se conjuntaron con la solvencia que da un oficio profundamente aquilatado.
Aunque la soprano guipuzcoana (de Tolosa) Ainhoa Arteta no esté tal vez en su mejor momento de forma, su innegable técnica vocal, la calidez cromática de su voz –especialmente en los registros medio y grave– y la vis dramática de su presencia en escena bastaron para encandilar al público en los puccinianos 'Sola, perduta, abbandonata' («Manon Lescaut») o en 'Vissi d'arte' («Tosca»), así como en el dúo 'Già nella notte densa' (del «Otello» de Verdi). En la parte española del programa resolvió con innegable garbo sus dos romanzas: 'No corté más que una rosa' («La del manojo de rosas» de Sorozábal) y 'De España vengo' (de «El niño judío» de Pablo Luna). Allí donde lo arriscado del envite podía suponer una amenaza, Arteta consiguió salir siempre airosa.
El tenor barcelonés José Bros estuvo muy seguro desde su inicial 'Donna non vidi mai' del «Manon Lescaut», pasando por el muy exigente 'Tutto parea sorridere' (de «Il corsaro» de Verdi) o el dúo del «Otello» que mentábamos arriba. En la vertiente zarzuelística se creció aún más, y su 'Bella enamorada' (de «El último romántico» de Soutullo y Vert), el 'No puede ser' de «La tabernera del puerto» de Sorozábal y el dúo 'Caballero del alto plumero' («Luisa Fernanda») dieron testimonio cabal de una voz pujante, con un 'fiato' robusto y de un gusto exquisito para la escansión musical de unos textos que perfila majestuosamente.
Al muy atento servicio de las voces estuvo la dirección de José María Moreno, efectiva y clara, que logró salvar los escollos de una música a veces muy demandante para la orquesta (así los dos intermedios sinfónicos de «Le Villi» o el preludio de «El tambor de granaderos»), sorteando con eficacia los peligros –alguno hubo– de zozobra. A destacar los roles solistas de Tilman Mahrenholz (violonchelo) y Esperanza Martín (arpa).
El magnífico Coro de Ópera de Málaga, dirigido por Pablo Guzmán, fue sin duda otra estrella de la noche: equilibrado en las voces, compacto en los ataques, rico en el espectro de los matices, restallante o íntimo, dúctil siempre a la batuta.
Así las cosas, el entusiasmo del respetable mereció nada menos que tres bises: 'Torero quiero ser' (de «El gato montés» de Penella) más los verdianos 'Va pensiero' («Nabucco») y 'Libiamo ne'lieti calici' («La traviata»).
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