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El actor Asier Etxeandía, en una escena de la película 'Dolor y gloria', dirigida por Pedro Almodóvar. r. C.
«Soy nostálgico porque he tenido una vida acojonante»
Asier Etxeandia | Actor y cantante

«Soy nostálgico porque he tenido una vida acojonante»

Reconoce estar cabreado, enfadado, extrañado e incómodo ante la violencia en las calles, pero también que la gira con su proyecto musical Mastodonte le sana el alma

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Domingo, 15 de agosto 2021, 00:04

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Si ve un abismo, se asoma. Es Asier Etxeandia (Bilbao, 1975) un volcán-huracán-tsunami emocional e interpretativo. Camina y tras de sí deja alborotadas las copas de los árboles. Disfrutando de sus trabajos, como actor de teatro, cine o televisión, o como cantante liderando junto a Enrico Barbaro el proyecto musical Mastodonte -con el que ahora está de gira haciendo saltar chispas con el concierto 'Simplemente perfecto'-, es como si los inviernos fuesen menos áridos y el verano se dedicase a seducirnos. Se le puede ver en 'Sky rojo' (Netflix), la serie «más polémica del momento», y en los escenarios protagonizando una fiesta por todo lo alto donde el rock, la electrónica, lo íntimo y descarnado, el barroco, el funk, el puro misterio y la música 'dance' se confabulan para adentrar al público en una celebración difícil de olvidar.

-«Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí», nos contó Augusto Monterroso. ¿Cómo se ha despertado usted hoy?

-Estoy un poco jodido, cabreado, enfadado. La pandemia nos está destrozando; el confinamiento y el que se suspendiesen todos los conciertos, que a mí me da mucha vida, me han hecho envejecer emocionalmente. Yo me siento un poco perdido si no estoy cantando o actuando, si no estoy entregándome en un escenario, si no me estoy dejando la piel intentando emocionar, alegrar, excitar al público. Es haciéndolo cuando me siento útil, cuando entiendo mucho mejor el mundo y me entiendo mejor yo. Lo importante no es quién eres, sino lo que haces. Si no generas cosas, la vida no tiene mucho sentido. Y ahora, además, todo esto. ¿Cómo no estar jodido, cómo no tener una sensación muy extraña?

-«Todo esto», dice.

-Toda esta puta violencia que nos golpea, sumada a todo el sufrimiento que la pandemia ha causado a tantísima gente, y a los miles de muertos...; la violencia de los salvajes que no respetan nada, la irresponsabilidad de muchos, tanto egoísmo, la falta de respeto hacia el otro que no piensa como tú o no folla como tú o no cree en lo que tú; la mala política, la falta de cultura, los ignorantes que presumen de serlo, el odio al que se le está dando aire, los comportamientos fascistas que vemos, los mensajes fascistas que escuchamos, el tener miedo, el vivir acojonados...

-¿Lo tiene usted?

-Yo tengo miedo como todo el mundo: a la enfermedad, a que se mueran personas a las que quiero, a no tener trabajo; miedo a que a través de todas estas restricciones que ha traído la pandemia, y que muchas me parecen lógicas y las acato, el poder se quiera aprovechar para tenernos cogidos de los huevos, asustados.

-Habla de comportamientos y mensajes fascistas...

-...que no están siendo una anécdota, que están acojonando a mucha gente que se siente amenazada. Mire el caso de Samuel [el joven Samuel Luiz, asesinado en A Coruña], al que mataron a hostias y al grito de ¡maricón! Y, todavía, la sociedad no lo quiere ver: hay gente muy acojonada por no poder ser como es. Estuve muy mal, he tenido broncas a costa de esto: «Pero ¿no os estáis dando cuenta? Toda la mierda que nos hemos tragado, es que ya está bien, es que ahora lo que vais a encontrar es a un montón de maricones rabiosos, hartos ya...; es que no me puedo creer lo que está pasando, y están consiguiendo que pienses: me los encuentro y me lanzo a por ellos'. Es que a veces te ponen al borde del 'sí a la violencia'. Y luego, a tocarle los huevos también a los inmigrantes: a ver, ¿qué harías tú si no tuvieses ni para comer en tu país, o te estuviesen jodiendo la vida o matando a tu familia? Te vas como sea a buscarte la vida donde sea. ¿De verdad no vamos a entender eso?

Perdonar sin juzgar

-¿En qué sigue creyendo?

-Creo más que nunca en el poder de la cultura, en sus beneficios para la convivencia, en lo necesaria que es. La cultura te abre la mente, te hace conocer muchas vidas, situaciones y planteamientos muy distintos a los tuyos y eso te hace ser más empático, menos prejuicioso, más solidario con el otro porque terminas entendiendo que el otro es como tú, que todos necesitamos que nos quieran, que nos hagan caso, que todos tenemos sueños, que a todos nos duele la traición, que estamos mejor con amigos, que nos sentimos mal solos, que todos podemos ser útiles. Yo lo que quiero conseguir con el trabajo que hago, sobre todo con la música, con las letras de las canciones, con la forma de plantarme en escena, es que la gente se divierta, se quiera más a sí misma y que sienta que bailando uno se exorciza. Que sienta que escuchando el bajo bien fuerte, que te rebota en las pelotas cuando lo escuchas, sientes que te sube todo el ánimo. Ese tipo de cosas hacen, para mí, que crezca la empatía y el querer al otro, al que reconoces porque nos pasa a todos lo mismo. Por eso confío tanto en el poder del teatro, de la música, del cine, de la cultura, de un buen libro, de una buena película...

-Por no hablar de la urgencia climática que también nos cerca.

-Vamos a conseguir cargarnos el planeta, sí; pero creo que, como pasa con otras tantas cosas negativas, sucede por falta de conocimiento y por no ponerse en la piel del otro. Bueno, yo tampoco me libro, yo soy el primero que hasta hace muy poco no reciclaba porque no sabía lo necesario que es hacerlo, y no era consciente de hasta qué punto es preocupante la situación, porque no somos conscientes de muchísimas cosas. El negacionismo climático no lo puedo entender. ¿No te cabe la duda al pensar que igual sí, que igual tu comportamiento puede hacer que todo se vaya a la mierda? No somos más importantes que las demás especies; al revés, somos el puto cáncer, eso es lo que yo creo. Pero como no podemos ir en contra de nuestra propia especie...

-¿Qué opina sobre el negacionismo de la covid-19 que promociona Miguel Bosé?

-Es su opinión y cada uno es libre de pensar lo que quiera y de hacer con su vida lo que quiera, que ya me encargaré yo de llevar la mía como puedo. Yo lo que procuro siempre es hacer el menor daño posible, y sí que creo que existe una epidemia terrible. Él que piense lo que quiera, yo respeto a todo el mundo, cada uno ya verá, porque después vendrán las hostias si nos equivocamos. A mí me da igual como tú seas, aunque si eres gilipollas no te voy a querer a mi lado; si eres un imbécil y un maleducado, pues no. Pero en general a mí todo el mundo me hace gracia, todo el mundo tiene su gracia, todo el mundo es gracioso, al fin y al cabo, porque todos tenemos una buena feria encima. Lo que tiene que haber es respeto. Respeto y ya está.

-¿Logró quererse?

-A ratos, me sé querer a ratos. Yo paso de caerme estupendamente a tenerme una manía terrorífica. Además, suelo perdonar mucho más a los demás de lo que me perdono a mí mismo. No me gusta mucho juzgar, porque si juzgo demasiado a los demás, al final todo eso se vuelve en mi contra. Es que, a ver, ¿cómo lo harías tú, lo harías mejor? ¡Pues hazlo tú! Siempre lo digo: antes de señalar con el dedito a nadie, gíralo hacia ti y mírate tú. Yo tampoco soy quién para juzgar los comportamientos ajenos, a no ser que me estén tocando mucho las pelotas y que vayan a por mí, porque entonces ya saco los dientes; sobre todo, si van a por alguien a quien quiero.

-¿Políticamente se pronuncia?

-Yo me pronuncio a través del arte. No creo prácticamente en ningún partido, creo en algunos individuos que hay en la política y que me gustan; pero, en partidos, en derechas y en izquierdas... al final me parece todo terrible. Pienso que el arte en sí es político y que el verdadero cambio llega con la educación y con que tú te comportes de una manera que esté sirviendo como ejemplo a la sociedad.

Cantar a la vida

-¿Y la nostalgia?

-Intento beber mucho de las cosas que me hacen ilusión y que están por llegar, aunque también me acojonen. Pero también soy una persona muy nostálgica porque he tenido una vida acojonante, he flipado muchísimo, me lo he pasado muy bomba. Acumulo experiencias únicas y alucinantes. He amado y me han amado mucho, he conocido gente maravillosa y he sentido un poder de juventud muy bestia, un brillo muy grande. Las cosas vividas me crean mucha nostalgia, la verdad, y por eso intento que siempre haya en mi vida una especie de siguiente paso emocionante que vaya a dar a una aventura. Soy de buscar mucho el lío, los proyectos, la emoción; sobre todo con gente, porque soy muy de comunidad, muy de familia.

-¿Qué tal la experiencia de la gira con Mastodonte y 'Simplemente perfecto'.

-Ahí estamos en escena los dos, entregándonos a muerte, dando lo máximo. Ofrecemos un concierto muy emotivo, muy épico y muy intenso porque nosotros somos así. Esto de salir al escenario en vaqueros, sentarte en una silla y ponerte a cantar es algo que no entiendo [risas]. Todas las canciones que interpreto son como mis hijos, y en general el concierto es un canto a la vida, una celebración del hecho de que nos podemos amar y estar juntos, ayudarnos, motivarnos... Estamos todo el rato quejándonos de que la vida es una mierda, pero estamos vivos aquí y ahora y nos dedicamos a perder el tiempo. ¡Y flipo todo el rato porque ver tocar a Enrico es una locura!

-¿Y cuando en vez de locura busca consuelo o calma?

-Encuentro mucho consuelo en mis amigos, y me encanta volver al norte, a mi tierra: el frescor, el verde, el mar, la punki-nobleza del carácter de su gente... Necesito mi norte de vez en cuando. Y estar con buena gente. A mí me emociona mucho la gente, sobre todo la que es generosa, la que está más atenta a compartir que a recibir. Tengo la suerte de tener gente así en mi vida, y también la de contar con artistas que me inspiran: David Bowie, Nina Simone, Madonna, Silvio Rodríguez...

-Dice un verso del poeta Eloy Sánchez Rosillo: «Para escuchar el canto del jilguero vine yo al mundo». ¿Y usted?

-Yo soy el jilguero.

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