«Mi vida va en paralelo a las canciones»

El cantante acaba de publicar su nuevo trabajo, 'Sur en el valle', un disco íntimo, pequeño, diríamos, en cuanto a instrumentación, pero no simple. En el que ha sido su hogar durante los últimos 17 años, Villacarriedo, este pasiego de Ciudad Lineal, habla del proceso creativo y de lo que viene por delante.

- Día de sur en el valle, literalmente. ¿Qué nos va a pasar?

- Bueno...probablemente haya gente que esté un poco afectada en su ánimo. A veces también para bien; estás de mejor humor, la temperatura es más agradable y otras te turba y hace que frunzas el ceño no se sabe muy bien por qué. Pero es una maravilla.

- En este caso, y atendiendo a los vientos de cambio, en su caso esa metáfora es una realidad. Coincide con un cambio vital y un disco que dedica a este lugar.

- Sí. Digamos que el protagonista del disco es el propio viento y cómo a su paso va cambiando el paisaje, tu manera de ver la vida, tu perspectiva, y cómo esa también influye en las canciones, en la escritura.

- No es algo tan nuevo porque cuando en discos anteriores hablábamos de las imágenes de la escopeta y la mecedora, que llevaba a los oyentes un paisaje country, usted explicaba que esa visión estaba concebida aquí mismo.

- Siempre ha habido elementos del valle y de este entorno en mis canciones desde la primera que hice aquí, que fue 'Vidas Cruzadas'. Ya han pasado 17 años. Casi no me lo creo cuando echo la vista atrás. Es cierto que en un ambiente tan rural y tan único como este, suceden muchas cosas que no suceden en un entorno urbanita ni tampoco en otro tipo de pueblos. A mí me ha dado muchísimos elementos para darle un contexto a la canción. Para poner una escena, un plano que tenga que ver con este sitio. Me ha ayudado mucho también los dichos de la zona. Salió la gasolinera de Carriedo en una canción, incluso. Llevo mucho tiempo pero sigo teniendo la vista y el oído atentos a lo que me cuentan los lugareños, a dichos de aquí y muchos de ellos acaban entrando en mis canciones y dándole un toque pasiego.

- En la historia de los Valles Pasiegos se incluye el término presura, en referencia a la ocupación de un espacio que antes no estaba ocupado. ¿Siente que usted ha llenado uno de esos lugares?

- Siempre digo que este va a ser mi lugar en el mundo y, de hecho, el que yo me mueva de aquí o no, sobre todo va a estar motivado porque encuentre otro sitio donde vaya a estar mejor o me vaya a sentir igual de a gusto, cosa que dudo. Así que lo pongo un poco en cuarentena. No depende solo de mí, sino también de mi familia, de que ellas estén a gusto y quién sabe, quizá dentro de dos años Nora (su hija) me dice que no quiere moverse de aquí. No conocía el término, pero me gusta pensar que cuando llegué los lugareños me miraban con más extrañeza y ahora es difícil que no me invite alguien a una caña. Supongo que es bastante simbólico de que ellos sienten que este sitio también es tuyo. También me gusta mucho que los medios con los que hablo, fuera de aquí, siempre mencionen los Valles Pasiegos. Me gusta que desde fuera se me relacione con este lugar.

- Ese imaginario que se convierte en otro al salir de aquí, ese viaje a distintos escenarios, ¿es el poder evocativo de las canciones que construye?

- El movimiento normalmente te hace abrir los ojos. Estar más atento a otros lugares. Cuando trabajas en tu lugar de nacimiento o de origen no te fijas tanto en las cosas pero cuando vienes de fuera, te llaman la atención. Mi vida va en paralelo a las canciones y es inevitable que eso suceda. He escrito este disco casi un 80% aquí, y con eso acabo montando el puzzle.

- Este puzzle acaba de salir a la calle. La semana pasada ya era número uno en ventas. ¿Tiene en cuenta esto como una forma de respuesta del público o se apoya en otras cosas?

- Me apoyo en otras cosas. En el latido, en la respuesta de los fans que llevan mucho tiempo. Me gusta mucho eso. Me importa más que el número de ventas, pero es cierto que es muy satisfactorio, no solo para mí sino para la gente que trabaja. Todo eso que es super difícil y en lo que yo no intervengo, dice mucho de lo bien que hacen su trabajo en Cultura Rock, que al final son tres personas, Víctor, Eli y Ana. Somos un sello muy pequeño que es capaz sin embargo de hacerlo de una forma tan profesional que llega a competir con compañías que tienen una infraestructura grandísima. Compiten y lo superan. Me da más alegría por ellos. A mí me gusta porque estás un año y pico o dos escribiendo las canciones y haciendo todo para que salgan bien las cosas y cuando eso sucede, es sintomático de que todo el mundo ha hecho bien su trabajo.

- ¿Ha costado que salieran estas canciones?

- Pues sí que ha costado. Por las circunstancias que hemos vivido, porque el nivel de exigencia también es mayor en mi caso. Tengo que rascar mucho y darle muchas vueltas para que acabe teniendo una canción de la que esté plenamente enamorado y también por mis circunstancias personales de tener una niña pequeña y tener que buscar el momento exacto para poder escribir. Antes era más caótico; a veces escribía toda la mañana o toda la noche, pero ahora a las 7 tengo que funcionar y no le puedo explicar aún a mi hija que soy músico y tengo que tocar la guitarra. A veces tengo que jugar a los Playmobil.

- Lo de la complicada conciliación

- Claro. Sobre todo para las madres, porque hay más dependencia, pero también nos afecta a nosotros.

- Sube el nivel de exigencia y sin embargo las canciones tienden al minimalismo.

- Sí, eso pasa.

- Parece que los instrumentos no envuelven sino que acompañan y todo resulta más sencillo. ¿Es lo que buscaba?

- Viene condicionado por la naturaleza de las canciones. Creo que son canciones sencillas, pero para llegar a hacer una canción sencilla y que te dé cosas, que te llegue a emocionar, ese proceso no es nada simple. A veces es más complicado que haya una canción solo con cuatro elementos y que todo funcione, a que haya muchos, muchas pistas, mucha información y una complejidad que parece mayor. Hacer algo muy sencillo es muy difícil. Todo lo minimalista tiene detrás mucho trabajo.

- Básicamente acaba de definir el buen pop y sus grandes éxitos.

- Eso es. Cosas que son aparentemente sencillas, pero que luego, si te fijas, hay un pequeño cambio que se da en las grandes canciones pop. Cambiar un fa mayor o uno menor, que parece imperceptible, pero sin eso, puede que resultase más aburrida. Son pequeños detalles o trampas, que llamamos nosotros, para que eso no suceda y en el oído del oyente siga teniendo una información sugerente y le siga seduciendo el desarrollo de la composición.

- Y que sea un 'Something' en vez de una canción con fecha de caducidad

- Claro. Lo difícil es eso. Hacer algo sencillo que con el paso del tiempo siga emocionándote. No hay fórmulas. Hay gente que se sabe todos los trucos. No es mi caso que siempre trabajo desde la intuición, el impulso y buscar a ciegas. No soy un músico de formación como para tener esos trucos. Lo hago como un perrillo chico que va husmeando por la pared y los árboles y buscando lo que quiere más que teniendo claro a por lo que va.

- En esa búsqueda se ha llevado una serie de acompañantes. Repite estudio y con Toni Brunet a la producción. ¿Por qué?

- Me gusta seguir incorporando elementos que habían estado antes, a nivel personal y técnico. Hay cosas que funcionan para determinado tipo de discos y para otro no. Me gusta repetir en la Casa Murada porque tenía muy fresca la experiencia de grabar allí 'Me mata si me necesitas'. La convivencia es muy fácil y para mí es muy importante estar en el mismo lugar, levantarte e ir al mismo lugar. Lo contaba Morgan el otro día en la entrevista que les hiciste. Es así. Me gusta que eso suceda. He repetido con Toni, que por primera vez se ha encargado de la producción total del disco porque en 'Las palabras vividas' se llevó a ocho manos, contando con César (Pop) y Diego (Galaz) además de conmigo, pero es Toni el que más sabe técnicamente. Conoce muy bien mi repertorio y mis canciones. Tiene muchísimo talento para eso. Siempre hay viejos conocidos como Jacob (Reguilón), dos de los detectives como Boli (Climent) y Edu (Olmedo) y nuevas incorporaciones como Jordi, el ingeniero de sonido, que también aportó cosas nuevas. Es una combinación de todo.

- ¿Se le da bien delegar?

- Creo que sí, porque tengo claro hasta dónde sé llegar. Y tengo más claro lo que no me gusta. Lo identifico y lo desecho enseguida y con eso gano bastante tiempo. Y tengo la suerte de que son músicos muy artistas, muy talentosos y saben mucho más que yo sobre muchas cosas. Lo más sensato es delegar. Nunca me empeño en hacer algo de la manera que yo quiero porque sí. Me aporta mucho más trabajar en equipo y me enseña. Va en beneficio del disco, de las canciones, que es lo que más importa; que las canciones se sientan bien vestidas y nadie las desnaturalice.

- ¿Ese equipo será el mismo que se lleve a la gira?

- Siempre hay pequeños cambios, pero al 90% vamos a ser los mismos. Boli se irá con Morgan y después con Fito, vendrá Rául Bernal, teclista de Lapido, pero los primeros meses vendrá César (Pop). Lo bueno es que César conoce todas mis canciones, es de los mejores amigos que tengo en la música y hemos hecho un montón de temas juntos. Siempre necesito sentir algo parecido a la familia. No puedo tocar con un músico que no me caiga bien, aunque fuera Eric Clapton. Además creo que es un negacionista, así que menos todavía. Tampoco creo que me lo vaya a proponer...Necesito piel. Hay mucha convivencia. Una gira es algo demasiado personal como para que se suba cualquiera a tocar.

- Ha mencionado a Fito. No deja de ser curioso que mientras presentaba su disco hablaba de usted de forma reiterada porque afirma que le sacó de un momento de crisis gracias a sus canciones. ¿Cómo se vive ese papel?

- Lo primero que tengo que decir es que Fito es el mejor compañero que te puedes encontrar en este gremio. Esta generosidad, no conmigo, sino con todos, hace que diga este tipo de declaraciones, que, aparte de que me da mucha alegría, pienso que a mí también me ha sucedido con él. Me ha ayudado directamente los últimos diez o quince años. A mí, a compañeros y a amigos, sin que se tenga que enterar nadie. Y su éxito nos ha venido bien a todos. Por su sencillez, por ver a alguien de su perfil llenando estadios, viniendo desde abajo. Ha sido un ejemplo para todos. Sus canciones y su forma de funcionar como artista y como persona, me ha servido de inspiración y me ha hecho creer en lo que hacía. Esto que dice es muy común a todos los que hacemos canciones. Tiene mucho desgaste este oficio y las canciones están en el aire. No es como hacer unos zapatos o una lavadora. Las canciones son muy etéreas y la opinión sobre una canción es muy subjetiva siempre. Nos ha pasado a muchos. A Loquillo igual no, pero a otros sí. Se lo agradezco mucho y además me ha hecho la promo justo cuando iba a sacar el disco.

- ¿Es una pregunta reiterada por lo poco habitual de que alguien que está en el foco reconozca que ha estado hundido y agradezca el papel que ha tenido otra persona?

- Puede ser. Cuando presentas tus canciones nuevas es difícil pillar el tono para promocionarlas y hablar de ellas. Si te muestras muy seguro, pareces un sobrado, si adoptas un perfil más bajo, parece que le estás quitando importancia.

- Desde este lado todos queremos poner etiquetas, pero ¿a usted le gusta explicar con detalle o prefiere que quien escucha saque conclusiones?

- Creo que es más interesante que el público saque conclusiones. Hace poco escuché en el podcast 'El sentido de la birra', con Enrique Urbizu, director de cine, y comentaba que le costaba mucho promocionar sus películas, porque tendrían que explicarse por sí mismas y que le llegue a la gente lo que le tenga que llegar. Habrá quien haga esfuerzo y quien no. Es más bonito e interesante, también para mí como oyente, me estimula más dejarme seducir por lo que una canción me dice, por cómo se introduce en mi vida, que llegar a descubrir la intención con la que el autor la escribió. Si dejas las puertas abiertas a que la gente lo lleve a su terreno, encuentras respuestas más interesantes que las de uno mismo, incluso. He encontrado interpretaciones de mis canciones que no tenían nada que ver con la primera intención pero he pensado; ojalá tuviera que ver con esto que me estás contando.

- Durante todo este tiempo, hablamos con los artistas por esa situación de no poder tocar, pero como oyente, como dice, ¿cómo ha vivido sin asistir a disfrutar de música en directo?

- Pues muy feo. Me gusta mucho ir a conciertos, ir a ver a amigos, o descubrir cosas nuevas en bares, en festivales. Ha sido muy extraño y muy doloroso también. Hay mucha gente que vive de la música al margen del cartel. Tengo gente que vive en Madrid o Santander que se ganan la vida haciendo jams y llevándose 50 pavos cada vez que tocan, cuatro o cinco noches por semana. Al hecho de que esos clubes y salas hayan cerrado, hay que sumar que muchos de ellos no podrán volver a abrir y eso va en detrimento de la cantera de músicos, de su día a día, que no puedan pagar un alquiler o mantener a su familia. Eso para mí ha sido lo más preocupante.

- Vuelve a los teatros, el espacio que más le gusta. ¿Cuántas ganas de regresar?

- Imagínate… No solo es salir a tocar. Es volver a estar en movimiento, a juntarme con mis compañeros y a tener todas las experiencias que vivimos en paralelo a la música. No son solo las dos horas de tocar y la maravilla que es tocar delante de gente y establecer ese diálogo con tu público. Después de 25 años en esto, muchos fans se han convertido en amigos y hace dos años que no les veo. Me apetece reencontrarme y tomar una cerveza después del concierto. Me emociona mucho. Cuando te quitan algo y ni siquiera sabes si podrás volver a hacerlo… Justo dentro de un mes estamos en Cádiz, en el Teatro Falla donde no he tenido la suerte de tocar, en una ciudad con la que estoy tan conectado, porque he escrito muchas canciones allí, es un regalo de la vida.

- Si no hubiéramos podido volver a recuperar la vida previa, ¿llegó a pensar qué haría?

- Sí lo he llegado a pensar, pero no tengo muchas respuestas. No sé exactamente qué haría si no pudiera hacer música. Habría querido estar cerca en cualquier caso. Escribiendo crónicas, trabajando de backliner, teniendo un programa de radio...Siempre me he visto haciendo algo que tuviera que ver con ello. Le habría pedido trabajo a Fonso (Las Piscinas). No sé si estoy capacitado para este ritmo, pero seguro que en la cocina lavando platos…

- Las Piscinas un domingo es más punk que rock and roll

- ¡Ya lo creo!

- En el documental 'Echo in the Canyon', Tom Petty o Graham Nash, explican que ese lugar y ese momento supusieron un cambio para un estilo, para una corriente y para todos los que formaron parte de ese vecindario. ¿Villacarriedo ha sido su Laurel Canyon?

- Me hubiera gustado. Siempre he soñado con una comunidad de músicos más grande en este sitio. Vi el documental y leí un libro fantástico que le regalé a Nina (De Juan) por cierto. La imaginaba con Chuches viviendo aquí. Me ha faltado un poco de eso. Músicos diferentes viviendo en un entorno parecido, cercano. Es más fácil que sucedan cosas en la música cuando nos mezclamos. En Santander o Torrelavega hay más escena, pero aquí viven muy pocos músicos.

- Quizá ahora pueda recuperar esos encuentros

- Hay algo en mí que piensa en ello. Estar más cerca de mis compañeros y los músicos con los que toco. He quedado mucho para ensayar aquí, eso sí. En Escenario Santander. No les he tenido pero cuando lo he necesitado han venido y están encantados, claro.

- La furgoneta donde ha tomado forma las canciones de este disco, ¿es una pieza de coleccionismo?

- Un poco sí. Tiene casi 30 años. Estoy intentando matricularla como histórica pero no me dejan. Esa furgoneta me ha dado muchas cosas. Me he ido mucho con la guitarra a la playa, a ver si salía algo. Es el único vehículo de mi vida que nunca vendería ni por todo el oro del mundo. Me ha dado tanto que se quedará para siempre, aunque sea en el 'prao' de mi casa.

- ¿Es muy de símbolos?

- (Pensativo) Un poco, pero no soy excesivamente fetichista

- ¿Sur en el Valle' es un disco de transición o de despedida?

- Creo que todos los discos son de transición. No lo concibo de otra manera. ¿Qué sería lo contrario? Todos reflejan un momento concreto. Cuando vuelvo a discos que he grabado, son como un álbum de fotos de dos o tres años de mi vida. Mis canciones tienen que ver con mis emociones, mis sentimientos, mis preguntas… Este disco se quedará en mí como un reflejo de estos años.

- ¿Qué es lo más importante que se lleva de aquí?

- La gente. La familia que he hecho aquí. Como me han tratado. Lo fácil que han hecho mi vida en un sitio aislado siendo un forastero. Lo cerca que me he sentido de ellos y cómo me han ayudado en los pequeños y grandes detalles.

- Para que digan que los pasiegos tienen un carácter peculiar...

- Es un tópico, pero es cierto que al principio siempre hay un poco de distancia. Pero cuando te abren las puertas de su casa, es algo para siempre y muy de verdad. Me siento muy querido aquí. De hecho, desde que dije que en un tiempo me iría, que no me estoy despidiendo, solo vislumbrando el cambio, a cada pasiego que me encuentro que me conoce, lo lamenta. Este va a ser mi lugar en el mundo y esta va a ser mi casa. Como poco seguiré viniendo a escribir canciones, a descansar. Necesito este lugar.