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Eric Jiménez, batería de Los Planetas. Ramón L. Pérez
Planeta Eric

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Estuvo en Falange, se casó con 16 años, su padre le apuntó con una pistola, flipó con Morente... El batería de Los Planetas cuenta todo en un libro

Álvaro Soto

Madrid

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Sábado, 11 de noviembre 2017, 02:19

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«He estado con Eric hasta las seis/Y nos hemos metido/Cuatro millones de rayas» (‘Un buen día’, Los Planetas, 2000.) He aquí el verso más legendario de la música ‘indie’ española y he aquí su protagonista, un niño que se llamaba Ernesto hasta que un día se llamó Eric, en un proceso tan insólito como su propia vida. Eric Jiménez (Granada, 1967), batería de dos de los grupos españoles más revolucionarios, Los Planetas y Lagartija Nick, fue la mano derecha de Enrique Morente junto con Antonio Arias en el mítico disco ‘Omega’ y criticó al dios Dylan, dos hitos que por sí mismos justificarían cualquier vida. Ahora ha decidido desnudarse en ‘Cuatro millones de golpes’ (Plaza & Janés), una biografía que algunos ya comparan con la del pianista británico James Rhodes.

Eric no sufrió abusos sexuales, como Rhodes, pero sufrió tormentos igual de dolorosos. El primero de ellos, la ausencia de una figura paterna. O mejor dicho, la presencia de un padre que no merecía tal nombre. «Mi padre era un terrateniente de Granada que se había casado con una señorita francesa por un interés económico. Pero tenía una relación con mi madre, que regentaba una pensión. Mi madre se enteró de que estaba casado cuando ya habían tenido su primer hijo juntos. Yo fui el segundo, 13 años más pequeño», recuerda Eric. «Para mí, mi padre era el señor con corbata que venía por la tarde a la pensión a echarle un polvo a mi madre y luego iba a misa a confesarse. Para los demás, mi madre era una puta, él era un señor respetable, y yo era un hijo bastardo».

Cuando el hijo bastardo tenía seis años, el señor respetable le encañonó con una pistola. «Yo estaba jugando con un vaso de plástico y le di en la cara. Cogió la pistola y me apuntó». Esa fue toda la herencia que le dejó, la del miedo y la de sentirse inferior. Ni siquiera dinero heredó su familia. «Los curas nos lo robaron todo. Cambiaron papeles y nos quitaron las fotos que podían demostrar nuestro vínculo. No había ADN, no había nada que hacer».

En esa época, la principal atracción para Eric y sus amigos era el camión de la basura: los vecinos se asomaban para verlo. Eso, y el desfile lleno de tambores de una cofradía el Viernes Santo. Pero para participar había que apuntarse en la Organización Juvenil de España, la OJE, la rama juvenil de la Falange. Así que con diez años, Eric se hizo falangista para poder tocar el tambor.

Todo cambió en la adolescencia. El chico de las manos rápidas con las baquetas entró en su primer grupo, KGB, y cumplió la santísima trinidad del sexo, drogas y rock and roll. «Todo el mundo tonteaba con las drogas, pero yo no me enganché», rememora. Pero se enganchó a algo peor, a un amor tóxico con una chica tan caótica como él con la que se casó a los 16 años. La boda fue como los novios, un desastre:

- Ernesto, ¿tú que le entregas a Cristo?

- Padre, es que ahora me pillas sin un duro.

El matrimonio de los dos adolescentes fue una montaña rusa en la que a Eric siempre le tocaba bajar. Sobrevivieron trabajando de camareros hasta que aquello descarriló del todo. Y entonces llegó la salvación de la música.

Eric fue uno de los fundadores de Lagartija Nick, el grupo liderado por Antonio Arias, y a partir de 1998 lo compagina con Los Planetas. «Yo es que necesito muchos proyectos», cuenta el batería; «ahora estoy con el libro, el nuevo disco de Lagartija Nick, la gira de Lagartija, el fin de la gira de Los Planetas, mi bar y las clases de percusión».

«¿Estás hablando de mí?»

‘Un buen día’ es el himno de una generación y Jota (el cantante de Los Planetas) y Eric, los tíos que se metían cuatro millones de rayas. «La canción representa el espíritu de los adolescentes que quieren disfrutar del mundo», asevera. Y eso que Eric casi ni sabía que formaba parte de la canción. «Jota la compuso y la primera vez que la escuché, ni le oía, porque había mucho ruido. Luego me di cuenta, le pregunté si estaba hablando de mí y me dijo que sí, pero a mí me la pelaba».

Cuando habla de Morente, sin embargo, Eric cambia el tono. «Era un genio, unas risas. Hicimos ‘Omega’ juntos. Teníamos claro que no queríamos que fuera un disco de fusión, sino un choque de caracteres. Era muy peligroso y nos podíamos pasar de la raya, pero el tiempo lo ha puesto en el sitio que se merece».

De quien no tiene tan buen recuerdo es de Bob Dylan. En un concierto en Granada en julio de 2015, Los Evangelistas (un supergrupo que Antonio Arias, Jota, Florent -también miembro de Los Planetas- y Eric crearon para homenajear a Morente) iban a telonear al Nobel y durante su actuación, los granadinos descubrieron que el equipo de Dylan los boicoteó: «Nos anularon los graves y nos jodieron las frecuencias». Eric lo contó en su Facebook y generó una polémica que llegó, por ejemplo, a Sting. Y también a Dylan, cree el batería. «Si le he faltado el respeto a los dioses celestiales, cómo no lo voy a hacer con los dioses terrenales. He tocado con estrellas mundiales. No hay nadie intocable y no tengo miedo». Y con esa actitud, Eric acaba de cumplir 50 palos. «Por la compensación del público, ha merecido la pena. A ver si puedo decir lo mismo dentro de 20 años. Esta es una profesión de riesgo. Igual entonces estoy en el Hogar del Jubilado Rockero».

- Por cierto, ¿por qué Ernesto se convirtió en Eric?

- De niño, una vez, me cortaron el pelo de pincho. Uno del barrio empezó a llamarme ‘Eri’, de ‘Erizo’. Yo le añadí una ‘c’ y se convirtió en Eric.

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