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Momento de la lectura del manifiesto reivindicativo del comité de empresa de la orquesta. Migue Fernández

Los músicos de la OFM protestan en el concierto de abono con lazos rojos y un manifiesto

El comité de empresa se solidariza con las orquestas andaluzas en situación «crítica», demanda una sala de ensayos adecuada y exige una solución para el caso de Marina Peláez

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Viernes, 24 de mayo 2019, 01:40

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En un recital sinfónico en el que todo está medido y sujeto a protocolo, cualquier cambio de guión sorprende más por lo inusual. Y anoche sucedió en el concierto de abono número 13 de la Filarmónica de Málaga en el Cervantes, con la mayoría de los músicos portando lazos rojos y con un cruce de críticas entre la gerencia y el comité de empresa de la orquesta en forma de cartas.

Entre una pieza y otra de las interpretadas en la segunda parte, los músicos bajaron sus instrumentos para dar la palabra a Albert Reig, presidente del comité de empresa, en la lectura de un manifiesto reivindicativo respondido por el público con una gran ovación. Para contrarrestar ese acto, el consorcio (con la firma de Junta y Ayuntamiento) había repartido previamente junto con el programa de mano un documento en el que se defendía de cada una de las acusaciones.

Reig explicó que los lazos rojos eran un gesto de «solidaridad» con las cuatro orquestas andaluzas –dos de las cuales, la ROSSS y la OCG, están en situación «crítica»– y «expresa la necesidad común y la exigencia de una política cultural seria, participativa y bien documentada, con una financiación acorde a sus necesidades». En su opinión, «el caos organizativo» lleva a la OFM «a situaciones críticas y de gran conflicto». A este respecto, el consorcio se defendió: «No reconocer que la OFM está en una situación financiera, de organización administrativa y artística superior al resto de orquestas profesionales andaluzas es obviar la evidencia, sí reconocida a nivel nacional».

El manifiesto del comité –aprobado por los músicos con siete votos en contra– ponía en cuestión la convocatoria de un concurso público para la elección del nuevo director y recogía varias denuncias, desde la pérdida de «20 plazas de músicos y tres de personal técnico» desde la creación de la OFM a la falta de una sala de ensayos adecuada, una realidad que aboca a los músicos «a unas condiciones de trabajo que no permiten el desarrollo óptimo» de la labor artística y les «expone a riesgos para la salud laboral». El consorcio aclaró que a partir del 1 de julio dispondrán «de una empresa que se ocupará de mejorar estas condiciones» y aseguró que, como máximo en el plazo de dos años, se habrá incorporado como sala de ensayos el edificio de los Antiguos Comedores Universitarios.

El caso de Marina Peláez

El manifiesto de los músicos no se olvida de la situación de la solista de violín primero (y ayuda de concertino) Marina Peláez, cuya plaza peligra por un cambio repentino en el proceso de contratación de la Orquesta Filarmónica. Tras ganar de pleno derecho el puesto en una audición, este quedó anulado al considerar la Intervención municipal que se debía haber convocado previamente una oferta pública de empleo. «Nuestra compañera no merece perder su puesto de trabajo, tan dignamente conseguido, por culpa de los errores de gerencia y consejo de administración. Exigimos la inmediata rectificación y que de no producirse acarree dimisión de los responsables de tales despropósitos», dijo Reig. El documento de Ayuntamiento y Junta remitía en este punto, sin mencionar el nombre de la violinista, «a la resolución judicial» del caso. «La OFM ha seguido estrictamente los procedimientos emanados de la Intervención del Ayuntamiento», concluyó.

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