Juan Pérez Floristán, pianista: «Un concierto de Rosalía está tan ritualizado como uno de música clásica»
Es un joven de su tiempo, activo en redes sociales y aficionado al jazz. El jueves se colocará el «disfraz» de intérprete para inaugurar la temporada de la OFM en el Cervantes
Lo reconoce, es «muy charlatán». Lo del pianista introspectivo y tímido no va con él. Es, además, un músico de su tiempo, un joven de ... 27 años con cuentas en redes sociales, un tatuaje que esconde en el hombro y aficionado al jazz, al rock y hasta a la electrónica. Pero cuando toca subirse al escenario se transforma. Entonces Juan Pérez Floristán se coloca el «disfraz» de intérprete y aborda con maestría el 'Concierto para piano y orquesta en sol mayor' de Maurice Ravel. Este jueves y viernes lo hará ante solo 200 personas, por la limitación de aforo, en la inauguración de la temporada de la Orquesta Filarmónica de Málaga en el Teatro Cervantes, bajo la dirección de José María Moreno.
–Ha cerrado etapa en Berlín y ha vuelto a Andalucía. ¿Desde aquí se puede hacer una carrera con proyección?
–Perfectamente. Si eres músico solista freelance, tienes que ir de avión en avión vivas en Londres o en Trebujena.
–En Málaga actuará ante un aforo limitado a 200 personas en un teatro para mil.
–Uno antes decía que tocaba resignarse, pero el sector del espectáculo ya no está resignado, lo que está es muy enfadado. No soy experto virólogo, pero no soporto la incongruencia. Yo me podría creer que solo pueden entrar de forma segura 200 personas al Cervantes; pero después que yo no salga a la calle y vea restaurantes, bares y tiendas llenas de gente. Este verano he cogido seis aviones y cuatro trenes e iban todos llenos. Esto ya es cuestión de luchar por la supervivencia.
–Al menos, como músico solista, tiene la suerte de no necesitar a nadie para subirse al escenario.
–Pero los programadores y promotores de conciertos que estarían interesados en un recital mío solo no tienen ni un duro ahora mismo. El calendario que tengo para esta temporada se me congeló en marzo. Lo normal es que todos los meses te vayan llamando y saliendo conciertos para la temporada siguiente, pero hasta hoy no tengo ninguno nuevo.
«El calendario se me congeló en marzo, los programadores no tienen un duro ahora mismo»
–¿Nadie se atreve a programar?
–No. Hay un umbral de futuro a partir del cual no hay nada.
–¿Y eso genera vértigo?
–Sí, evidentemente. Esto no tiene lado positivo, esto es una putada, pero para no tirarte por el balcón uno tiene que sacar cosas de provecho, y todo este tiempo libre que tienes lo dedicas a cosas personales, a relaciones que habías descuidado incluso con uno mismo. Yo sigo en esas. Yo no he vuelto a la oficina y a la rutina diaria. Yo sigo un poco en ese letargo.
–Hay músicos que se convierten en estrellas mediáticas, pianistas como Lang Lang o James Rhodes. ¿Que le parece ese perfil?
–Este fenómeno existe, es un hecho. Aún así, Lang Lang de base es un grande. Ha seguido un perfil más mediático y ha aportado bastante al mundo de la música clásica, de visibilización, de romper tabúes... La línea de divulgación en medios me parece muy acertada. Sobre todo por eso de que «si no quieres que te hagan política, hazla tú». Si tú no te conviertes en divulgador de tu arte, alguien más lo va a hacer; y puede que esa otra persona tenga una agenda muy diferente, quizás más personal y más interesada. Para no perder la batalla del discurso nos tenemos que poner las pilas.
–¿Es activo en las redes sociales?
–Lo intento, en Instagram, Twitter y ahora voy a darle más caña a Youtube haciendo vídeos divulgativos hablando a cámara. Es una herramienta que yo consumo mucho, hay contenidos de una calidad excepcional de casi cualquier tema.
–Normalmente, los músicos de clásica son más discretos.
–La inmensa mayoría de mis compañeros tiene ganas de cambiar las cosas. La música clásica es un género con un germen revolucionario muy potente. Pero es verdad que el artista suele ser una persona más introvertida, más contemplativa. No se le puede pedir peras al olmo. A veces se pide que un artista haga las creaciones más bellas de la historia de la humanidad y a la vez sea un 'businessman'. Es normal que nos cueste salir de ese caparazón, ya nos exponemos en el escenario.
«La música clásica tiene un germen revolucionario muy potente»
–O la música clásica se adapta...
–O perderá una oportunidad. Ya que ponemos tanto esfuerzo en lo que hacemos, no dejemos que sean otros los que cosechen ciertos frutos.
–Decía que la música tiene un germen revolucionario. Explíquese.
–Claro, estamos en contacto con los intelectuales más importantes de la historia de la humanidad. Tocamos a músicos que cambiaron su tiempo, que la mayoría de las veces no triunfaron en vida, que fueron vistos como una amenaza. Con el tiempo se ha asimilado, sí, pero el germen revolucionario sigue ahí. Nosotros tenemos bastante buen ojo para discernir lo que es 'establishment' y lo que es incómodo para el 'establishment', porque estamos acostumbrados a tocar la música de artistas que fueron incómodos para su tiempo. Tenemos una curiosidad insaciable, ganas de hacer muchas preguntas, de no estar conformes con el resultado y volverlo a intentar. Ese es el ADN del cambio.
–Pero luego es una música que no quiere cambiar, muy protocolaria en las formas.
–En su presentación es muy tradicional, pero en cuanto al protocolo y ritualización, yo no veo tan ritualizado un concierto de Rosalía como uno de clásica. A mí me gusta mucho la música electrónica, el jazz, el rock y el flamenco. Voy a muchos conciertos de ese estilo y todos tienen un ritual muy estricto. Sabes cuándo va a salir el artista, con qué tipo de ropa hay que ir, si es de pie o sentado, si se baila o no se baila... Está todo muy medido y lo veo bien. Los músicos de clásica nos disfrazamos, es una manera de decir que esto es diferente, que esto es un paréntesis en tu día a día. Y eso lo hacen todos los géneros. Ahora bien, ¿que es un poco rancio el 'look'? Está claro. Pero es más el cliché de las películas que la realidad. No juega a nuestro favor que en las películas los que escuchan música clásica sean los mafiosos y psicópatas; y que siempre salgan imágenes del Metropolitan de Nueva York al que va la jet set con sus mejores galas. No es así.
–Quiere estudiar cine, ¿y eso?
–Los recuerdos que tengo del cine son igual de antiguos que la música. Ahora llevo un año estudiando de manera autodidacta por una necesidad de expresarme de otra manera. Y en octubre voy a empezar a dar clases de arte dramático. Cuando tienes 27 años, a diferencia de cuando tienes 7, tomas la decisión consciente. Y esto lo hago porque quiero y me apetece.
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