
Ver 25 fotos
Secciones
Servicios
Destacamos
Ver 25 fotos
Javier, Manolo, Antonio, Chris, Paco, Miguelo y Nando, Danza Invisible, no harán más giras, no «cotizarán» más como conjunto musical; Antonio Luis Gil, que se ... jubila el año que viene, no puede acumular más trienios ni quinquenios en su actividad profesional y el resto de componentes no conciben el conjunto sin él. Así lo explicó Javier Ojeda antes del concierto que ofrecieron en un estadio de El Pozuelo lleno, más de cinco mil personas; prueba del fenómeno sociológico que es que Danza Invisible toque ante su gente.
«Estaba atacado y mi mujer también, vienen amigos de Estocolmo, de Alemania, del País Vasco, de Murcia, intentas atenderlos a todos, pero es que estás trabajando...», confesó Ojeda, como «uno de los handicap» de tocar en su casa. Hasta ahí, las palabras. Luego, llegaron los hechos. Ojeda estaba visiblemente emocionado, a gusto, agradecido a su público, a su familia de Linares, que estaba también en el 'show', a la que saludó varias veces, a Torremolinos al completo: «Buenas noches, os queremos».
Con su actitud sobre el escenario, en un concierto de unas tres horas y a buen ritmo, Danza Invisible dejó claro que, si dicen adiós, es porque no tienen más remedio. Ni habían ensayado y ya había llantos de reencuentro y de despedida, como cuando Sandra Pardo y Daniel Benítez, fieles entre los fieles a estos malagueños, les entregaron una placa de homenaje en gratitud por todos los momentos que les han regalado desde que, en los 80 del siglo pasado, comenzaron con sus temas.
Incluso, hubo tiempo para que Ojeda reivindicara a Torremolinos como «cuna de libertades» y enviara a «la mierda», a antiguos responsables municipales a los que la propuesta musical de Danza Invisible no convencía. Luego llegó la calle para la banda, otros tiempos. «He estado censurado doce años, por suerte, la situación ha cambiado», proclamó sobre el escenario, agradecido a la alcaldesa, Margarita del Cid (PP) y a su antecesor, José Ortiz (PSOE). Hubo otros recados y llamamientos al «sentido común», como lo es, tarareó Ojeda, comprender que el respeto al medio ambiente no es «ni de izquierdas ni de derechas», solo cuestión de darse cuenta de los destrozos que sufre el planeta.
El espectáculo, en definitiva, no tiene otro nombre lo vivido, comenzó como un cañón. 'Tu voz', 'Tiempo de amor', 'Catalina', 'Reina del Caribe' o el 'Fin del verano' pusieron al respetable en ebullición. La noche, calurosa, un tanto bochornosa, contribuía a ello. Y, con unos grados ya más que elevados, llegó 'Sabor de amor'. Ojeda dice que no le gusta ensayarla, menos mal, el ambiente rozó el paroxismo cuando la cantó.
No le fue a la zaga el momento estelar que protagonizó Ojeda con la malagueña Julia Martín, con la que compartió un monumental 'Por ahí se va el amor', ni tampoco dejó a nadie indiferente el momento balada, cuando Ojeda revisó, de forma impecable, la 'Yolanda' eterna de Pablo Milanés.
El 'hitazo', más que esperado, el mítico 'Sabor de amor', marcó el comienzo del tramo final del concierto. Con 'Sin aliento' quedo claro que más que tema musical, era un estados de ánimo, al igual que 'A sudar'; poros abiertos y receptividad total sobre el terreno de juego del Juventud Torremolinos Club de Fútbol, mucho más pista de baile que escenario de batallas balompédicas, dadas las circunstancias.
Y es que Danza Invisible se plantó ante los suyos, y ante no pocos movidos por la oportunidad de verlos plegar velas allí dónde comenzaron a navegar, con el argumento de que ya no puede ser más; diciendo aquello de «esto es todo amigos», pero sin terminar de creérselo.
Por algo el tour de despedida, que en Torremolinos hizo una parada llena de intención, se llama «Sin decir adiós», bendita contradicción.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.