Conde: «Si volver a la normalidad es recuperar la precariedad espero que nunca lo hagamos»
El veterano músico malagueño resume su año de pandemia en el disco 'La canción del río', en el que maneja todos los instrumentos además de poner la voz, la producción y las mezclas
Es una de las mentes más inquietas de la escena malagueña. Francisco Eduardo Conde lleva más de cuarenta años dedicado a la música. En ... menos de diez meses ha producido dos discos y ya anuncia que tiene «un par de trabajos rondando por mi cabeza y mi disco duro, con bastantes canciones medio construidas». Músico, cantante, compositor y productor, desde finales de los 70 ha impulsado grupos como Santos de Goma, Los Mosquitos, Harry Octopus, Serie B y Cámara. Su primer disco en solitario fue 'Reverbville', a los que han seguido trabajos en los que ha explotado su creatividad, como 'El deshielo'. En su cuarto álbum, 'La canción del río' (Discos Belamarh), se muestra en su plenitud, con una docena de canciones que resumen su particular año de pandemia. Un disco ecléctico, como él mismo, en el que el mastering es obra del gran Pachi García Alís, al que Conde considera «un hermano pequeño que ha hecho un trabajo, como siempre, fantástico». Esta masterización y las segundas voces de su pareja, Meike Schönhütte, son las únicas aportaciones a un disco en el que Conde maneja todos los instrumentos además de poner la voz, la producción y las mezclas.
–Hace menos de un año estrenó 'Ser sin sitio', con los textos de Álvaro García, y ya tiene su cuarto disco en el mercado. La pandemia ha sido productiva...
–Sí, la verdad es que sí. El confinamiento me ayudó a enfocar, a concentrarme en mi trabajo y aproveché el tiempo, grabé el disco, escribí, compuse muchas canciones, incluso conseguí dar varios conciertos durante el verano, no me puedo quejar. Pero ya estoy un poco cansado de esto, quiero que vuelvan los bolos y los viajes cuanto antes.
–Doce canciones, doce meses de encierro y vivencias: ¿Es este su disco más introspectivo?
–Seguramente sí lo es. Al menos es el disco más directamente construido a partir de las cosas buenas y malas que me han pasado. Todos mis discos, de una u otra manera, hablan sobre mí o sobre lo que veo, es material de primera mano, pero este, en concreto, narra un año de mi vida, un año que empezó con la muerte de mi madre y con una mudanza a otra casa y otra ciudad. La misma semana del funeral tuve la mudanza, fue una situación terrible que no le deseo ni a mi peor enemigo, si es que lo tengo. Ese es el punto de partida de esos doce meses, que cuentan mi vida y mis cambios de estado anímico, en los que subo y bajo. En realidad podría ser un año de cualquier persona, pero es el mío y así decidí contarlo.
-¿Por qué el título de 'La canción del río'?
–Es una metáfora de la vida. La vida es ese río que nace en la fría montaña, recorre los valles y los campos y las marismas, atraviesa cuevas y oquedades, barrancos y planicies, campos en flor, pedregales y ciudades para, al final, acabar desembocando en el mar. Un poco como nuestras vidas, llenas de alegrías, tragedias, fiestas, aburrimiento, bodas y funerales, y después de todo eso, el fin del camino.
–¿Cómo ha sido este año de encierros y restricciones?
–Al principio, si te digo la verdad, el confinamiento no me importó mucho, de hecho puede que me gustara. Tenía tiempo para componer, estudiar y escribir, tiempo que siempre echo de menos. Grabé este disco, compuse mucho e hice planes para lo que quería hacer unos meses después, cuando esto terminara. Pero se está alargando mucho y lo cierto es que estoy deseando que nos vacunen para volver a una cierta normalidad. Ahora tengo dos discos medio compuestos y planeados, pero me está dando pereza arrancar con la grabación, espero que pronto pase esto y se me vaya la pereza en la que parece que estamos envueltos.
–La música tiene un aire fantasmagórico en 'Una tienda abierta de madrugada' y en otros temas es más festivo, ¿por qué el disco tiene ese carácter tan diverso?
–A mí, en general, me gustan los discos no demasiado lineales, con una línea narrativa y de producción clara pero con cierta variedad. En el caso de 'La canción del río' mi intención es que contara un año concreto de mi vida y la vida es cambiante y no se repite: los cambios de estación, los cambios de humor, los cambios incontrolables que se suceden cada día, las noticias, el mundo que nos rodea, la lluvia, el sol, los bautizos y los sepelios. Hay tantos elementos y agentes externos e internos que influyen en nuestro día a día cambiante que era imposible abstraerme a ellos si quería contar esta historia. Para reflejar esos cambios, además de contarlos con palabras, tenía que hacerlo con el sonido ,y me di cuenta de que esos cambios lo hacían más rico estilísticamente, algo que se agradece mucho en el caso de un trabajo tan personal e intransferible. Tenía que haber comedia y drama, como en casi todo en nuestras vidas.
–Sus temas reflejan los estados de ánimo de cada momento.
–Esa era la idea: reflejar un puñado de emociones muy personales pero a la vez comunes a todos nosotros con pocos elementos. Las canciones cuentan toda la historia, una nana habla de mi hijo, hay algunas que hablan de la muerte, del dolor físico, de envejecer, del amor, del miedo, del fracaso, de la alegría de bañarte en verano, de la magia de la naturaleza y sobre todo, creo que es un disco que habla de la vida y de la alegría de seguir un día más en este mundo cambiante y complicado que nos ha tocado. Me gustaba la idea de que esas pequeñas y tontas canciones contaran una historia tan intensa como es un año en la vida de una persona, y hacerlo con capas de sonidos que según las combinas se convierten en una cosa u otra es algo que siempre me ha fascinado.
–¿Ha sido duro o divertido componer este disco?
–Si te dijera que ha sido sencillo mentiría; bueno… no del todo. Quiero decir que por un lado ha sido fácil, porque la parte musical la escribí muy rápido, en cambio las letras me costaron más porque tenía que desnudarme constantemente en ellas y a veces sentía cierto pudor al hacerlo, me costaba conseguir ese grado de sinceridad sin llegar a pecar de excesivamente personalista e intenso, tenía que contar mi historia intentando que el oyente se viera identificado en ella, y en ese sentido ha sido bastante complicado, delimitar la frontera es quízás lo que más me ha costado. También había un factor que ha marcado completamente la línea de producción del disco: estábamos confinados y no podía contar con ningún estudio de grabación ni con ningún colaborador externo.
–Toca todos los instrumentos, la voz, la producción, las mezclas...
–No tengo la obsesión por controlar todo el proceso como otros creadores, a mi me gusta la colaboración con otros músicos y productores y siempre estoy abierto a las ideas ajenas, pero en este caso era inevitable. El paso era sencillo de dar, hacer un disco con lo que tenía a mi alrededor: mi ordenador, mis teclados, mis guitarras, el montón de cacharros que ronda por mi pequeño estudio, mi compañera de casa y de vida y yo mismo. El planteamiento de producción estaba claro y se reducía a 'esto es lo que hay' o lo tomas o lo dejas. Un artista debe saber adaptarse a lo que le rodea si quiere sobrevivir y creo que de las carencias salen grandes cosas.
-Pero en la masterización sí ha trabajado con Pachi García Alís...
-Cuando terminé todo el proceso de grabación y mezcla le pedí consejo sobre mastering a Pachi, que es casi como un hermano pequeño para mi y él. Sabiamente, me dijo que se hacía cargo del proceso encantado, y el resultado es como todo lo que hace, fantástico.
–¿Está en el mejor momento de su carrera como músico?
–Por un lado echo la vista atrás y siento que podría retirarme habiendo conseguido gran parte de lo que quería lograr cuando decidí subirme a este tren. Pero por otro, me veo mejor que nunca, estoy componiendo como nunca, canto mejor de lo que lo he hecho en toda mi vida, manejo una carrera que sigue siendo muy rica y prolífica, tengo el respeto de la crítica y el público, muchas ideas nuevas que ofrecer y ganas de hacerlo. En todos los sentidos creo que este es el mejor momento de mi carrera. Tampoco soy yo de mirar hacia atrás, voy día a día y aún no me he aburrido de esta profesión; si algún día ocurre, igual es que ha llegado el momento de la jubilación, pero por ahora no me he aburrido.
–«Tal vez me debería retirar, ¿quién quiere ver a un viejo cantar?», argumenta en su canción 'Nihilismo y rock and roll'...
–Claro, a veces me veo demasiado viejo para este negocio, supongo que eso nos pasa a todos en algún momento, o al menos debería pasarnos ya que eso te pone los pies en la tierra y te hace reflexionar sobre ciertas cosas. Es sano reflexionar sobre cómo interpretas tu música, sobre la necesidad que tiene el mundo de una nueva canción pop, sobre cómo te ves y sobre todo: sobre cómo te ven. Hay días en que siento que no merece la pena seguir, pero como también digo en la canción: mañana lo pensaré, y siempre hay un mañana, mañana se convierte en hoy.
-¿'Los días amarillos', el segundo single, es como un retrato de su momento actual?
-Supongo que si elijo cualquier canción del disco y la aplico a mí mismo sería representativa de uno de mis 'momentos' actuales. 'Los días amarillos' es el mes de junio, es la canción con la que entramos en el verano, cuando más luminosos y largos son los días, cuando podemos bañarnos y llevar manga corta y seguramente es mi mes favorito del año. No, no me importa nada que sea un retrato de mi momento actual, que es bastante bueno.
-¿Cree que volveremos a la normalidad después de la pandemia?
–Eso espero, soy optimista, el ser humano ha superado cosas mucho peores y siempre ha salido adelante. Lo que estaría bien es que aprovecháramos para cambiar cosas, para arreglar algunas pequeñas averías que siempre tenemos pendientes. Todos hemos visto la precariedad en la que estamos inmersos los músicos, somos como un castillo de naipes, algunos de ellos altísimos, pero que se derrumban a la primera ráfaga de viento. Deberíamos hacer algo para cambiarlo, pero no lo haremos porque a nadie le importamos, ni siquiera a nuestros compañeros de gremio, ni grandes ni pequeños, ningún artista conocido ha mostrado el más mínimo interés por cómo lo están pasando los menos favorecidos, cada uno va a lo suyo excepto yo que voy a lo mío. Y si nosotros mismos no hemos mostrado demasiado interés en nosotros mismos, ¿cómo podemos pedirle interés a nuestros representantes públicos? si ya sabemos que no nos representan. Si volver a la normalidad es volver a la precariedad y al abandono generalizado espero que no volvamos a ella, que haya otra cosa nueva.
-Después de este trabajo, ¿que otros proyectos nuevos tiene en mente?
-Yo siempre tengo algo en mente (risas). Tengo un par de trabajos rondando por mi cabeza y mi disco duro. Me gustaría recuperar algunas canciones que no encontraron su sitio en mis anteriores trabajos y hacer algo con ellas, quizás un mini elepe, para no ser tan pesado. También estoy trabajando en otro, disco en el que quiero conseguir una mezcla particular de instrumentos, a priori, casi incompatibles. Aún ando en la fase inicial de estos proyectos, pero tengo bastantes canciones medio construidas, ya solo me resta dedicarles tiempo y darles cariño.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión