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Víctor Manuel y Ana Belén, anoche en el Auditorio Municipal de Málaga.
Ana Belén y Víctor Manuel, elegante complicidad

Ana Belén y Víctor Manuel, elegante complicidad

La pareja canta sus últimas ‘Canciones regaladas’ y las clásicas de su repertorio «que todos estáis esperando»

Regina Sotorrío

Domingo, 27 de septiembre 2015, 00:40

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Sin ningún atrezzo en el escenario, solo instrumentos. Sin sorprendentes efectos de imágenes y luces, los justos. Sin coreografías espectaculares, cada uno en su sitio. Sin artificios. Solo ellos, de blanco y negro, y sus músicos. Ana Belén y Víctor Manuel no necesitan más. Se conocen tanto y de tanto, que con sus voces basta para que todo salga rodado. Elegantes, sobrios, contenidos y cómplices, la pareja recorrió en Málaga las melodías con las que han entrado a formar parte de la banda sonora de varias generaciones. Entre ellas, de todos los que ayer les aplaudían en el Auditorio Municipal de Málaga. Unas 3.000 personas, según la organización Galas Metropolitanas.

Con las campanas de El padre Antonio y el monaguillo Andrés se abrió la veda. Un tema inspirado en el asesinato de Monseñor Romero en El Salvador «La justicia siempre llega, tarde pero llega», apostilló Ana Belén incluida en el disco Canciones regaladas que acaban de publicar, el primero que lanzan juntos desde 1985. Después de interpretar alguno más de este álbum, en el que revisan sus temas favoritos (como ¿Cómo pudiste hacerme esto a mí? en una interesante versión totalmente diferente a la original de Alaska), Víctor Manuel aclaraba al auditorio: «También vamos a cantar todas las canciones más conocidas de nuestro repertorio que estáis esperando». Más de uno suspiró de alivio. Porque, ¿qué sería de un concierto de Ana Belén y Víctor Manuel sin La puerta de Alcalá?

Y llegaron. Solo le pido a Dios y Contamíname pusieron a unos a bailar y a otros muchos a cantar. Ana Belén recordó a esa generación que pretendía cambiar el mundo, «y lo más importante que consiguió es que el mundo no les cambiase a ellos» con Yo también nací en el 53, y se llevó largas ovaciones por Lía y España camisa blanca de mi esperanza («¡Viva España!», gritó entonces un sector del público). Víctor Manuel cantó Soy un corazón tendido al sol, recordó su pasión de juventud por Brigitte Bardot con A dónde irán los besos y reivindicó recuperar la memoria histórica de los «120.000 compatriotas que permanecen enterrados en las cunetas» sin que «ningún gobierno de la democracia» haga nada por desenterrarlos. Pero Solo pienso en ti y Ay amor ganaron la partida de los aplausos.

Introducían cada tema rememorando anécdotas de cuando la interpretaron por primera vez, o rindiendo homenaje a sus compositores. Enfrente, un público que revelaba su edad en un simple detalle: apenas se veían móviles en alto capturando cada detalle. Ellos, los del «siglo pasado» como dijo Ana Belén en una ocasión, prefieren vivir las canciones en el momento a tener que hacerlo después (o nunca) a través de una pantalla.

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