La mejor versión de Elton John
El caballero británico se recrea en Málaga en los años 70, la época dorada de su carrera
Regina Sotorrío
Jueves, 16 de julio 2015, 00:48
Tiene un lado excéntrico. Un punto excesivo. Incluso un toque kitsch. Unos le adoran, otros no tanto. Pero ni unos ni otros podrán negar que ... es un grande de la música de este siglo y sobre todo del pasado y que de su puño han salido algunas de las mejores canciones de la historia contemporánea. Por esas y otras razones, casi 6.000 personas (no hubo lleno) pagaron entre 60 y 215 euros por escucharle y verle frente al piano una vez más y, probablemente, la última en Málaga. Sir Elton John ha anunciado que baja el ritmo, que casi 50 años de carrera y más de 4.000 conciertos ya son suficientes, que ahora le toca estar con la familia. Y todo eso, unido a que esta era su única cita en Andalucía, hacía que la de anoche fuera una cita muy especial.
El caballero británico ofreció en el Martín Carpena la mejor versión de sí mismo, la que le llevó a lo más alto. Enfundado en una levita azul marino con sus iniciales bordadas en cristales (¿Swarovski?) a la espalda, muy de su estilo, retrocedió 40 años en el tiempo para recrearse en la década dorada de los 70, de discos como Madman across the water, Goodbye yellow brick road o Caribou. Ya lo avisaban las proyecciones que recibían al acceder al pabellón: «Follow the yellow brick road». Y todos siguieron el camino de baldosas amarillas desde el mismo momento en el que, entre la euforia del público, sonaron los primeros acordes de The bitch is back y continuó con Bennie and the Jets. Empezó roquero, con energía, subiéndose al piano para saludar al aforo y azuzando al público con las manos para que gritara aún más.
Los temas más movidos se mezclaban en su inagotable repertorio con sus grandes baladas de medios tiempos. Móviles en alto, el público capturaba el emocionante momento en el que el pianista interpretaba la bella Candle in the wind. Y al segundo, volvía el ritmo en All the girls love Alice. En Levon dejó clara su maestría a las teclas. Porque las tocaba sentado en la banqueta, de pie, de lado mirando a la audiencia... Y, aunque la estrella indiscutible es él, Elton John forma parte de un engranaje bien engrasado por cinco experimentados músicos: a la guitarra Davey Johnstone, a la batería Nigel Olsson, a los teclados Kim Bullard, al bajo Matt Bissonette y a la percusión John Mahon. También ellos pintan ya canas, alguno de hecho le acompaña en la carretera desde sus comienzos.
No faltaron Tiny Dancer, la preciosa Daniel y Goodbye yellow brick road (ambientada con una proyección animada y colorista de fondo), seguida de un brillante solo de piano (aunque con algún acople de sonido al principio) que encadenó sin pausa con Rocket man. Ahora sí volvía la banda. Todo años 70, poquísimas concesiones a otras décadas de su larguísima carrera. Como I guess thats why they call it the blues y Sad songs, de los ochenta. No estaban en el repertorio de sus últimos conciertos en Europa, pero aquí en Málaga lo hizo: Circle of life y Can you feel the love tonight? (de la banda sonora del Rey León) sonaron como si fueran una y con él solo al piano. El Carpena se lo agradeció poniéndose por enésima vez en pie. Pero la más cantada, coreada y vitoreada fue, como era de esperar, Your song. «¡Thats your song!» («¡Es vuestra canción!»), gritó de cara a la audiencia para terminar.
Tras cada canción, sir Elton se levantaba del piano para recibir los fuertes aplausos del público, les hacía reverencias, les enviaba saludos levantando los pulgares y hasta les ovacionaba él mismo paseándose por el escenario de lado a lado. Sabe cómo ganarse a la audiencia. Se escuchó algún que otro «gracias» en español e introdujo en inglés algunos de sus temas. «No os hacéis una idea de cuánto amor me habéis dado durante 47 años», dijo ya casi rozando el final. Poco más. Él se comunica más por gestos que por palabras.
Son 68 años, pero la misma potencia de voz (a veces hasta demasiada) y la misma agilidad de sus dedos a las teclas. Enfrente, unas 6.000 personas, la mitad de las que hace una década y algo más le recibieron en Marbella y Mijas. «¡Y está igual que entonces!», se escuchaba. Eran menos, pero se hacían notar. Sentados en butacas, más de uno no podía resistirse a levantarse para bailar Sad songs o a acompañarle brazos arriba en Sorry seems to be the hardest word. Solo unos pocos quienes ocupaban las primeras filas pudieron acercarse al borde del escenario para arroparle en Dont let the sun go down on me, pero después ya no hubo quien sentara al Martín Carpena. El pabellón retumbaba y se movía al ritmo de Im still standing (con imágenes setenteras de Elton John en la pantalla gigante) y Your sister cant twist.
Crocodile Rock puso fin a una noche que transcurrió sin ningún incidente, salvo una pelea que se produjo en la grada tras finalizar el concierto, que se saldó con varios heridos leves.
Mucha mediana edad, una gran cantidad de extranjeros residentes en la Costa y también juventud. Allí estaba Celia, de 11 años, que se sabía todo el repertorio del caballero británico. «¡Y hasta mejor que yo!», decía su madre. No podían faltar ayer. Sabían, como todos, que la de anoche era una de esas ocasiones que no se repiten.
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