El otro Ojeando
El festival de la Sierra de las Nieves es música y mucho más. Te puedes hacer una rasta, beber un chupito de gelatina o comer paella casera
Regina Sotorrío
Sábado, 5 de julio 2014, 20:23
Que Ojeando es diferente ya se sabe. Festivales hay muchos, pero pocos toman -literalmente- un pequeño municipio y lo transforman en territorio indie durante 48 ... horas. Los escenarios están en donde se hace la vida diaria del pueblo, en la plaza, en el patio del colegio, en el recoveco que hace la montaña (la cueva)... Los vecinos octogenarios comparten café con jóvenes barbudos con gafas de pasta y chicas a la última, con toques retro o rocanroleros. Las mismas bandas se mimetizan con el ambiente: ayer se podía ver a los miembros de Izal cogiendo fuerzas en una terracita antes de la actuación, o a los de Sidonie paseando por las calles. ¿Veremos hoy a Mario Vaquerizo y Alaska? Quién sabe....
Ojeando es diferente y también ofrece cosas diferentes. En un puestecillo junto a la iglesia del pueblo se hacen y arreglan rastas. Unos pasos más allá los ArteSanos K&B fabrican una variedad de artículos con las plumas que mudan sus guacamayos: hay bolígrafos, paypay y hasta pendientes. Si no se lo creen, tras el puesto tienen a las tres mascotas de estos artesanos ambulantes, Lola, Lolo y Bufón. En la hilera de enfrente, Carol Lorente marca tendencia con sus pañuelos con aires vintage fáciles de colocar gracias a un alambre que llevan en el interior: ella misma te da allí una clase práctica de cómo conseguir que tenga la forma de un lazo o de una flor.
Y, ¿quién dice que en un festival solo se come hamburguesas y pizzas? Paellero en Casa, una nueva firma malagueña de paellas a domicilio, ha puesto a prueba su negocio en el campo festivalero. La conclusión: por la noche la gente prefiere comida rápida, pero al mediodía apetece una buena paella. Cuatro paelleras habían sacado ya hasta las cuatro y media de la tarde de hoy. Para rematar, al otro lado de la calle la Chupitería de Eva y Amelia propone un experimento en el que han invertido muchos días: chupitos de gelatina, los hay de vodka y de tequila. No se derraman, una ventaja cuando hay aglomeraciones.
Pero si lo que prefieren es una cena tranquila con vistas a los conciertos, busquen mesa en el Centro de Día El Hogar del Jubilado, justo en el lateral del escenario Patio, el principal. Allí encontrarán a Paqui y su equipo hasta las tantas de la noche sacando un plato tras otro de la cocina. "Está funcionando estupendamente. Este es el centro de día... y ahora también de noche", bromeaba la cocinera.
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