Los microrrelatos de SUR del domingo 26 de julio de 2020
Envía tus microrrelatos a microrrelatos.su@diariosur.es. No existe límite de edad ni ninguna temática obligatoria, sólo hay que cumplir un requisito: no superar las 150 palabras.
Sábado, 25 de julio 2020
Laura Pérez
Espejismo
Volverás al mismo horizonte de mis ojos, en el reflejo del amanecer de una mañana cualquiera. Llegarás de nuevo a mi reja rememorando suspiros de ... un corazón ardiente. Me vestirás con versos de amor y besos en un instante de incertidumbre, acometiendo con soltura un comienzo que se acaba. La luna del alba se desvanecerá en una turbadora pesadilla y te irás a un lugar llamado recuerdos para nunca más volver. La lluvia moja mis insomnes párpados.
M. Angustias Moreno
Ley de vida
¡Las rocas no eran cómodas, pero sostenían sus cansados huesos. Rebobinó su mente para retomar su vida, pero nada era igual a lo que había dejado atrás, a veces lejano, a veces cercano.
Su hogar era aquellas esmeraldas siempre danzantes, aquel vaivén que acunaba sus noches, y ahora solo la observaba desde las rocas, desde aquella maza gris verdosa que su barca siempre intento esquivar.
Apretó los puños y cerró los ojos levantando su mentón hacia el sol que despuntaba detrás de una tibia nube casi perdida.
Aún él reconocía su rostro encallecido por el propio amigo, el rey de todas las cosas, el dios Sol, él, que cada amanecer anunciaba la llegada del buen tiempo, buena pesca.
Una vida dura y hermosa al mismo tiempo, una dureza que ahora en la vejez era liviana.
Pensó. -Así es la ley de la vida, te aparta de todo-.
Sergio Padilla
Azules ojos del mar
Azules ojos del mar
de Buenos Aires al marchar
la orilla del río de la Plata
dejó de sonar.
Vientos nuevos vino a buscar
al borde del mar
que el mismo color azul
sus raíces vieron marchar.
¡Sin querer y sin amar
los ojos azules del mar
siempre buscaron la paz!
Azules ojos del mar
que en su mirada
se pierde hasta la sal
y en sus pestañas duermen con paz
todos los sueños que un día
en aquella ciudad, él vino a soñar.
Azules ojos del mar
que en sus mareas
se pierde todo el mal
que ningún corazón cercano
en el suyo mal encontrará.
Ojos azules de la concordia
ojos azules de canela
ojos nobles, Azules ojos del mar
el viento y cualquier tempestad
nunca harán sacar de tus pupilas
escarcha ni maldad.
María Carretero
Eterna sonrisa de cristal
En aquel espacio donde aconteció muchas estaciones de su crónica, aún sobreviven añosas postales de ciudades que nunca visitará: París, un castillo medieval bajo un firmamento claro y un Palacio revestido por un inmenso mar, rememoraciones de una memoria sin latidos. Es el naufragio de sus recuerdos- recogidos en bolsas para confiárselos a su niña del alma- con bolígrafos y notas telefónicas en el fondo de la mesa.
Su ordenador y silla recién estrenada, permanecen en el mismo habitáculo, y su poto (tantas veces podado hasta la desolación por ese insensible compañero) no es consciente aún de su ausencia, ¿o tal vez sí? Más ahora es inevitable mirar hacia aquel rincón de la escalera, donde fumaba penas con sonrisas. Se marchó de viaje sin retorno, el mismo día que comenzaba sus vacaciones, alzó sus blancas alas y se elevó como pájaro libre para emprender lo que jamás pudo saldar en esta vida.
Daniel Toulouse
Relatividad
La larga gota de sudor recorrió su nariz hasta quedar colgando en la punta. Se mantuvo luchando contra la fuerza de la gravedad mientras poco a poco ganaba en volumen. Al final acabó precipitándose.
Nos hicimos preguntas tales como; «¿qué hacemos aquí?», «¿a qué venimos a este mundo?», «¿qué es nuestro planeta, nuestra galaxia, nuestro universo?»...
La respuesta nos la dio el asfalto.
(A mis hijas y sobrinas cuya adolescencia siembra de dudas su existencia).
Alejandro Robles
Cajas
Tengo una caja de los recuerdos. Hasta hace poco creía que todo mundo tenía una, pero me equivoqué. Según me he enterado, muchas, muchísimas personas prefieren no recordar. Los recuerdos cortan, hieren, golpean. En cambio a mi sí que me gusta recordar. Guardo todo: desde un simple boleto de autobús, los juguetes preferidos de mi infancia, la pluma de un ave, las cartas de amor de mis padres, hasta los viejos daguerrotipos de mi bisabuelo. Procuro conservar todo aquello que me ha hecho feliz. Sin embargo, hace poco me di cuenta que una sola caja de los recuerdos me resultaba insuficiente. Mi hermano apenas cabe en una, y mis padres ni se diga.
Candela Molina
Déjame
Déjame despertarte de tu pesadilla. No tengas miedo, tú solo mira mis ojos ardientes y déjate llevar. Las subidas son muy duras, pero los paisajes son extraordinarios.
Déjame llevarte a un lugar maravilloso, donde los amaneceres son rojizos y anaranjados. Déjame acometer mi propósito y te enseñaré donde nace el agua pura y cristalina. Déjame enseñarte el reflejo de los árboles y notarás la brisa en tu pelo. Déjame cogerte de la mano y verás con que soltura pasean las flores y luego, si te gusta, podemos leernos mutuamente.
M. Jesús Campos
El azar
Cuando el reflejo de tu mirada delata dolor me sobrecoge. Sé que hace años tu cuerpo entero se movía con una soltura y una gracia casi difícil de describir. Y sin embargo hoy tus movimientos son lentos y algo torpes. Acometes, día tras día, la ardua tarea de redirigir tu vida, de mantenerte fuerte, pero sé que vives en una pesadilla constante. Mi corazón sufre por ti y aún así no puedo por más que glorificar tu persona, pues sé que ahí estarás como cada amanecer, constante, serena, ardiente... Más luego, a lo largo del día, te irás apagando muy lentamente, casi sin hacer ruido te marcharás, como siempre.
José Antonio Sánchez
Un verano
Un verano diferente. Un verano marcado por las miradas. Ahora hablan más que nunca. Un verano más de piscina que de playa. Con menos viajes. Un verano que va con reservas. Con bailes más cortos. Con canciones que ya no suenan a las tantas. Pero suenan. Un verano que nos está enseñando que no es el sitio ni la hora. Que son las personas. Un verano diferente que promete tener también su historia. Eso siempre.
Carlos Ferrer
Amor ciego
Enorme la distancia que los separa, no podía vivir sin verla. Le envió sus ojos para contemplarla.
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