María Peláe: «¿Por qué se considera caspa a las folclóricas: por mujer, por flamenca o por andaluza?»
La Jurado se declaró «pro gay» y la Jiménez habló de violencia de género cuando nadie lo hacía. La malagueña rinde tributo a las flamencas valientes en 'El Evangelio'
Están los canónicos, los que escribieron Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Y luego vienen los del pueblo, los evangelios que algunas sueltan cuando hablan. Y ... en esos se detiene María Peláe. La 'folcrónica' malagueña hace acopio de las verdades indiscutibles que han dicho a lo largo de la historia flamencas y folclóricas que le han marcado en 'El Evangelio', un disco con varias capas que invita a una escucha en profundidad. Diez canciones, como diez mandamientos, dedicadas cada una a una 'santa' con arte, desde Rocío Jurado a La Cañeta de Málaga, pasando por su madre Asunción. Un homenaje a unas mujeres valientes, adelantadas a su tiempo, al más puro estilo Peláe: con guasa, pero sin callarse ni una; con un sonido actual, pero sin dejar atrás su toque jondo. Lo presentará en Málaga en directo el 12 de julio en Ojeando Festival y el 6 de agosto en Marenostrum Fuengirola.
–¿Cuál es el evangelio según María Peláe?
–El evangelio según María come precisamente de los evangelios de otras mujeres de arte en las que he intentado basarme y fijarme muchísimo, como es el caso de las diez flamencas a las que rindo homenaje en este disco. Por eso cada canción va acompañada de una santa: 'Que digan' es según santa Rocío, por Rocío Jurado; 'Yale' es según santa Asunción, mi santa madre, la única flamenca que no es conocida. Mi evangelio es el que emana de mujeres de arte que en algún momento han dicho verdades como templos por su boca.
–Y una vez más, dignificas a las folclóricas, que han estado denostadas mucho tiempo.
–Las folclóricas siempre han sido para mí auténticas referentes. Son mujeres valientes que en otros momentos sociales e históricos de este país han dado un paso al frente y han dicho grandes verdades en momentos en los que otras mujeres no tenían ese altavoz ni tenían en sus casas la libertad de expresarse como se expresaba una Lola Flores o una María Jiménez. La canción de 'El Regalito' según santa María es por María Jiménez y ese evangelio que soltó de «Por las buenas soy buenísima, por las malas soy mejor», cuando sacó el libro de 'Calla Canalla' y era de las primeras veces que se hablaba de la violencia de género en televisión. O cuando Rocío Jurado dijo «yo soy pro gay» ni el matrimonio igualitario estaba. A todo esto he querido darle forma.
–Es curioso cómo ellas han sido asociadas a una España rancia y casposa, cuando eran mujeres muy adelantadas a su tiempo.
–Es una leyenda urbana relacionarlas con eso sin ser nada de eso, siendo auténticas referentes. Para el mundo drag queen siempre han sido las que imitar y eran las mujeres del casi destape en muchos momentos, en una época en la que el arte, igual que el resto de industrias, estaba dominado completamente por los hombres. Esa leyenda urbana que tenemos en la cabeza poquito a poquito hay que quitarla e incluso sacar en conversación por qué se considera caspa y antiguo, ¿por mujer, por flamenca, por andaluza o por qué?
–Por un poco de todo eso. Los complejos que tenemos siempre por andaluces, mujeres...
–Sí, más que complejos es que la idea y la pregunta preconcebida es «siempre se ha ligado a…». Bueno, yo sigo pensando que es una leyenda urbana que hay que ir quitando para poner en valor a mujeres que han dado un paso al frente bastante grande y que nos han abierto camino a tantas otras.
«Si hubiera vivido en tiempos de las folclóricas, yo estaría o callada o en la cárcel»
–¿Y tú qué tienes de santa?
–Yo de santa tengo el intentar informarme, intentar ser buena gente dentro de lo que puedo e ir a terapia de vez en cuando para estar las cosas en su sitio. El trabajarse una misma ya tiene un punto de santa en el mundo en el que estamos. Porque también hay muchos momentos que son para meter cabezazos por las esquinas y no ser tan santa (ríe).
–Hay una canción, 'La llave al mar', que es una llamada de atención a ti misma para recordarte que cantas por amor. ¿Es fácil que eso se olvide?
–Por supuesto. No solo en el arte, en cualquier profesión. Tú entras con unas ideas y con un amor pero después, evidentemente, la vorágine te lleva a muchas otras cosas. No todo el mundo hace el 100% de su tiempo lo que le gusta, aunque se dedique a lo que le gusta. Y en el caso del arte tiene un punto delicado, en el que ya no sabes la persona y el personaje cuál es. Yo realmente escribía por desahogarme y ¿ahora escribo por desahogarme o porque tengo que sacar el single dentro de unos cuantos meses? Todo esto era una conversación que yo tenía pendiente con el arte y por eso hice 'La llave al mar', que es según santa Maribel, la grandísima Martirio.
–Y, ¿cuál es su evangelio?
–Para mí es de los más especiales, porque lo viví. Fue en un concierto en el que a la hora de presentar a su hijo, que toca con ella, Raúl Rodríguez, dijo que el arte es lo más bonito que le puedes enseñar a un hijo porque así nunca se va a sentir solo. Y yo ya en 2016 apunté en mi móvil: «Acaba de soltar un evangelio». Y escribí la frase. Se me ponen los pelos de punta, porque es algo que se venía macerando desde hace muchos, muchos años. Y ya, al fin, verlo en disco es muy emocionante.
«¡Qué voy a encontrar mi punto medio! Si lo encontrara, no escribiría»
–¿Sientes entonces la presión de la industria de producir constantemente?
–¿Y quién no? Hay que sacar noticias todos los días, hay que sacar actualidad constantemente, hay que sacar singles… Sacas un single y la gente ya te está preguntando ¿y el siguiente? ¡Dios mío! Déjame que me recupere de la úlcera de este (ríe). Sacar un disco completo y conceptual para mí ya es un acto de fe, un disco que la gente pueda sentarse a escuchar y que, a la cuarta y quinta escucha, siga descubriendo cosas.
–¿Y de verdad, como cantas en 'Me duelen los ojos', te veías comprando en Atarazanas y viviendo en una casita en calle Granada?
–Pues mira, muchas veces lo he pensado. Que es verdad que yo estoy muy bien ahora mismo en Madrid, porque allí ya he echado raíces, pero se echa mucho de menos la tierra, se echa mucho de menos Málaga. No sé la de tiempo que llevo que cada vez que digo que soy de Málaga, la gente se vuelve loca, «uy, cómo está Málaga». Y después me añaden «'mu' cara»; y yo, «'mu' cara». Pero la idea generalizada es de que aquí se vive mejor que en ningún lado. Qué suerte los que hemos nacido aquí, que siempre podemos volver.
–El problema es que quizás se ha puesto demasiado de moda, ¿no?
–Sí, pero bueno, yo creo que siempre podemos encontrar la callejuela donde sabemos que está el barecito ese que no va a cambiar.
–'Que digan', que se la dedicas a Rocío Jurado, está escrita en un momento en el que hay que seguir reivindicando una y otra vez la libertad.
–Por supuesto, el colectivo tenía que estar también dentro del disco. Y encima he tenido la grandísima suerte de que en esta canción me acompañe Falete, que para mí, aparte de ser una de las grandes voces del flamenco, él sí es una revolución. Cuando hice la carta a los reyes, una vez que estaban las canciones 'encarrilá', una de las cosas fue decir «¿te imaginas que Falete dijera que sí a cantar conmigo el 'Que digan'?» Con todo lo que simboliza y todo lo que significa. Y fue enviársela y me llamó al segundo. Así que fue para mí una maravilla. La canción realmente es un huapango, un tipo de ritmo mexicano, en homenaje a los cantes de Ida y Vuelta y a las folclóricas que se hacían las Américas. Toda esta segunda y tercera lectura que tiene el disco, es interesante que la gente lo pueda degustar.
–¿Te imaginas en esa época de esplendor de las folclóricas? Era una España muy difícil.
–Cada época tenía sus dificultades, pero no nos olvidemos de la España de entonces. Yo que no me callo ni una, estaría en la cárcel. No sé si por lesbiana, por revolucionaria, o por lo que sea. O no, lo mismo me hubiera acojonado y tendría que haber tenido el valor que tuvieron aquellas folclóricas. No sé en qué situación me vería. Así que, una de las dos: o callada o en la cárcel, porque si hablara, hablaría bien.
«He tirado de la época en la que estudiaba Antropología y he hecho el trabajo de fin de grado»
–En 'Santoral' pides por todo el mundo, ¿qué pides para ti?
–Salud y alegría. Porque si no hay alegría, la salud se va mermando cada vez más. Cada vez que soplo alguna velita o me encuentro en medio de una iglesia, pido ambas cosas.
–¿Y has encontrado tu punto medio, como cantas en un tema?
–¡Qué va! ¡Qué voy a encontrar mi punto medio! Si lo encontrara, no escribiría (risas). 'El punto medio' es de las canciones más divertidas, pero también de las más reales. Cuando ya pasas de los 35, y tú dices, pues parece que no me sale mucho todavía eso de respirar profundo y no decirte cuatro cosas. Y después no, venga María, a meditar. Y a yoga. Mucha gente se siente identificada con ese intentar ser excesivamente santa, que muchas veces nos faltan horas al día para todo lo que tenemos que hacer. Todos los 'tengo' para tener salud pero con un horario de infierno. Encontrar ese punto medio a veces se hace complicado.
–'Me duelen los ojos' es según santa Teresa, ¿quién es?
–Es una de las santas que yo quería añadir, sí o sí: la Cañeta de Málaga. Es artista de artistas, una cantora muy seguida por Lola Flores y por muchísimas otras que le abrieron camino cuando ella fue para Madrid al Corral de la Morería. Ella es la verdadera heredera de los tangos tan míticos de La Repompa, que pertenecían a La Pirula, su madre. Ahí me he hecho un trabajo de buscar y buscar y buscar, hasta que di con el evangelio de La Cañeta, que es el de «el público está pintado». De mis evangelios favoritos.
–Dolores, en 'Moneas', es Lola Flores. ¿Y Matilde, en 'Santoral'?
–Matilde Coral. Es una bailaora maravillosa, que ya tiene ochenta y tantos largos. Y en un programa de televisión soltó así como quien no quiere la cosa: «si a todos los jefes de Estado del mundo les gustara un poquito el flamenco, no habría tanta guerra». Y antes de irse dice: «Y el que no lo haya entendido, que estudie». Y ahí se fue. Es una señora súper culta. Escucharla es una delicia porque habla con un respeto a sus compañeras y con una humildad que me parece maravillosa.
«Sacas un single y ya te preguntan por el siguiente ¡Déjame que me recupere de la úlcera de este!»
–Te lo has trabajado mucho...
–Ha sido muy bonito el proceso. Y por eso las primeras ventas del disco venían con un libro que he escrito precisamente para esto, porque estoy descubriendo tantas cosas bonitas que cómo no compartirlas. Recuerdo momentos en mi casa de estar con un documental puesto de fondo, la biografía de la Niña de los Peines por otro lado y con audios de La Lupi, que ha sido la que me ha ayudado mucho a encontrar el evangelio de La Cañeta. Ha sido un trabajo de campo maravilloso. He tirado de la época en la que estudiaba Antropología y he hecho el trabajo de fin de grado.
–Si la gente supiera todo lo que hay detrás de esa canción que luego baila en una fiesta...
–En este disco hemos conseguido esas dos partes. Que quien quiera disfrutar en la fiesta y tampoco hartarse de estudiar, perfecto; y quien quiera indagar un poco más, que tenga esa opción. Tenía ganas de darle esa tercera y cuarta vida a un disco, que no se quede en lo escucho y me voy a otra cosa.
–Eso no está muy de moda.
–No, por eso es un acto de fe.
«Me siguen pidiendo que rebaje el acento y ponga menos palmas»
–Hay una clara reivindicación de tu identidad, de ese Despeñaperros para abajo, en 'La perra de Despeñaperros'. ¿Eso marca?
–Por supuesto. Era uno de los temas que yo tenía enconado, de los que nunca había hablado de una manera tan 'enfadá', por decirlo de alguna manera. Igual que en otros discos, con 'Que vengan a por mí' o 'Remitente', tenía canciones yendo a la llaga, menos irónicas o graciosas, yo quería que el primer evangelio que sacáramos fuera 'La perra de Despeñaperros' como una declaración de intenciones de historias de Andalucía que nunca nos han contado en los colegios. En los libros de historia yo no he visto ni una página. Del franquismo hay tres, como mucho, pero es que de la historia de Andalucía no hay ni una. Entonces es normal que no terminemos de entender nuestra historia, y que ese mismo no entender lo usen de Despeñaperros para arriba para mirarnos por encima del hombro y reírse de nuestro acento o de nuestra cultura. Llevo ya 13 años viviendo fuera y me lo sigo encontrando. Me parecía bueno y bonito usar mi acento para decir, aparte de cosas de broma, cosas muy, muy, muy en serio.
–Porque, ¿te siguen pidiendo que rebajes tu acento?
–Que rebaje el acento, que ponga menos palmas en las canciones. O llegar a una entrevista y verme a la entrevistadora que viene con todos los enseres para yo hacer un salmorejo. Yo estoy presentando un single y me tengo que poner a hacer un salmorejo. Son cosas que a otros compañeros y compañeras no les pasan. Cuando lo suelto a la gente le sorprende, pero no tanto, porque si miramos un poquito al fondo yo creo que a muchos nos ha pasado esa situación y me apetecía decirlo abiertamente. ¿Por qué no me voy a enorgullecer de mi acento, de mi andalucismo y de mi forma de vida?
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