El humor como ejercicio de salud mental
Les Luthiers llenan el Cervantes en su primera de tres funciones que tienen en Málaga, con su gira 'Viejos hazmerreíres', una reivindicación de la risa como antídoto a casi todo
La vida, uno se da cuenta cuando sales de una función de Les Luthiers, se deja explicar en pocos metros cuadrados. Los mismos, por ejemplo, ... que ocupa el escenario del Teatro Cervantes. Unas tablas, una cortina pesada, los focos que iluminan, un piano y unos cuantos instrumentos de cuerda, algunos hilarantes, como los que utilizó el mítico grupo humorístico en su primera de las tres funciones que están previstas en Málaga. Fueron estos ingredientes suficientes para explicar lo que es el arte de sobrevivir con la cultura y de hacer de las risas y algarabías un ejercicio de salud mental en estos tiempos raros. ¿Qué sería de nosotros sin, de vez en cuando, tener motivo para una carcajada?
Si hay un pueblo que está acostumbrado a utilizar el humor negro y el cante para sacudirse las penas del alma es el argentino. La literatura, la música, el teatro y el humor son apelación y vocación. Confluyeron en una manera de sobreponerse a ese día a día que a veces asfixia y oprime tanto. El grupo humorístico, con su antología que lleva por nombre 'Viejos hazmerreíres', ofreció a los asistentes un antídoto para sobreponerse a esos senderos oscuros, hacerle un corte de mangas a la pandemia y abrazarse a lo que está por venir.
Media hora antes de que empezara la función, prevista para las 21:30, la cola ya atravesaba la plaza frente al Cervantes. Ansias por ver desplegarse un amplio repertorio de humor e ironía, jalonado de frases con doble sentido. Ese que ha hecho de Les Luthiers una marca bien constituida. Hace unos 50 años empezaron a escribirse en tinta china y, salvando el baile obligado de integrantes, nunca ha hecho falta que hagan tabla rasa.
La fidelidad de la que disfrutan Les Luthiers hizo que el aforo cumpliera con las expectativas. Las funciones de este domingo y de mañana, lunes, están igualmente agotadas. Actuaron los integrantes actuales, que son Jorge Maronna, Carlos López Puccio, Tato Turano, Martín O' Connor, Tomás Mayer-Wolf y Roberto Antier. En 'Viejos hazmerreíres', el hilo rojo que cose todo es 'Radio Tertulia', un programa de radio ficticio en el que dos integrantes del grupo opinan de un regadío de cosas sin saber realmente de nada.
Fijado este punto de partida, se empezaron a introducir las obras más celebradas de la trayectoria de Les Luthiers. Las antologías siempre son una apuesta arriesgada por eso de que se presupone que solo habrá caviar y perciben enseguida los bajones. La primera fue la zarzuela náutica 'Las majas del bergantín', que narra la historia de unos marineros que transportan a un grupo de malhechores pertenecientes a una banda de piratas. Sobre el escenario, una sucesión de chistes que se ejecutaron con una mezcla entre labor teatral y algo que recuerda, por momentos, a esos monólogos que tan de moda están ahora.
El medidor para saber si los mensajes dirigidos al público calan fueron las risas. Uno va a ver a Les Luthiers con ganas de pasárselo bien y ponerle rumbo firme a la carcajada. La reacción del público fue la de un movimiento festivo. Especialmente caló la pieza 'Quién mató a Tom McCoffee'. Dos detectives investigan la muerte de este personaje ficticio de una manera muy poco ortodoxa.
En 'Loas al cuarto baño' salieron a relucir los insólitos instrumentos que Les Luthiers fabrican ellos mismos. Un calentador o una tapa del váter, por ejemplo, aparecieron reconvertidos en dispositivos de cuerda. La forma de sacar de estos artilugios un sonido que daría bien en los ascensores provocó otro estallido de risas.
No dolía, tras una hora transcurrida, el estómago pero sí que se había entrenado bien el diafragma. El espectáculo se estiró, en total, hasta llegar a los 90 minutos. Dibujaba, por momentos, una parábola. La risa, como cualquier otra emoción, es algo sumamente personal. Las hay de gatillo fácil, claro. Pero no todo en 'Viejos hazmerreíres' fueron explosiones entusiastas. Éstas volvieron a lo grande cuando se resucitó al maestro Sebastian Mastropiero, personaje ficticio creado por Les Luthiers, con el que llegaron también los instrumentos más estrafalarios de la noche.
Les Luthiers se dejaron uno de los mejores momentos para el bis. Un rap «dedicado a los jóvenes» que, aunque no fueron mayoría, también los hubo por el Cervantes. Además de una buena entonación, se hizo muestra de una sorprendente estabilidad y flexibilidad ósea, con movimientos al más puro estilo 'hiphopero'.
Casi siempre se puede poner alguna pega. Pero no hay más que ver la cara de alegría con la que abandonaba el público a eso de las 23:30 para saber que Les Luthiers, pese a los años, se mantienen como un valor seguro para su parroquia más fiel y como una agradable experiencia de sábado noche para quienes llegan un poco de rebote.
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