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La poeta uruguaya Ida Vitale durante el acto en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. EFE
Ida Vitale: «Descubrí tarde que 'El Quijote' era el libro de mi vida»

Ida Vitale: «Descubrí tarde que 'El Quijote' era el libro de mi vida»

«Comparto con Cervantes el buen humor para asumir todo los riesgos», dice la laureada poeta uruguaya, que este martes recibirá el Premio Cervantes

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Lunes, 22 de abril 2019, 18:44

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«¿Qué he hecho para merecer el premio Cervantes?». Ida Vitale (Montevideo, 1923) se lo pregunta en voz alta, con sus animosos 95 años y ante la nube de fotógrafos y cámaras que la recibe la Biblioteca Nacional de España al inicio de su intensa semana cervantina. La laureada poeta uruguaya se lo cuestiona 24 horas antes de recibir de manos de Felipe VI el gran premio de las letras hispanas en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. «No lo esperaba para nada, y me pregunto por qué no llegó diez años antes para poder responder mejor y con más energía», dice antes de enfrentarse a los informadores y confesar que llegó «tarde» al 'Quijote', y que la universal novela de Cervantes «es el libro de mi vida».

«Me premian por escribir poesía, que no es lo habitual, dado que se puede vivir sin ella, como hace la mayoría de la gente, pero no yo», asegura risueña la poeta uruguaya, que confiesa ser «un bicho nocturno» que al mediodía se halla «aún en estado de lelez». Se disculpa por ello, por llegar tarde a su cita con la prensa y por llevar «varios días improvisando».

Y ¿qué hay de cervantino en la poesía de Ida Vitale? «El buen humor, con el que asumo todos los riesgos», responde explicando cómo llegó tarde a la universal novela de Miguel de Cervantes. «Tuve una infancia rara, con una biblioteca familiar en la que se alternaban las lecturas adultas de mi abuelo italiano con las juveniles, de Ariosto, que mi tío me dejaba leer en italiano, a Julio Verne. Pero llegué tarde a Cervantes. Cuando estaba en el liceo descubrí que 'El Quijote' era el libro de mi vida», asegura.

Para Vitale las aventuras del ingenioso hidalgo se revelaron «como un tratado de psicología precoz para elegir a mis amigos». «Empecé a buscar quijotes y sanchos por todas partes, y ahora me parece más fácil encontrar a sanchos en vida que a quijotes» confiesa divertida. Aclara que le atrajeron «todos los personajes menos Dulcinea, que nunca me interesó».

Elogia también la riqueza del lenguaje cervantino que entonces «como ahora» le obliga a consultar el diccionario. «'El Quijote' no es solo el argumento, los personajes y la diversión. Su lenguaje es mucho más rico y comprensible, de forma que nunca me pareció refinado, cursi o soberbio». «Es transparente», afirma Vitale aclarando que ella se expresa «en uruguayo».

La semilla de la curiosidad

No quiere que a los lectores de hoy les ocurra como a ella y apuesta por que se les facilite una temprana aproximación a Cervantes. «Ojalá las escuelas obligaran a leer 'El Quijote' como el breviario para la vida que es. En sus páginas está todo», asegura. No hay riesgo, a su juicio, en una lectura temprana que plantee más preguntas que respuestas. «Ser claro es esencial, pero no demasiado, para que quede la semilla de la curiosidad. Si no entendemos nada, cerramos el libro, y si entendemos todo no volvemos a él. Hay que encontrar el equilibrio y tener claro que no entender es quizá más importante que entender: que de no entender plenamente surge la necesidad de ir más allá», plantea.

Vitale todavía anda por el mundo «con la misma edición del 'Quijote' que me regalaron de niña». «Tener libros a mano en la infancia es importante», aseguró explicando cómo su afición lectora surgió de una obligación. Cada sábado por la mañana sus padres le obligaban a limpiar la misma biblioteca «y fue la manera de acostumbrarme a que los libros no mordían», recuerda.

«Hablar de una carrera literaria me pone nerviosa: no soy una velocista. Soy muy lenta y nunca tuve la sensación de que tenía que ir en una dirección» ironiza cuando le piden que repase su trayectoria. «Llegar a los 95 es tomar conciencia de que no trabajé lo suficiente», asegura. Recuerda que Galdós tomó el relevo en sus preferencias lectoras. «Salté de Cervantes a Galdós y me lo leí entero» dice con la convicción «de haber cumplido el deber último de todo lector: ser una criatura que absorbe una cultura, la elabora y se la transmite a quienes están cerca».

Tuvo palabras cariñosas para a su amado México, el país que acogió parte de un exilio que le llevó también a Estados Unidos, «cuando la situación política en mi país anunció peligros futuros». «Detesto el picante, es la única cosa que no extraño de México, pero cuando está en la lengua es otra cosa. Me gusta la lengua picosa de México» dijo recordando con afecto su «segunda patria».

Ida Vitale, en La Caja de las Letras. EFE

El «tesoro» de Bergamín

Vitale, que ha viajado a España acompañada por su hija Amparo y dos de sus nietas, Nuria y Emilia, se trasladó desde la Biblioteca Nacional al Instituto Cervantes para depositar en la Caja de las Letras un original mecanografiado de José Bergamín, 'Crítica trashumante'. Es su manera de homenajear a quien fuera su maestro en Montevideo y evidenciar la enorme admiración que aún le depara.

En el cajetín 1191 de la antigua cámara acorazada depositó Vitale el original de Bergamín que permanecerá bajo custodia del Cervantes hasta el 2 de noviembre de 2023, día en el que la poeta cumpliría cien años. Es un «tesoro» que guardaba desde hace años, y que tenía en su poder gracias a que Bergamín fue su profesor en los años cuarenta, en la recién creada Facultad de Humanidades.

«Bergamín llegó a Montevideo muy desamparado», recuerda la poeta. Con tres hijos, y tras perder a su mujer en la Guerra Civil, encontró en la capital uruguaya un entusiasta grupo de alumnos entre los que se hallaba Vitale. «Cualquiera de aquel grupo tendría derecho a tener el manuscrito, pero yo tuve más oportunidad que otros que estaban distraídos», confesó entre risas.

No sabía bien qué hacer con él, de modo que depositarlo en la Caja de las Letras «me deja con la conciencia tranquila». «Todas las cosas se conjuntaron, lo que yo suelo llamar tímidamente el destino, sin saber lo que hay detrás de esa palabra; el azar, porque no todo es improvisación», dijo.

El director del Cervantes, Luis García Montero, agasajó a Vitale con la lectura de 'Mi homenaje' un poema de la uruguaya. Aseguró que actos como el que protagonizó Vitale evidencian «que la verdadera riqueza de un país no es el dinero sino su cultura». «El compromiso que tenemos con el futuro es la herencia que elegimos del pasado», concluyó.

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