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Javier Egea: la muerte acostumbrada

Poesía al SUR ·

Leyó a Lorca para poner palabras «a la trágica pasión de vivir» y convirtió a los explotados, «hombres y mujeres que van al trabajo y sufren», en sus musas. En 1999 silenció, con su suicidio, una de las voces más comprometidas de la poesía española

Viernes, 13 de septiembre 2019, 00:24

Ya había muerto otras veces, aunque aquella vez, hace veinte años, fue la definitiva. El suicidio de Javier Egea en el último verano de los ... años noventa silenció para siempre la voz de uno de los poetas españoles más comprometidos y lúcidos de la segunda mitad del siglo pasado. Las compulsivas lecturas adolescentes de la obra de Lorca, granadino como él, permitieron que encontrara palabras para describir «la trágica pasión de vivir» que ambos compartían y una «constante intuición de la muerte» que en el caso de Egea despertó pronto, desde que, siendo niño, ingirió un tubo de somníferos que lo mantuvo dos días en coma: «Volví a morir con el primer amor, otra vez con la muerte de mi madre, de nuevo con la de mi padre. He muerto en cada relación amorosa de las muchas que encontré o me reservó el destino. He muerto con la explotación y con las guerras. Se muere a diario por la asfixia de las relaciones capitalistas».

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