Javier Castillo: «La serie 'La chica de nieve' es buena, pero el libro es mejor»

-¿Usted ya habrá visto 'La Chica de nieve'?

-Claro.

-¿Se queda con el libro o con la serie?

-Soy más de libro. Disfruto más las historias de los libros y, además, nadie te impone una imagen, sino que tú la construyes. Yo soy de describir el físico de los personajes ligeramente para que la gente se imagine y lo complete. La serie es un lenguaje distinto, pero hay que disfrutarla.

-Juan Gómez Jurado ha dicho que la serie basada en su novela 'La reina roja' es mejor que la novela original. ¿Usted se atreve a tanto?

-La serie 'La chica de nieve' es buena, pero el libro es mejor. Estoy seguro de que van a flipar con la serie y muchos van a descubrir los temas que trato en la novela. No es un 'thriller' de acción al uso, sino que es un 'thriller' dramático, centrado en las emociones. Esa es mi manera de escribir y en la serie lo sientes. Van a reconocer mi estilo.

-¿Tras seis libros ya podemos hablar de un estilo Castillo?

–Tengo un gusto muy particular. Los saltos en el tiempo, los personajes con mucho dolor dentro, los inicios sorprendentes y un protagonista que te atrapa con su propia voz son elementos que me identifican. Estoy seguro de que si publico un libro sin firma, la gente dirá que es de Castillo. Es bonito que te reconozcan, aunque también me gusta sorprender. A ver si algún día escribo algo distinto.

–¿Cómo qué?

–Ahora estoy escribiendo un libro infantil para mis peques e intento que no esté mi estilo personal porque es otra manera de hablar.

–¿Y en una novela? ¿Qué otro género le gustaría probar?

–Escribo cuentos distópicos. También me gusta lo romántico, que me fascina porque lo tiene todo. Los romances tienen un punto de tragedia y yo, que soy fan de que las cosas se tuerzan, podría funcionar bien con ese género.

–¿El mal es más literario que la bondad?

–El mal no es propio de la sociedad. A la gente le llama la atención el mal, porque somos buenos y es distinto a lo que somos. Genera más curiosidad y fascinación leer sobre algo que es radicalmente diferente a lo que somos, que lo contrario. Y la lectura tiene que fomentar esa curiosidad para que la gente quiera seguir leyendo. Como decía David Fincher, en el fondo somos unos pervertidos que nos gusta saber de las atrocidades de los villanos; todos somos unos curiosos de la perversión de los demás.

–¿La alegría no vende?

–También puede funcionar y el humor, pero solo si tu personaje genera empatía y eso solo ocurre si sufre una injusticia. El humor solo funciona cuando el personaje que lo genera te da pena. La serie de moda, 'Machos alfa', son hombres que se enfrentan a una sociedad nueva y te dan pena a la vez que son divertidos.

–Alegría hay en sus vídeos familiares con su mujer, Vero. ¿No es ficción tanta felicidad?

–Nada. Vero hace algo muy bonito que es abrir la ventana de casa. Desde esa ventana se ve lo que pasa por delante, pero hay zonas que no se ven porque forman parte de nuestra privacidad. Hay cosas que obviamente son personales, pero no falseamos nada. No tiene sentido. Se podría falsear la realidad un tiempo, pero no tantos años.

–En los títulos de crédito aparece tras el director como asesor. ¿Cuánto ha pinchado usted en esta producción?

-Mucho. He tenido la suerte de que Netflix y la productora Atípica querían que me involucrara y he estado en los guiones formando un equipo, sin escribir, pero revisando cada capítulo. Ellos hacían la adaptación y yo estaba pendiente del resultado, los detalles y la continuidad. También he tratado de que no nos alejásemos del alma de la novela. Hay adaptaciones que se centran en replicar escenas pero no funcionan en la pantalla. Y aquí yo tenía la idea de adaptar el alma de la novela: una niña que desaparece en una cabalgata y varios años después aparece una cinta de la pequeña jugando en una habitación desconocida. Al mismo tiempo, una periodista que ha sufrido una agresión sexual cree que encontrando a la niña se va a encontrar a sí misma porque se siente perdida. Y a partir de ahí hemos jugado con ideas nuevas o de otros libros para crear una trama que funcione.

-¿Tuvo que luchar mucho para que la trama se la trajeran a Málaga?

-La decisión de elegir Málaga se pareció mucho a como escribo mis libros. Si teníamos decidido que la acción se trasladaba a España, ¿cuál es el mejor lugar para una cabalgata de Reyes? Y Málaga es muy famosa por su Navidad en la calle, por las luces, por su entorno, por los cientos de miles de visitantes. La otra alternativa era Vigo, pero no me llamaba tanto la atención y hay mucho 'thriller' ambientado en el norte. También teníamos la opción de Madrid, pero que se pierda una niña en la capital no tiene tanta trascendencia como si lo hace en Málaga, donde en el entorno local afecta mucho más.

-¿Y por qué se empeñó en que Miren fuera periodista de SUR, dando un toque de realidad al discurso sobre el periodismo?

-Ya desde el libro quería lanzar un mensaje contra el periodismo sensacionalista y me gustaba reivindicar la figura del periodismo real y puro. Y el periodismo local es el que está más cerca de la realidad y alejado de la batalla ideológica. Tenía presente películas como 'Spotlight' y nos gustaba ese punto de un periódico real metiéndose en las entrañas de la trama. La serie quiere llegar a todos los países del mundo, pero desde lo local y real.

-¿Qué espera del preestreno en Málaga?

-Estoy nervioso. Viene mi abuela, mi madre, mi hermano, mis tíos… va a ser una celebración. Ha sido una decisión de Netflix que, después de haber grabado en Málaga, es su manera de agradecer a la ciudad lo que se volcó en el rodaje. Cuando se abrieron los casting se presentaron 3.000 y pico personas… así que el estreno es un bonito gesto.

-Sus libros tienen éxito. ¿Le preocupa la respuesta que tenga la serie?

-Por suerte, soy escritor y a la gente le gustan mis libros. Y la serie la hemos hecho con la visión clara de que le guste al mayor número de personas. Puede servir como una ventana a mis libros, pero el objetivo es que el público se entretenga, se sorprenda y reflexione durante las cinco horas que dura la serie. Si gusta será bienvenida y si no gusta, por suerte seguiré escribiendo. Pero estoy convencido que va a gustar.

-¿Cuál es su crítica de la serie?

-Es una pasada. La fotografía es alucinante y tiene interpretaciones de llorar. Loreto Mauleón está arrolladora, como Milena Smit, Raúl Prieto, José Coronado, Cecilia Freire… Estoy ilusionado. Una vez le preguntaron a Lee Child sobre si le daba miedo que destrozaran los libros en sus adaptaciones y contestó que fue a ver una película de Jack Reacher y, cuando terminó, se fue a una librería y comprobó que su libro seguía siendo el mismo. En mi caso, orgullo absoluto de tener un personaje como Miren y que Netflix haya hecho una serie tan espectacular.

-Siempre ha defendido que sus libros tienen sentido ambientándose en EE UU, pero ahora que se ha hecho la serie en Málaga se demuestra que aquí también puede funcionar.

-Te lo compro y, de hecho, lo podría hacer, pero las historias que he contado me funcionaban muy bien en esos entornos. Y en 'El cuco de cristal' quería marcar el paso de una gran ciudad como Nueva York a un pueblecito diminuto para mostrar el cambio radical de vida que supone. Me leen en muchos países e intento que todo el mundo encuentre facilidad para reconocer lugares. Yo puedo ambientar en España, pero para que me entienda una persona de Polonia o Eslovenia necesitas describir más y eso frenaría mucho el ritmo. En cambio, con Nueva York no tienes ni que describir el lugar.

-Vende en más de 60 países, además de España. ¿Cuáles son los más castillistas?

-En República Checa e Italia, una barbaridad. En ambos acogieron muy bien 'La chica de nieve'. En Polonia fue una locura con 'Miranda Huff'. En Turquía, 'Cordura' arrasó.

-Usted aclara al principio de 'El cuco de cristal' que el pájaro del título es un parásito.

-El gran enigma de la historia es quien es el cuco y gran parte de la novela el lector trata de descubrir dónde está el cuco. Y ves comportamientos de ese pájaro en muchos de los personajes, así que esa filosofía se mezcla con la fragilidad del cristal.

-Aquí se parte de un trasplante y el secuestro de un bebé. ¿Es usted un adicto a las desapariciones?

-En el género negro y el 'thriller' puedes jugar con tres elementos: asesinatos, secuestros o desapariciones. Y en esta novela están los tres. A la gente le va fascinar como se entremezcla lo uno con lo otro y como el tiempo afecta a los personajes.

-Después de firmar 3.000 libros en los últimos días para enviar a los lectores, no le vendría mal un trasplante de mano…

-Ja, ja. No me vendría mal. Creo que es muy importante hacerse el carnet de donante y lo reivindico en el libro porque en España estamos muy avanzados, pero otros países se sigue muriendo mucha gente cada año porque no hay donantes. Ese mensaje está en la novela y reivindico que la gente se haga donante y salve vidas.

-Tenía esta historia muy planificada, pero en el epílogo cuenta que se le rebeló.

-Tenía muy claro lo que quería contar con esa sombra del cuco sobre todos los personajes, pero me di cuenta que había giros, historias y temas que pedían más. Por ejemplo, me di cuenta que el personaje de Edwin -un policía- era muy poderoso y que me permitía jugar a algo que no tenía planificado.

El diálogo se interrumpe cuando una pareja reconoce a Castillo y le pide un 'selfie'. Javier se presta encantado, mientras los lectores le cuentan lo que les atrapó 'El juego del alma'. Un par de clics y se despiden felicitándolo por el embarazo de su mujer, Vero. Todo se le ha juntado al escritor y, tras la serie y la novela, llegará en marzo Pablo, su tercer hijo. Por ahí retomamos la charla.

–Todo ha coincidido: el 25 la premiere en Málaga de la serie, el 1 de febrero la publicación de la novela y el 9 de febrero la presentación de 'El cuco…' también en el Albéniz por lo que la gente que no haya podido ir al preestreno tendrá otra oportunidad. Y en marzo está previsto que llegue Pablo, pero si se adelanta, que puede pasar con un tercer embarazo, me va a pillar en plena promo. Pero en cuanto nazca pararé para disfrutar de esos días. Quiero y necesito estar en casa. No estar en ese momento es el mayor error que uno puede cometer.

–En la novela se dice: «Hay errores que te atrapan y, aunque escapes, te persiguen toda la vida». ¿Cuál es el error que persigue a Javier Castillo?

-Cometí el error de perseguir una cosa que no amaba. En mi profesión anterior -consultor de finanzas-, durante muchos años, no fui tan feliz pese a que era más joven. Me arrepiento de no haber perseguido mi pasión antes, pero claro en aquel momento ibas a ciegas y guiado por tu entorno. Me ganaba la vida, pero no me llenaba. Me arrepiento de no haber sido más valiente, aunque no dejé de escribir en todo ese tiempo.

-¿Cuántos libros tiene que vender para llegar a los dos millones?

- 'El cuco de cristal' se publica con la faja de 1,7 millones de libros vendidos, pero sé que estamos muy cerca. El recuento se hace en marzo por lo que a lo mejor ya lo hemos pasado. Pero intento no fijarme en eso, porque con que te lean 100 lectores hay que estarles muy agradecidos por dedicar tanto tiempo a uno de tus libros.

–En una ocasión me dijo que esperaba despertar en algún momento del sueño...

-Lo estoy peleando para alargar el sueño lo más posible. Lo importante es currar y sentarte a escribir. Pero si te obsesionas con el resultado, no lo disfrutas. Al principio me preocupaba más, pero ahora tengo claro que lo que pasa fuera de mi despacho no lo puedo controlar, así que lo que intento es hacer la mejor novela en cada momento.

-¿Y está preparado para el fracaso?

-Me la juego en cada libro. Intento ir un poco más lejos y probar ideas nuevas. Sería más fácil repetir 'El día que se perdió la cordura' o 'La chica de nieve', pero tengo que disfrutar escribiendo y me gusta jugármela probando estructuras nuevas, misterios diferentes. Si no disfrutas al escribir, se nota.

-¿La literatura es compatible con el 'best seller'?

-Se puede escribir un gran libro y convertirse en un 'best seller', pero por eso ya no es malo. Un 'best seller' es un libro que vende mucho y eso no lo controla quien lo escribe. Ni siquiera la editorial, sino el que lo lee. Y que se sume mucha gente es incontrolable. 'Patria' es un libro literario y se convirtió en un 'best seller'. 'Cien años de soledad' ha vendido millones de libros y es un 'best seller'. Leer tiene que ser disfrutar. Y si lo consigues con una trama brillante, es bueno. Si lo consigues con unos personajes únicos, es bueno. Si lo consigues con una escritura brillante, es bueno. Y unir las tres es un equilibrio muy complicado.

-¿Y usted qué busca como escritor?

-Que la gente se entretenga y se haga preguntas cuando lee. Busco que no quieran mirar el móvil.