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Algunos presos del campo de extermino de Auschwitz en una recreación del día de su liberación, el 27 de enero de 1945. AFP
De Auschwitz al gulag

De Auschwitz al gulag

Heather Morris novela la peripecia de la adolescente que sobrevivió como esclava sexual de un oficial nazi para acabar en el infierno soviético

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Lunes, 23 de diciembre 2019, 17:38

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Sobrevivir al infierno de Auschwitz para acabar en el del gulag. Esa es la terrible historia de Cilka Klein, la adolescente cuya estremecedora peripecia novela la escritora neozelandesa Heather Morris en 'El viaje de Cilka' (Espasa). Es, en cierto modo, la continuación de 'El tatuador de Auschwitz', uno de los mayores éxitos editoriales de los últimos años, y con el que Morris aspira a repetir bombazo.

Cilka sobrevivió en el campo de extermino nazi convirtiéndose, con 16 años, en esclava sexual del comandante de Auschwitz-Birkenau. Ser su amante forzada sería su salvavidas; un ominoso pasaporte a la supervivencia, pero también hacia una nueva condena y al horror de los campos soviéticos.

Tras la liberación del campo nazi del sur de Polonia donde fueron exterminados más de un millón de personas, la mayoría judíos, la joven Cilka fue acusada de «dormir con el enemigo» y condenada a diez años de trabajos forzados en el gulag de Vorkutá, en el corazón de Siberia, a 150 kilómetros del círculo polar Ártico. Acusada de prostituirse y colaborar con sus primeros captores, la muchacha pasaría así del infierno nazi al estalinsita.

La escritora neozelandesa retoma con 'El viaje de Cilka' la terrible historia del tatuador del campo de exterminio

La joven Cilka aparecía ya en 'El tatuador de Auschwitz', la primera novela de Morris, que asegura haber novelado de nuevo una historia real, aunque esta vez hayan arreciado las criticas. El hijastro de Cilka acusó a Morris de desprestigiar a su madrastra, y una investigadora del Holocausto ha puesto en duda la veracidad de la historia, acusando a la autora neozelandesa de escribir un libro «peligroso e irrespetuoso» con lo ocurrido en Auschwitz.

Wanda Witek-Malickan asegura en la revista oficial del memorial Auschwitz que Cilka no fue esclava sexual del comandante Johann Schwarzhuber y que la relación «ni siquiera existió», ya que el oficial nazi habría sido «severamente castigado por ello». Morris se defiende y arguye que se basa en investigaciones, testimonios y entrevistas con presos que se referían a Cilka como «la novia del comandante». No quiere polemizar. Reitera que ha escrito una «novela», que mezcla hechos reales y ficticios, y que «debe leerse como tal». «Soy una autora de ficción, no una historiadora», repite.

Todo parte del relato de Ludwig 'Lale' Sokolov, antes apellidado Eisenberg, y encargado de tatuar los oprobiosos números a los prisioneros que llegaban a Auschwitz. Morris conoció a Solokov por casualidad tras la muere de su esposa Gita y cuando el tatuador pidió a su hijo que buscara a alguien «no judío» para contarle su historia. Su testimonio fue la base del primer libro de Morris, pero Sokolov pidió a la escritora que contara también la historia de Cilka. «Fue la persona más valiente que he conocido y quien me salvó la vida para que yo pudiera contarlo 60 años después», recuerda Morris que le repetía el tatuador, fallecido en 2006, y a quien la escritora prometió que no cejaría en sus esfuerzos para contar ambas historias.

La escritora neozelandesa Heather Morris.
La escritora neozelandesa Heather Morris. Espasa

Morris localizó algunos documentos –la partida de nacimiento de Cilka, sus expedientes escolares con excelentes notas las matemáticas y en deporte, y el certificado de matrimonio de sus padres– y obtuvo testimonios sobre la adolescente de dos grupos de supervivientes de Auschwitz en Australia y en Eslovaquia. Destaca que cuando fue capturada la pequeña Cilka, de apenas metro y medio de altura, «era casi una niña muy inocente y pura», y como «miraba a los guardianes de las SS a los ojos». «Era la pequeña de tres hermanas, pero la que mandaba en su casa con la aquiescencia de su padres, que la trataban como si fuera el chico de la casa. Testaruda y extrovertida, su fuerte personalidad fue lo que le ayudó a sobrevivir, porque, como Cilka, decía, 'morir no es una opción'», rememora Morris.

Auxuliar médico

La escritora visitó cuatro veces el pueblo de Eslovaquia oriental donde vivió Cilka. Conoció a vecinos y familiares, localizó su tumba, la calle en la que estuvo la casa en que la detuvieron los nazis, y la derruida sinagoga donde rezaba con su familia. Morris encargó luego una investigación sobre el campo de Vorkutá, donde la joven fue recluida a los 19 años, y donde siguen muchos de los papeles del gulag que Moscú no ha desclasificado. A partir de testimonios sobre su labor junto a un médico de Georgia en el hospital y en las ambulancias, Morris «imagina» su vida en el gulag y «la interacción con los demás prisioneros».

El vasto complejo del gulag de Vorkutá incluía una mina en la que Cilka habría auxiliado a víctimas de los frecuentes derrumbamientos y «a separar a los vivos de los muertos», dice Morris, autora de una historia recreada mediante diálogos y casi siempre en primera persona, narrando «con las palabras de los personajes» para que «se oyeran sus voces y no la mía».

No descarta Morris mantenerse en la misma senda y abordar otras historias sobre el Holocausto. 'El tatuador de Auschwitz', ópera prima, de la antigua asistente social, copó hace dos años las listas de éxitos en EE UU, se tradujo a 47 idiomas y ha vendido más de tres millones de ejemplares en medio centenar de países. Ha dado lugar a una serie británica de seis capítulos en preparación y se anticipó al alud de ficciones sobre los campos de exterminio nazis.

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