Una 'máscara de papel' frente al virus de la desinformación

'Máscaras de papel' destila ese «doctorando itinerante a través de más de medio siglo al amparo de la constatación impresa de los avatares de lo vivido», como sostiene Carrillo (Málaga, 1944) en la introducción del libro lanzado a beneficio de Cáritas e ilustrado con obras del artista malagueño Javier Calleja. «'Máscaras de papel' no se trata de una modalidad de mascarilla antipandemia. Sepa quien lo intente que estará totalmente desprotegido y presa del bochorno. Pienso, más bien, en que todo artículo periodístico es en sí mismo una máscara de papel; una fina membrana entre el 'ethos' y el 'pathos' que pueden fusionarse entre los hechos y la crónica interpretativa de los mismos; entre la realidad y la recreación«, añade Carrillo en el volumen que cuenta con la colaboración de la Fundación La Caixa.

Además, la nueva entrega del diplomático y académico cierra la tetralogía trazada con 'La paz no es sólo ausencia de guerras' (Edición del Ateneo de Málaga, 2009), 'Cambio de era' (Fundación Málaga y Diario SUR, en su colección Las 4 Estaciones, 2014) y 'Foro abierto' (incluido en la misma colección anterior, 2016).

Y si en todos ellos Carrillo pone su mirada sobre la actualidad, en este último ese pálpito llega todavía más vivo, marcado por la crisis sanitaria cuyo horizonte todavía se atisba difuso. «La máscara de papel más difícil de diseñar es la columna en los periódicos que, con pocas palabras, ha de seducir al fiel e implacable lector. Esa máscara de papel tiene su propia vida con independencia del último grito de pavor en el Líbano o de la desolación dramática y trágica del avance del coronavirus actual que sombrea con negrura y espanto a todo el planeta«, ofrece el autor.

Con prólogo del economista Ramón Tamames y epílogo del embajador Senén Florensa, presidente del Instituto Europeo del Mediterráneo, 'Máscaras de papel' suma también las reflexiones del presidente de la Fundación Málaga, Juan Cobalea, quien firma: «Esta incursión periodística de un diplomático humanista repatriado, responde a un deber, a la obligación cívica de opinar sabiamente desde la sociedad civil, tan imprescindible hoy por la degradación política que practica aquello de 'todo para la sociedad civil, pero sin la sociedad civil'. El papel de dicha sociedad civil es cada vez más inexcusable por la deriva de esclerosis burocrática del Estado, del clientelismo y de la confrontación reinante«.

Y frente al virus de los bulos y el miedo, las mascarillas de papel de la información y la opinión contrastadas.