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Aunque no se lo crean, hasta el próximo viernes todavía queda enero: qué larguito se está haciendo. Si ya cargan con propósitos maltrechos, o si ... nadie les ha podido frenar un poquito el mes, ah, no desesperen. Porque no hay mes que cien años dure y porque, entre tanta hojarasca y desfachatez reinante, les traigo una pócima reconfortante. Tarde, puede, pero vale la pena. Yo llegué a ella gracias a una engañifa promocional, que anunciaba que Apple TV+ abriría su canal gratis durante un fin de semana. Luego resultó que no, que las puertas abiertas no lo estarían en España, o no del todo. Total que con la puerta en las narices y viendo por encima el escaparate de la plataforma, me lie el mando a la cabeza y me hice suscriptor. Qué le hace una raya más al tigre. Y desde aquel día, como diría nuestro adorado Raphael, me he entregado sin fisuras al entrenamiento mental con el 'coach' más adorable del audiovisual reciente. Les hablo de 'Ted Lasso', nombre inolvidable de esta tragicomedia sobre los avatares de un estadounidense que llega a Londres a entrenar a un equipo de la Premier League, con más mano izquierda que conocimientos futboleros. La serie tiene sus añitos, casi un lustro. Pero suenan frescos y fieramente humanos todos sus diálogos. Engancha su humor a la vieja usanza, de camaradería, de regusto desacomplejado a la cultura pop, a la memoria televisiva. Y son abrazables todos los personajes, desde Jason Sudeikis, protagonista y creador de esta ficción, una suerte de Super Mario jovial e inocentón pero con mucho a sus espaldas, ay, hasta la dueña del equipo, la enorme actriz Hannah Waddingham, pasando por un elenco de secundarios de categoría. Entre chascarrillos y entrenos, entre charlas de vestuario y pintas de pub, todo provoca ternura y ganas de más, de estar ahí, de ponerse a celebrar goles y llorarles sus dramas menores. Con dos temporadas excelsas y una tercera rutinaria pero que defiende bien, 'Ted Lasso' arrasó en los Emmy gracias a ese oasis de fraternidad casi insolente en un mundo ahíto de eneros y artificios.
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