Javier Castillo: «Pensé que era un genio, pero me di cuenta de que he tenido mucha suerte»
Tras vender 650.000 ejemplares de sus tres primeras novelas, el autor malagueño regresa con 'La chica de nieve', un 'thriller' en el que retrata su peor pesadilla
Viene de riguroso negro, pero con unos vaqueros rasgados por las rodillas. Como de estrella del rock. O del deporte. En realidad, Javier Castillo (Málaga, ... 1987) es escritor, pero dice que viene a un partido de tenis con el objetivo de devolver todas las preguntas y que la bola caiga dentro del campo. La publicación el próximo jueves de su cuarta novela, 'La chica de nieve', es la excusa que lo trae a la cancha así que empezamos a pelotear sobre sus miedos presentes en el libro, intercambiamos drives sobre sus 650.000 ejemplares vendidos de 'Cordura' y 'Miranda Huff', voleamos sobre su éxito desmedido y recibe algún revés sobre su omnipresencia en redes sociales. Alguna no se espera, pero se nota que viene entrenado.
–Hace unos meses me dijo que era la novela que más le había costado escribir, ¿por qué?
–Soy padre de una niña y un bebé y la novela narra la desaparición de una pequeña de tres años en una cabalgata de Acción de Gracias en Nueva York. Perder a los hijos es un miedo que cualquier padre tiene y en el proceso de escritura lloraba y pensaba que no podía pasar esto. He cambiado parte de la trama que tenía planificada, porque me sentía incapaz al ser padre. En la pasada cabalgata de Reyes de Fuengirola fui con mi hija en brazos y no la solté. Esta novela es sobre lo que más temo.
–¿Se ha dulcificado?
–No. Todo lo contrario, es mi novela menos dulce, pero la más emocionante. Un 'thriller' dramático en el que hay mucho sufrimiento.
–¿Por qué eligió la investigación periodística para esta novela?
–Quería darle un trasfondo real con una estudiante que evoluciona en la novela y consigue un puesto en un periódico y se adentra en esta trama. Representa lo contrario a esa otra prensa que renuncia a la verdad y al respeto por ganar visualizaciones y lecturas.
–¿Ha sido víctima de esa prensa?
–Alguna vez lo he tenido que aclarar con personas aludidas. Un buen amigo me dijo que una entrevista como ésta es un partido de tenis en el que lo más importante es devolver la pelota dentro del campo. Una jugada arriesgada al límite de la dialéctica, puede salir caro.
–Bueno, a ver si consigo que me la devuelva fuera del campo.
–Ja, ja, exacto.
–¿Con quién se tuvo que disculpar por esos malentendidos?
–Tuve que aclarar con Fernando Aramburu un titular que ponía lo contrario a lo que yo había dicho.
«Cualquiera puede ver el salón y la cocina de mi casa, porque no tengo nada que ocultar»
PRESENCIA EN REDES SOCIALES
–Cuarta novela. ¿Ha dejado de ser una promesa?
–Tengo la sensación de que cada novela va a ser la última y que este 'boom' no seguirá. Por eso mi obsesión es seguir escribiendo como el primer día, para disfrutar, no por sentirme escritor.
– «El 'thriller' perfecto que va a cambiar las reglas del género». La promoción de 'La chica de nieve' es ambiciosa…
–La frase es de los expertos en marketing que piensan que hay algo más en el libro. Creo que se refieren a lo que ocurre en la novela.
–¿Y qué ocurre?
–Al principio piensas que los protagonistas son unos y después son otros. Es un juego de espejos y de espacios temporales muy diferente, y la resolución es sincera y emocional. Lo normal de un 'thriller' son disparos, explosiones y asesinatos, no tanto sentimiento.
–Ha vendido ya 650.000 ejemplares de sus novelas. ¿Es rico?
–No me puedo quejar. Un libro de éxito en España vende 10.000 o 15.000 ejemplares, pero lo que me ha ocurrido a mí no es normal, soy la excepción. No se lee poco, pero ojalá se leyera mucho más para que hubiera más autores que puedan vivir de esto y no solo los 40 ó 50 que lo hacemos. Lo habitual es tener otro trabajo para poder mantenerte. Hay periodistas, presentadores, tertulianos, profesores... que también escriben.
–De hecho, las editoriales promocionan más los libros de presentadores y youtubers que los de escritores.
–La literatura es la única profesión que no es egoísta, cualquiera puede escribir un libro y eso es bueno. Que los que más promocionados sean los famosos es normal.
–¿Alguna vez le ha pesado el éxito de 'Cordura'?
–Al principio sentí incredulidad, luego pensé que era un genio y después llegó la humildad. Cuando hablas con otros escritores, te das cuenta de que has tenido mucha suerte. He intentado conectar con la gente a través de las emociones pero no es que sea un superdotado, sino que lo que hay detrás es mucho trabajo, revisión y correcciones. Esto es una carrera a largo plazo y el ego no escribe novelas, sino que te borra líneas.
«La literatura no es egoísta, cualquiera puede escribir un libro»
la profesión de escritor
–¿Qué es lo negativo del éxito?
–Pues escribir sintiéndote más responsable y con la sensación de que la gente lo va a leer independientemente de que sea un churro. ¡Ah!, y lo que más echo de menos es el tiempo. O estoy escribiendo o de promoción, y los ratos que tengo es para estar en familia.
–¿Su peor pesadilla es que 'La chica de nieve' no se venda?
–Esto es un libro y ojalá a la gente le guste, pero si no tampoco será el fin del mundo. Mi mayor pesadilla es que le pase algo a mi familia como ocurre en la novela.
–¿Sigue sin agente literario?
–Sigo, sigo.
–Pero eso es como si Mbappé o Vinicius andaran sin 'repre'.
–Es que estoy en la mejor editorial que puedo tener (Suma). Ya estoy jugando en el Real Madrid y no necesito cambiar de equipo ni que alguien exija por mí.
–Usted tiene muchos seguidores en Instagram, más de 313.000, pero en casa tiene alguien que le gana, su pareja y especialista en moda Verónica Díaz, que casi le dobla. ¿Es una cura de humildad?
–Sí. Aunque tengo que decir que la mayor cura de humildad es mi abuela. La primera vez que estuve firmando libros en Sant Jordi, al día siguiente almorcé en el Palacio Real junto a otros escritores y de vuelta vine en el AVE con Dolores Redondo. Llegué a casa fascinado de ese mundo literario y se lo conté a la familia con ilusión y orgullo. Entonces mi abuela me espetó: «Todo eso está muy bien, ¿pero tú has cenado?». Y entonces supe que nada había cambiado.
–¿Publicar en papel y tener gran presencia digital es la nueva forma de entender la literatura?
–Antes la persona tenía tres facetas: el yo personal, el yo profesional en el que eres una persona distinta y el yo sexual que tampoco tiene nada que ver con las otras dos. Y ahora se ha abierto una nueva que es el yo digital, que también es parte de ti y puedes crearte una personalidad diferente a las otras. Yo comparto cosas personales, pero también inquietudes literarias que de otra manera no lo haría.
–También protagoniza vídeos con su familia en Youtube. ¿No es demasiado exponerse?
–Hay gente que pone su privacidad en la puerta de su casa, otros en la puerta de su cuarto y otros que son más exhibicionistas muestran hasta su dormitorio. La línea de la privacidad la coloca cada uno donde están sus valores y eso es tan personal como creer en Dios.
–¿Y cuál es su línea?
–Cualquiera puede ver el salón y la cocina de mi casa, porque no tengo nada que ocultar. Me gusta como soy en ese ámbito. Yo sería incapaz de meterme en un 'reality' porque no podría con la presión de una cámara encima. Y lo nuestro está muy medido y filtrado. Nunca publicaría donde vivo o el colegio de mis hijos.
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