Jared Leto y sus Thirty Seconds to Mars en Marenostrum: marcha triunfal y público extasiado
La banda ofrece un espectáculo impactante con muchos giros inesperados y sorpresas
Jared Leto es vitoreado desde el principio. Entra en escena como un ángel del futuro. Asoma por una de las torres de vigilancia del castillo ... Sohail y desciende en tirolina hasta el escenario principal. Vestido de blanco y con gafas de sol futuristas. Hay maneras épicas de empezar un concierto y luego está Jared Leto. Con Thirty Seconds to Mars, como él mismo dice, afronta cada concierto como si fuera el último. Unas 10.000 personas comprueban en estos momentos que iba cumplir con su palabra. Hasta Marenostrum de Fuengirola llega la banda californiana este martes, como un punto más en su gira europea.
Es curioso. Con Thirty Seconds to Mars, primero llega la marcha triunfal y luego el espectáculo. Antes de que Leto entone la primera palabra o arranque la primera canción, la multitud ya es un hervidero. Chillidos, apretones de manos, selfies y abrazos. Los integrantes de la banda, considerados algo así como rockeros alternativos, se muestran accesibles. El público, en una noche de verano calurosa, ya está extasiado. Hay fenómeno fan en el ambiente, sobre todo entre la asistencia femenina.
Entonces, poco a poco, se va destapando una obertura tan estridente como gloriosa. Por momentos, jalonada con los grandes éxitos que tiene la banda en su medallero. 'Up in the Aire', 'Walk on Water' o 'Kings and Queens'. El concierto ya es un alboroto. Mucho mérito está en el propio Leto, que va intercambiando su papel de rockstar con el de animador. Quiere que el auditorio se agache, salte, baile, aplauda, cante… Algunos afortunados son llamados al escenario.
Su hermano Shannon Leto, mientras tanto, aporrea la batería y Stevie Aiello se encarga de los bajos. El volumen se mantiene alto y es algo que se agradece, al menos para el que suscribe. Un concierto debería dejar un leve pitido en los oídos para poder aspirar a las notas más altas.
Además de la música y una interacción constante con los fans, hay mucho más en un concierto de Thirty Secondos to Mars. El de este martes se aproxima a las dos horas. Fuegos, bengalas, pirotecnia como para dar envidia a un fallero. Varios cañones de confeti se vacían por el camino. Si hay alguien que sabe de qué va una actuación exitosa, claro, ese es Jared Leto.
Desde el público, uno tiene la impresión de que está teniendo el privilegio de conocer a la verdadera persona que hay detrás del actor. Cuando haces películas, interpretas a alguien diferente. Hay un guion, hay más actores y cámaras. Cuando se hace música, uno se muestra como es.
Tener carisma
Después de una hora tocando, el concierto ya es más bien un gran acto participativo para avanzados. Suenan 'Hail to the Victor' o 'This is war', entre cañones de fuego y más confeti. En la parte central del concierto, Jared Leto sale al escenario y realiza un 'solo' con la guitarra española. Las pulsaciones bajan por unos momentos cuando interpreta temas en acústico como 'Attack'.
La tranquilidad es un espejismo. El espectáculo termina por todo lo alto con 'Closer to the edge' y con otro puñado de personas invitadas a subir al escenario. Se confirma la sensación de que Jared Leto es mucho más que un actor. En Fuengirola demuestra que también es un auténtico rockstar.
Es legitimo preguntarse qué le sigue motivando para subirse al escenario cuando no tiene necesidad. La respuesta, quizá, hay que buscarla en un afán de cosechar dopamina natural por partida doble. Ese roce invisible de la fama tiene que ser incomparable. A los más profanos les queda el disfrute de haber asistido a un concierto de esos que se incrustan en la memoria y seguirás recordando para siempre.
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