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El estrés y la tensión son sentimientos habituales entre los productores cinematográficos durante un rodaje. La cantidad de factores a controlar obliga a mantener la ... concentración al máximo para que todo se desarrolle según lo previsto. En el caso de Adrián Ordóñez, director y productor del cortometraje 'Inquilinos', que se estaba grabando esta semana en la localidad malagueña de Archidona, un contratiempo inesperado, y especialmente grave, interrumpió por completo la jornada de trabajo.
A las 12.33 horas del mediodía, en plena escena y con actores como Salva Reina y Melanie Olivares en acción, se produjo un apagón total. Todos los dispositivos electrónicos dejaron de funcionar sin previo aviso. Ordóñez, que observaba el combo de cámaras, se quedó sin señal de repente. El equipo técnico revisó de inmediato la instalación eléctrica del set, pero todo parecía estar en orden, lo que generó aún más desconcierto.
Poco después, uno de los técnicos consiguió algo de cobertura en su teléfono móvil y confirmó que el apagón no era un fallo local. La interrupción del suministro afectaba a toda Málaga, y también a otras provincias e incluso zonas de Portugal. Fue entonces cuando el equipo comenzó a ser consciente de la magnitud del problema.
Salva Reina, actor malagueño y reciente ganador del Goya 2025 al Mejor Actor de Reparto por su papel en 'El 47', recordó lo vivido como un momento «muy loco». Según sus palabras, estaban completamente metidos en la escena cuando todo se apagó de golpe. El silencio que se hizo fue, para él, tan inesperado como inquietante, y nadie sabía en ese instante si se trataba de un fallo técnico aislado o algo mucho más serio.
Ordóñez confesó sentirse abrumado por la situación. Tenía al equipo técnico y artístico preparado, los actores concentrados y los decorados listos. Además, la escena en cuestión exigía una iluminación muy concreta, ya que transcurría en el interior de una vivienda. Aplazar el rodaje era inviable, por lo que el bloqueo inicial dio paso a un momento de crisis. Aun así, tanto él como su equipo compartían una convicción firme: «el corto debía salir adelante», se decían entre ellos.
En medio del caos, una voz entre el equipo trajo un poco de luz. 'Crespillo', uno de los técnicos, anunció que tenía un generador guardado en la furgoneta. Aquello abría una posibilidad real de continuar. Ana, otra integrante del equipo, no dudó en salir corriendo por el pueblo para pedir ayuda. «Necesitamos gasolina», gritaba a su paso por las calles de Archidona
Salva Reina destacó el nivel de compañerismo que se vivió en ese momento. Según relató, todos se volcaron para buscar soluciones. Él mismo intentó conseguir cobertura caminando por los alrededores para poder contactar con su familia. Aun con la tensión, el ambiente se mantuvo unido y positivo. «Nadie se quejó», aseguraba, y todos remaron a favor del proyecto.
La respuesta de Archidona no se hizo esperar. Un vecino del pueblo ofreció seis litros de gasolina procedente de su finca, lo que permitió arrancar el generador. Con la corriente eléctrica suministrada por este motor externo, el rodaje pudo continuar en condiciones improvisadas pero efectivas. Para Ordóñez, aquello fue un punto de inflexión en una jornada que parecía perdida. «Fue un momento de crisis muy emocional, pero al final salió adelante. Cada uno pudo volver a casa con la sensación de haber salvado algo especial», resumía el director.
El actor malagueño también quiso subrayar el papel de los vecinos. Contó que, además del combustible, algunos ofrecieron comida y, sobre todo, mucho ánimo. «En un rodaje no se te olvida quién te tiende una mano cuando todo se complica», dijo, valorando la solidaridad local como una de las cosas más memorables de la experiencia.
La solución funcionó, pero con limitaciones. Se lanzaron cables por la calle, se reiniciaron las cámaras, las luces y el resto del equipo, y se retomó el rodaje. Sin embargo, el generador tenía autonomía limitada. A lo largo de la tarde, los técnicos informaban constantemente a Ordóñez del tiempo restante de funcionamiento. «Te quedan tres horas... dos y media... dos...», le decían mientras el trabajo avanzaba contra reloj.
A pesar del estrés, la jornada pudo completarse. Ordóñez destacó la entrega de todos los implicados. «El equipo se convirtió en uno solo. Y al final lo hicimos. Va a quedar algo increíble», expresó con orgullo. Añadió que la experiencia le había enseñado a gestionar mejor las emociones en situaciones de presión extrema.
Como anécdota final, confesó entre risas que a partir de ahora intentará llevarse dos generadores a los rodajes, «por si acaso». Una lección práctica y simbólica de una jornada que comenzó con incertidumbre y acabó en victoria colectiva.
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