FreakCon bate su propio récord con 36.000 visitantes
Con un domingo más movido de lo habitual, el evento alcanza su objetivo, aunque los comercios no logran la previsión de ventas esperada
Un padre, vestido de jedi, enciende la espada láser de juguete que lleva en la mano. Aunque es de día, el tono verdoso de la ... luz y los sonidos que esta emite se escuchan en la zona de aparcamientos del Palacio de Ferias y Congresos de Málaga. Sus dos pequeños, de entre cinco y siete años, con disfraces de Capitán América y Thor, se enfrentan a él mientras la madre graba ese momento de felicidad con su móvil móvil. La escena capta la esencia de una convención de este estilo: reunir a personas de todas las edades bajo una afición común, la de la cultura popular.
Los frikis, término que hace años tenía una connotación peyorativa, se congregan por miles en Málaga. Concretamente, por esta cuarta edición de FreakCon han pasado 36.000, una cifra que supera a todas las anteriores. Pero es que en el fondo, todos somos frikis de algo. A todo el mundo le apasiona una serie, un libro, un deporte, un videojuego o un grupo musical. Y eso es lo que se busca en un evento que toma por nombre el término inglés «freak» y lo hace suyo. Tras sus puertas había opciones para todos los gustos. En la zona de «photocalls» había escenarios de Toy Story, Peaky Blinders, Juego de Tronos, The Mandalorian, La Casa de Papel o Pesadilla antes de Navidad. Los que querían videojuegos tenían a las grandes compañías mostrando sus entregas más competitivas (Nintendo, PlayStation y Xbox), además de las zonas con ordenadores o recreativas arcade.
Si el frikismo es más bien musical, había karaokes, juegos de baile y pantallas para la música coreana. Zonas de lucha para los amantes de series como 'Vikingos', deportes como Aikido o el ficticio Quidditch. Es decir, FreakCon satisface las necesidades de un público que busca pasar un fin de semana diferente, con gente que comparte sus mismas aficiones. Y, sobre todo, dejando a un lado la vergüenza. Si alguien quiere ponerse unas orejas de elfo y pasearse con ellas, aquí nadie le mirará extrañado. Si una persona decide dedicar su tiempo a elaborar un disfraz para lucirlo durante la convención, será uno más entre muchos. Un mundo abierto que, pese a ser criticado en ocasiones por gente que lo concibe como «algo infantil», sería conveniente recapacitar en lo que hacemos en conocidas festividades o deportividades.
Frente al sábado, la afluencia del domingo decayó (16.000 asistentes), como de costumbre, aunque para sorpresa de muchos, cuando el reloj marcaba las 19h, que normalmente ya suelen quedar pocas personas, el movimiento de visitantes por los pasillos era constante. A esa hora comenzaba Isaac Sánchez su charla con David Lloyd. Sánchez, que ha dejado atrás el personaje de Loulogio que le dio fama, es ahora un autor que logra que haya una cola constante en su estand para que firme cómics: «FreakCon tiene la magia de esos eventos donde se respira cómic, se respira euforia y la gente es muy activa, algo que se aprecia en los asistentes». Y aunque haya colas, también hay quienes las amenizan, como el violinista Uriel, que pone música a las esperas con bandas sonoras y música rock mediante un instrumento clásico.
Pero no es oro todo lo que reluce y tampoco se puede contentar a todo el mundo. Este año, los comercios se quejaban de una bajada de ventas respecto al año anterior de entre un 25% y 30%. «Pueden subir los visitantes, pero la mayoría se dedican a pasear y no compran nada. Hay otros eventos mucho más pequeños, con un público más afín, donde se vende lo mismo, así que algo falla», explican desde la tienda malagueña Junius-Seven. Comentario al que se le unen otras que aportan cifras similares, como Blue Star o Comic Stores.
Asimismo, otra problemática que se da en este tipo de eventos es el descontrol que hay en la originalidad del merchandising. Aunque se les avisó expresamente de ello por escrito, hay puestos que venden figuras algo más baratas de lo habitual, pero que en realidad son réplicas, por lo que al no contar con la licencia oficial son ilegales. Este tipo de acciones, en una convención a la que han acudido empresas como Bandai o Hasbro, levantan bastantes ampollas.
Por último, dentro de los aspectos negativos, que como todo evento es normal que haya, se encuentra la diversidad de oferta. Por una parte se podría entender como algo positivo, pero por otra, genera situaciones tan sorprendentes como el tener a un autor de la talla de David Lloyd sin cola para firmar nada. «Lo que más me ha llamado la atención es que no hay mucho cómic. Hay un par de estands grandes y alguno pequeño que vende cosas sueltas, pero entiendo que es porque FreakCon quiere englobar mucho más que cómic», explica Franscisco Calderón, editor de ECC Ediciones, editorial que asiste de forma continuada a los principales salones del país.
Pero como el propio Calderón dice, FreakCon está en una zona privilegiada, que abarca todo el sur del país. Es un evento que apunta a poder competir con los dos grandes de España de temática similar, el Salón del Cómic de Barcelona y la Heroes Comic Con (Madrid y Valencia), aunque aún le queda recorrido. Eso sí, cada año mejoran algo, como traer a un autor de cómic internacional en esta edición. Seguro que en la próxima edición, el padre jedi repetirá visita junto a sus dos pequeños, aunque puede que con otro atuendo.
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