Fran Perea hace explotar los recuerdos
Lleno absoluto en el Echegaray para asistir al estreno de 'Souvenir', una obra compleja que supone el debut en la dirección teatral del actor malagueño
Con los nervios propios de una primera función pero también con la tranquilidad de que da jugar en casa, anoche el teatro malagueño vivió una ... velada para recordar. No quedaron entradas disponibles para el estreno absoluto de 'Souvenir', el quinto montaje escénico producido por el programa municipal de la Factoría Echegaray y el primer y prometedor texto que cae en las manos de la dirección del actor Fran Perea. Tampoco es el único talento malagueño en este trabajo en el que destaca sobremanera la escenografía de Dita Segura y Juan Heras, el complicado texto del guionista y dramaturgo Pablo Díaz Morilla y un trío actoral que se adhiere a su papel como una ventosa.
En el nutrido patio de butacas había gente conocida en el mundo del teatro, gestores culturales, muchos periodistas y varios políticos en una comitiva encabezada por una aparición estelar y efímera del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, en uno de sus ya míticos actos de presencia. La expectación del público por chequear este debut de Perea era máxima, y el actor salió al final a saludar; antes sólo había aparecido en la obra en forma de voz en off durante uno de los tantos números de luces y sonido de este espectáculo que merece una pena que por cierto es poca: a partir de mañana el Echegaray pondrá en escena diez funciones de esta obra a precios irrisorios, además de una función matinal el sábado a las 12.30, donde además te invitan a vermú.
'Souvenir' es un cuento difícil que oscila entre la historia de amor y la terapia conductual. Pone en escena una historia verídica, la del periodista ruso Solomon Shereshevski, quien sería a principios del siglo XX el primer diagnosticado en el mundo de hipermnesia. La enfermedad consiste en una exaltación incontrolable de la memoria, y en este caso nos viene acentuada por una sinestesia de manual, otro desequilibrio que consiste en confundir unos sentidos con otros, y que además es capaz de aportar al texto unos jugosos juegos de palabras y unos delirios francamente disfrutables. Al principio la psicopatía toma la forma de una milagrosa habilidad casi circense, como tantos dones que tantas veces se han confundido y mezclado con enfermedades mentales, pero pronto se transforma en el detonante dramático que hila esta tragicomedia genialmente protagonizada por Ángel Velasco en el papel de Solomon, un personaje que lucha sin descanso por no quedarse a vivir en los recuerdos y encontrar su lugar en el mundo, y su sufridora compañera Magda, interpretada por la también magnífica actriz Esther Lara.
Mención aparte merece el papel del neuropsicólogo Aleksander Luria interpretado por un barbudo Steven Lance, que además protagoniza varios momentos de humor que son seguramente los más agradecidos de este texto. Parece mentira que una obra encabezada por tantos artistas debutantes pueda llevar a la audiencia a cotas tan altas. La historia de Solomon, un hombre que tenía un tornado en la cabeza, contagia de esta ansiedad a una audiencia que respondió con una sonora ovación el término de una meritoria función que trata del corte que produce ese cristal afilado: el agudo punto muerto que discurre entre la memoria y el olvido.
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