'Eric': un niño perdido y el monstruo dentro
Empecé a ver 'Eric', una nueva miniserie de 6 capítulos que emite Netflix, con poco interés por culpa de lo que sabía de su argumento. ... Las historias de desapariciones han sido abordadas tantas veces que hasta las nuevas parece que nos las han contado antes. Se hace difícil innovar debido a su insistencia, tanto en la ficción como en la realidad, y podrían enterrarnos en series, novelas, películas y hasta canciones que hablan de alguien que desaparece. En mi casa se veía 'Quién sabe dónde', el programa dedicado a la búsqueda de personas evaporadas que conducía Paco Lobatón; el periodista afirmó años después que la inmensa mayoría de los desaparecidos era gente que no quería ser encontrada. El dilema moral es enorme. El misterio, arrebatador. Pero cuando hay un niño de por medio, las condiciones dramáticas aumentan. Sobre todo si el desaparecido es tu hijo.
Benedict Cumberbach interpreta a un marionetista que trabaja en un exitoso programa infantil, aunque su vida personal está lejos de ser brillante, y, además de la toxicidad que le habita, pierde aún más la cordura cuando su hijo de nueve años desaparece de camino al colegio, así, pum, de repente. Su sufrida esposa es Gaby Hoffmann, inolvidable hija rebelde en 'Transparent', que hace lo que puede por mantener la calma. En esta serie los personajes están tan bien definidos como interpretados. Un personaje clave es un detective gay y afroamericano, que lidia con sus propios demonios y que se convierte en un inesperado aliado en la búsqueda de Edgar mientras cuida de su novio, enfermo de sida. La ciudad de Nueva York de los años ochenta es el escenario de la serie. Ahora parece muy sofisticada, la capital del mundo y de lo 'cool', pero en los 80 se cometían cientos de delitos cada semana, atracos y asesinatos, y luego estaba la epidemia del sida que acabó, como en una purga, con un porcentaje altísimo de toda la población gay y transexual de la ciudad, quienes lo vivieron decían que caía a un funeral de un amigo a la semana. Lejos de ser un personaje de cuotas, la creadora, Abi Morgan, se sirve de los personajes para transmitir algo profundo sobre el contexto.
Pero si hay algo donde de verdad la serie brilla es precisamente en Eric: un monstruo creado por el niño con la intención de que fuera un personaje del programa del padre y que así le hiciera algo de caso. El muñeco aparece en la imaginación del padre e interactúa con él. Eric, con ese aspecto entre lo ridículo y lo aterrador, se convierte en una personificación de su mente, en el aspecto más íntimo de su personalidad. Simboliza la pérdida, la enfermedad mental, la lucha interna. Su presencia en la serie añade una capa de profundidad y simbolismo. Eric es el monstruo que habita dentro de nosotros, el que nos dice lo mal que lo hacemos y el que nos invita a salir a bailar, que grita por la noche y habla bajito de día, impone la eterna búsqueda que a veces nos somete cuando podríamos conformarnos con lo que dábamos por seguro.
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