Katy Navarro: «40 años después me sigo poniendo nerviosa al maquillar a una novia: es su día y no le puedo fallar»
Por sus brochas han pasado cientos de caras conocidas y aparece en el álbum de bodas de muchas parejas malagueñas
Katy Navarro empezó como maquilladora profesional en Málaga antes incluso de que existiera como 'profesión'. Lleva 40 años entre pinceles y por sus manos han ... pasado cientos de caras conocidas porque, entre otros, trabaja desde hace décadas en la Temporada Lírica del Teatro Cervantes así como en el Festival de Cine de Málaga. Pero también aparece en los álbumes de fotos de cientos de novios en Málaga en su gran día, trabajo que compagina con su puesto como maquilladora en Canal Málaga y en el espectáculo 'Imagine' en Sohrlin.
–¿Cómo le dice una niña a su madre: 'Mamá, quiero ser maquilladora'?
–Siempre me ha gustado todo el tema de belleza. A los Reyes Magos siempre les pedía una muñeca para peinarla. ¡Era super feliz poniendo guapa a la muñeca! Así que estudié FP de Estética, porque pensé que si hacía peluquería lo mismo toda la vida tocando pelos iba a ser un poco aburrido. En Estética estaba la asignatura de Maquillaje y para mí esa era lo más.
–Y ya llevas casi 40 años maquillando a media Málaga y no te queda casi famoso al que arreglar...
–Jajajaja. Y tampoco me queda ningún sector en el que trabajar, porque he hecho musicales, cine, series, documentales, programas de televisión... Lo único que no he hecho ha sido vender maquillaje, que tampoco me importaría, porque atender en una tienda y poder estar todo el rato jugando con productos me encantaría. He tenido muy buena suerte, porque llevar tantísimos años pudiéndome dedicar al maquillaje me parece un lujo.
–¿Te acuerdas de la primera persona a la que te impactó maquillar?
–Fue durante la Expo 92 en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, por donde pasaron todos los grandes de la ópera. Cuando me enteré de que tenía que maquillar a Alfredo Kraus, yo decía: 'Madre mía, qué susto, qué responsabilidad'. Luego me encontré a un señor encantador y muy amable. Fue la primera vez que tuve la sensación de decir 'he maquillado a alguien importante'. ¡Me parecía que era un dios! Y justo poco después también me tocó maquillar a Plácido Domingo.
–Ya que has maquillado a tantas miles de personas, ¿son peor los famosos o los anónimos?
–He maquillado a mucha gente famosa y, sorprendentemente, la gente que empieza a ser conocida suelen ser los peores. La gente que lleva muchos años en el sector ya sabe lo que hay: hoy estás arriba... pero mañana puedes estar abajo.
–¿Y son más presumidos los hombres o las mujeres?
–Pues igual, sobre todo entre los que se dedican al mundo del artisteo, donde todos tienen su puntito de ego.
«He maquillado a muchos famosos y, sorprendentemente, los que empiezan a ser conocidos suelen ser los peores»
–Apareces en el álbum de fotos de bodas de media Málaga. ¡Menuda responsabilidad!
–Nunca se me ha ocurrido contar cuántas bodas han sido, pero es verdad que son muchísimas desde que empecé. ¡Y me sigo poniendo nerviosa cuando maquillo a una novia! Es que pienso que es su día especial y que no le puedo fallar.
–Tantos años entre brochas tendrás miles anécdotas jugosas para contar. ¿Alguna que recuerdes curiosa... y que se pueda rememorar?
–En una ocasión me tocaba maquillar a una persona conocida y me dijeron que tenía que disimularle un ojo morado porque se había dado sin querer jugando con una raqueta de pádel. Luego resultó que hablando con el personaje no había sido así, sino que la noche anterior había estado involucrado en una bronca en una discoteca y le habían puesto el ojo morado. Pero, claro, pensarían que era más glamouroso decir lo del pádel (risas).
–La silla de maquillaje entonces es casi como un confesionario, ¿no?
–La gente se relaja, habla contigo, te cuenta muchas cosas... Pero lo bueno es que saben que cuando salen de maquillaje, eso se queda ahí. A mí me han propuesto varias veces de escribir un libro, pero siempre digo que se me ha olvidado todo. Sabes que no lo puedes contar, porque si no, no puedes dedicarte a esto. Si yo contara lo que me han dicho, o lo que he visto...
–¿Y el lugar más extraño en el que has maquillado?
–Uf, creo que he maquillado en todos lados: en la playa, en lo alto de una roca, en el maletero de un coche, en un pasillo...
–Si pudieras maquillar a cualquier persona viva o muerta, ¿quién sería?
–Pues no tengo una persona concreta. He maquillado a tantas y todas me han parecido importantes.
–¿Te ha pasado alguna vez que alguien te ha pedido un look concreto y tú le has dicho que no le va a quedar bien y aun así se lo has tenido que hacer?
–Sí. Eso me pasa en ocasiones con las novias. Pero bueno, es su gran día, les apetece eso y dentro de lo que me piden voy a adaptárselo a su cara.
–Si fuera un producto de maquillaje, ¿cuál sería?
–Pues la base de maquillaje, porque unifica la piel, da brillo, quita las ojeras... Con una buena base de maquillaje tienes un lienzo en blanco para poder seguir creando. Y luego una buena barra de labios.
–¿La barra de labios entonces sería tu arma secreta?
–¡Una barra de labios roja! Cuando me vienen mujeres con mala cara siempre les pongo un labial rojo. Es que es ponérselo y se les nota en el ánimo.
–¿Y en casa del herrero cuchillo de palo o en este caso no se cumple?
–Se cumple absolutamente. La mayoría de las maquilladoras profesionales no se pintan.
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