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La vista no le acompañaba y decidió colgar los lápices. Fue hace poco más de dos años, pero eso no apartó a Elgar de la actualidad y de seguir maquinando chistes. «Me llamaba algunos días para contarme que se le había ocurrido una idea por si la quería dibujar para mis tiras», recordaba ayer el humorista gráfico Pachi, que no dudaba en recordar al fallecido dibujante como su «maestro», ya que desde que tiene memoria desayunaba cada mañana viendo el periódico y buscando su tira cómica. Lo mismo le pasaba a su hermano, Ángel Idígoras, que también creció en casa con aquellas viñetas. «Si me llegan a decir entonces que acabaría publicando en la página de al lado que Elgar no me lo habría creído», confesó el ilustrador y humorista, que revela la «emoción» que supuso compartir columnas en SUR con el que fue su referente de cada día.
Desde los cercanos a los más lejanos geográficamente y artísticamente, humoristas gráficos de toda España rindieron ayer su homenaje a Manuel García ‘Elgar’, que como rememoró el dibujante José Manuel Puebla creó escuela. «Junto a Manuel Alcántara, Elgar es el gran exponente de la riqueza intelectual y periodística que existe en España y que va más allá de las fronteras de Madrid», recalcó el humorista gráfico de los periódicos ‘ABC’ y ‘La Verdad’, que destacó como el autor malagueño mantuvo su línea «elegante e inteligente» hasta que dejó descansar la vista y las manos a los 89 años. «Me encantaría llegar aferrado al lápiz hasta el final como él lo hizo», destacó.
Las palabras de Puebla tienen además su versión más ilustrativa en la reciente creación del Certamen Elgar de Viñetas Periodísticas por parte de la Fundación Manuel Alcántara, lo que ha unido a ambas firmas del periodismo malagueño y nacional. Precisamente fue el propio Alcántara el que sugirió que este concurso convocado el pasado año llevara el nombre de Manuel García Duarte, que durante décadas puso una sonrisa en las páginas de ‘La Tarde’ y ‘SUR’, entre otros medios. «Cuando me contrataron en mi primer periódico, ‘La Gaceta’, recuerdo que el director me dijo que estaría satisfecho con que mi trabajo fuera la mitad de bueno que el de Elgar», recordaba ayer Ángel Idígoras, que se refirió a dos categorías de ilustradores en prensa: «Están los que nos hemos dedicados al humor porque somos buenos dibujantes y, después están los otros, como Elgar y Forges, que se hicieron dibujantes porque eran excelentes humoristas».
Por su parte, Jesús Zulet, que lleva décadas asomándose a las páginas de ‘El Correo’ y ‘El Diario Vasco’, destacó ayer el carácter «autodidacta» de Manuel García, del que se alegra que fuera un «profeta en su tierra» gracias a su «humor blanco con una conciencia muy particular». En este sentido, destacó el difícil entorno en el que Elgar desarrolló la crítica de sus caricaturas, ya que comenzó en plena dictadura y siempre «supo manejarse». Una época que el autor malagueño retrató a diario con un «humor muy cercano a la realidad y que llegó a muchos lectores», añadió el secretario del Instituto Quevedo del Humor de la Fundación General de la Universidad de Alcalá, Juan García Cerrada, que reconoce a Elgar como un «maestro que ha influido en muchos autores jóvenes». Una autoridad que compartía con otros coetáneos ya desaparecidos como Máximo o Chumy Chúmez.
«Elgar era el último superviviente de ese humor de Mihura, de Gila o de Chúmez, que fueron los humoristas de aquella España triste», asegura Rafael Vega ‘Sansón’, dibujante de ‘El Norte de Castilla’, que recuerda las 25.000 viñetas que firmó el maestro malagueño que «vivió etapas durísimas y terribles en la que hacer humor en prensa era más difícil, porque ahora nos pueden tapar la boca, pero entonces ibas a la cárcel».
Sansón repasa mentalmente algunas de esas miles de viñetas de Elgar que comenzó a conocer cuanto iba a la universidad y descifra alguna de las claves del desaparecido colega, como su capacidad de superar modas con su personalidad propia. «Tenía una maestría de la que hemos aprendido todos en este oficio esforzado y maravilloso de la viñeta diaria», considera.
Pachi es de los que empezaba el día con la sonrisa de Elgar. Y una vez convertido en humorista gráfico y con la perspectiva del tiempo no duda en considerar que estamos ante un autor con una «obra incalculable en la cantidad y la calidad». Y sabe de lo que habla, ya que en 2009 se encargó de ordenar y seleccionar la obra del maestro para publicar ‘Planeta Elgar’, un libro que recuperaba y catalogaba buena parte del legado humorístico y periodístico del autor. «Ya nos conocíamos de antes, pero aquello fue como ‘Casablanca’, el comienzo de una gran amistad», rememora con humor Pachi, que pone el lápiz en el dibujo «sencillo y sin pretensiones que iba directo al grano y a los lectores» y en el «ingenio para driblar la censura» en la época de la dictadura. Unos rasgos a los que une un valor muy humano: su humildad. «No le gustaba presumir y su figura ha sido más importante de lo que él mismo creía», sostiene.
Otros que crecieron con las viñetas de Elgar son Manuel Gallardo y Francisco Duarte, ‘Miki & Duarte’ en las páginas de ‘Málaga Hoy’, que, como otros de sus compañeros, confiesan haber recortado las viñetas del «maestro» para guardarlas. «Elgar era un experto en provocar la sonrisa, esa que no es agresiva, sino amable», afirman los dibujantes malagueños que aseguran que esa capacidad de su colega de llegar a todo tipo de lectores «es un don al alcance de muy pocos artistas». Por eso concluyen que la muerte del decano de los humoristas gráficos deja un vacío. «Como ese que quedaba al recortar su viñeta en el diario».
En la hermandad de las viñetas, el maestro Manuel García Duarte ‘Elgar’ tenía el cariño de todo el oficio. Desde los maestros Mingote, Peridis o Forges, pasando por Ricardo o los hermanos Idígoras. De todos ellos y alguno más, conservaba divertidos dibujos y dedicatorias en su estudio. En ellos se puede leer a Antonio Fraguas ‘Forges’ llamando a su colega malagueño de «tronco» tras publicar un dibujo en SUR. Y es que el humorista madrileño se confesaba «un discípulo, algo mayor ya, de Elgar». Hace un par de años, cuando el nonagenario con chispa dejó descansar los lápices en su escritorio, José María Pérez ‘Peridis’ le dedicó una viñeta al que consideraba «el Mingote de su tierra».
Los afectos de Elgar –nombre que tomó del final de su nombre, ManuEL, y del principio de su apellido, GARcía– estuvieron en el planeta de los humoristas, pero también en el del periodismo y la literatura. De Manuel Alcántara, su vecino y amigo rinconero, guardaba alguna que otra carta como esa en la que el poeta y columnista se disculpaba por retrasarse en su carta: «No te he contestado antes porque estaba riéndome». También mantuvo cruce de cartas con Cela, que le enviaba dedicados todos sus libros.
El humorista Ángel Idígoras recuerda como se lo encontraba con la llegada del calor por su barrio, pese a que vivía en calle Esperanto. «Es que veraneaba sin salir de Málaga porque en Huelin tenía otra casa», recordaba ayer el dibujante que también coincide en destacar el carácter entrañable y modesto de que consideraba maestro.
El propio Manuel García, en su última entrevista en SUR hace poco más de dos años, confesaba que se sentía recompensado por la vida y por los suyos. «Sin ser periodista tengo la medalla de la prensa, sin ser aparejador soy aparejador de honor, sin ser malagueño, soy malagueño del año y sin conocer Mijas, van y un día me ponen una calle», resumió las paradojas de algunos de los reconocimientos que, aunque no los pidió, le hicieron muy feliz.
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