Ejercicio de espiritismo en la Brenan, que inaugura la exposición 'Laberinto y locura' del artista malagueño Diego Santos sobre la fascinación que ejerció la afroamericana ... Josephine Baker que fue bailarina, actriz, espía, activista y musa, y el impacto que suscita su mera presencia, física e intelectual; una influencia que demostró toda su vida y hasta después de muerta. El artista Diego Santos representa otro ejemplo de este embrujo: en 2016, en una galería malagueña donde exponía algunos retratos, conoció a su amo de llaves que, emocionado, le contó historias sobre el mito. Aquello dejó a Santos enganchado al personaje «como si fuera una droga dura». La 'Venus de ébano', que se convirtió en una diosa en el París de los años 20 y 30, actuó dos veces en Málaga: en el Teatro Cervantes en 1930 y, de manera impresionante, en el Tívoli en 1974.
La presencia de Josephine Baker en Málaga añade una nueva fecha. El pasado jueves, a las ocho de tarde –hora punta cultural– quedó inaugurada esta exposición en la Brenan ante un público numeroso que acudió a Churriana a la llamada de la belleza y a la búsqueda de esa modernidad que Diego Santos lleva tuteando toda la vida. Eso, sumado a la asistencia espectral de Baker, conformó un verdadero acto del siglo XX, de los ochenta, pero de unos 80 expandidos en su propio futuro; un mundo, en algunos casos, habitado por idénticas personalidades tres décadas después, eternamente jóvenes, a quienes se suman resplandecientes incorporaciones. Cualquiera podrá participar y, al mismo tiempo, modificar este ambiente inaugural desde ahora y hasta el 28 de octubre, fecha en la que Baker y su exposición se despedirán de nosotros hasta que nos propongan un nuevo baile.
El suspiro de las vanguardias
En sus años más despampanantes, a Josephine Baker le llegaban dos cartas al día pidiéndole matrimonio. Emergió de una solemne pobreza. Nació en 1906 en Saint Louis (Missouri). De adolescente llegó a vivir en la calle. Empezó a trabajar con 8 años, a los 14 ya se había casado dos veces (luego acumularía cientos de amantes entre hombres y mujeres). Bailaba en la calle para escapar del calor. Su desparpajo la hizo apuntarse a un grupo de baile, mudarse a Nueva York y ser descubierta allí para terminar en París, actuando en el mítico cabaret Folies Bergère y, en definitiva, meneándose en el convulso panorama de las vanguardias, la intelectualidad y el poder, convirtiéndose en musa de artistas como lo es de Santos, que todavía se la imagina en movimiento y con luz, bailando con esa falda de plátanos, y poco más, adoptando la desnudez como una forma de protesta, acaso escondiendo en esas bananas de plástico mensajes ocultos de su lucha contra los nazis; utilizaba sus contactos y su presencia estelar en las fiestas para ejercer de espía. Aparte de sus exquisitas frivolidades, como que tenía un guepardo como mascota, también fue una memorable activista por los derechos civiles en Estados Unidos y en todos los lugares en los que se ejerciera la segregación racial, mito bellísimo, que eligió el lado duro de la vida.
Estrellas para Brenan
El recorrido de la exposición 'Laberinto y locura' culmina con un corto documental que dirige Kevin Viot con una entrevista al artista Diego Santos, y otra al escritor Alfredo Taján, director del centro, que define la muestra como «una ceremonia, un ritual de buen gusto, de curiosidad y de entrega», y trata la adecuación de ese espacio como centro de exposiciones gracias al ciclo Estrellas para Brenan, cuya responsable es la comisaria malagueña Marta del Corral, y que ya ha acogido obras de Enrique Brinkmann o de Chema Cobo. Son nuevas miradas, y muy excitantes, para una casa eternamente abierta a la cultura.
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