David Muñoz, Estopa: «En Málaga nos sentimos famosos por primera vez»
Tras cumplir 25 años en los escenarios, el dúo catalán llega este sábado al Weekend de Torre del Mar, su única fecha en Andalucía, con un deseo en la cabeza: «Necesitamos frenar por salud mental»
Es una entrevista sorpresa. Bueno, semisorpresa. A las 13 horas marco el número que me han facilitado, desde el que después me conectarán con Estopa. ... Sin saber cuál de los hermanos Muñoz, David o José, descolgará el teléfono. De ahí lo de semisorpresa. En la espera se me ocurre que estaría genial que el que me conteste saludara con un «Esto es Estopa». Tras un rato de silencio, suena un «Hola, ¿qué tal?» que desvela el misterio: la voz de David es inconfundible pese a cierto eco en la línea. Al cantante, que este sábado «reina» en el cartel del décimo aniversario del Weekend Beach de Torre del Mar, le da tiempo a decir poco más porque la llamada se corta. Así que vuelta a empezar, aunque ya con las presentaciones hechas y como si nos conociéramos de antes, charlamos de música, del subidón de la vez anterior que actuaron en el festival axárquico, de los 25 años que llevan en los escenarios, de que la primera vez que se sintieron importantes fue en Málaga y de su hermandad inquebrantable con la otra mitad de Estopa más allá de los escenarios. Se llevan tan bien estos hermanos que hasta parecen «raros», reconoce al final de la llamada, que hemos tenido que retomar hasta seis veces al cortarse la línea. «Qué entrevista más accidentada», acierta a decir y le doy la razón.
Aprovechando lo del semidesconocimiento del interlocutor, la conversación interruptus empieza por ahí, pero David le quita hierro con su habitual desparpajo. «Mi hermano y yo, tanto monta, monta tanto, así que da igual», zanja la voz de los Estopa, que confiesa que está encantando con su vuelta al Weekend tras el éxito de 2017. Por Internet circula un vídeo de miles de personas entonando «con una sola voz» -como él mismo dice- el himno 'Como Camarón'. «Ese momento es mágico y fue una pasada. Ahora esperamos que vengan más de 25.000 personas, así que viene tormenta», augura el mayor de los Muñoz, que, con algo de modestia, rechaza que sean los «reyes» de esta edición, como dicen los titulares.
«Somos unos raros sí, aunque lo raro debería ser lo otro, que los hermanos se peleen»
«No nos sentimos los reyes; vamos al Weekend a compartir con los compañeros y cada uno tiene su espacio, cada uno tiene su público y eso es lo bonito de estos festivales», asegura el artista sobre la única fecha en Andalucía que han programado. «Este año hemos decidido hacer solo siete conciertos porque necesitamos frenar por salud mental. Tras el 25 aniversario, que fue muy duro, este 2025 íbamos a descansar, aunque al final decidimos hacer solo festivales para vivir la experiencia que es muy diferente a una gira», explica David Muñoz, que añade que tras este verano «nos vamos a tomar un tiempo para componer, para coger aire y empezar el proceso de otro proyecto, un libro, una peli o lo que se nos ocurra, pero algo haremos». Y como si la línea lo hubiera escuchado, la comunicación se corta para darle un descanso. A estas alturas ya hemos perdido la cuenta de las interrupciones que llevamos.
«A posta no nos sale»
De vuelta a la llamada por enésima vez, retomamos donde lo dejamos. Y ya que hemos hablado de ese cuarto de siglo sobre los escenarios, hablamos de si ya les pega la etiqueta de 'viejos rockeros'. «Nos seguimos sintiendo novatos. No nos sentimos decanos, aunque sinceramente sí que lo somos», admite David con una sonrisa, que también habla del público y señala que sigue viendo gente joven en los conciertos. «Ha pasado el tiempo y nos seguimos encontrando chavales de 17 y 18 años. Es un poco inquietante, porque me digo: ¿Serán los mismos que venían cuando nosotros teníamos esa edad? Pero parece ser que no, que se han sumado más generaciones. Y eso es algo muy bonito y, la verdad, también muy difícil de conseguir, porque si lo hacemos a posta no nos sale», reconoce el cantante estopero, que enlaza con sus comienzos y una memorable actuación en Málaga.
«Este año hemos decidido hacer solo siete conciertos porque necesitamos frenar por salud mental»
«Estábamos tocando en un bar muy chiquitito. Sería el año 2000 o antes, pero me acuerdo que nos pasó algo muy nuevo para nosotros porque tuvimos que improvisar una firma de discos y de camisetas. En Málaga nos sentimos famosos por primera vez y, desde entonces, siempre nos han tratado bien. Me venía a vivir a Málaga con los ojos cerrados», remacha viniéndose arriba. Declaración de fidelidad de un artista que se define «infiel». Musicalmente hablando. «No nos vamos a casar con ni con la rumba, ni con el rock, ni con el rap, ni con nada, porque nos van todos los ritmos y hay pocos que se nos resistan», asegura David Muñoz cuando le preguntamos por esa versión tecno de su clásico a Camarón que han hecho con Jayxme y Marsal Ventura y que tienen colgado en la web.
A lo que es fiel esta pareja es a su hermandad. Ahora que los Gallagher se han vuelto a unir tras peleas familiares monumentales o visto el difícil equilibrio fraternal de los Mecano o los Jackson Five, los Estopa son un ejemplo de entendimiento en el escenario y, sobre todo, fuera de él. «Somos unos raros sí, aunque lo raro debería ser lo otro, que los hermanos se peleen», confiesa el cantante que asegura que se ve a diario con el otro Muñoz, José. «Es lo que hemos visto en casa, en nuestros padres y tíos», añade David que, para evitar egos, explica la máxima que preside la banda: «Todas las letras y la música las firmamos al 50% sin pararnos a pensar qué ha hecho cada uno».
«Nos seguimos sintiendo novatos. No nos sentimos decanos, aunque sinceramente sí que lo somos»
Es evidente que la pareja les funciona, pero insistimos en esos momentos en los que, irremediablemente, las opiniones acaban en disputa. «Hombre, sí que hay discusiones para ver quién se lleva el gato al agua, pero siempre acaba cediendo el que duda. Si alguno de los dos tiene algo muy claro, el otro sabe que eso es lo que hay que hacer», cuenta el mayor de los Estopa que vuelve de manera natural al «tanto monta, monta tanto» de cuando empezamos la charla. Una oportunidad también para cerrar la conversación con sensación de triunfo. Cuando hemos querido y no por decisión de la puñetera línea.
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