Cultura frita
De los veranos de mi adolescencia, cuando el calor apretaba, recuerdo la costumbre de pasearse por los centros comerciales al frescor de la climatización, caminando ... por los pasillos sin comprar nada, estrenando la vida adulta en un rito que a mí me parecía una terrible manera de perder el tiempo y que no sé si los jóvenes de ahora seguirán haciendo. Ya no frecuento la pubertad ni los centros comerciales y siempre me he decantado por el frío de las salas de cine que incluso en primavera invita a llevar un jersey fino. Los años no han hecho más que desechar algunas creencias y apuntalar otras. Una de ellas es que la cultura refresca tanto como el aire acondicionado.
CAC Sauna
Estaba pensando en esto al salir de mi intento de visitar el CAC Málaga para ver la exposición de Devan Shimoyama pero compruebo que, tal y como publicó ayer este periódico, una avería ha dejado el centro sin climatización. El problema es que la avería en cuestión lleva demasiado tiempo dando calor; años, según denuncian las vigilantes de sala, que sueñan todas las noches con vivir en la Antártida. Me pregunto también si las obras de arte que alberga el centro pueden sobrevivir a semejante azote térmico. La temperatura en el interior de este antiguo mercado supera los 30 grados. La sola idea de un museo reconvertido en sauna invita a pensamientos más calurosos que pasan por la posibilidad del nudismo. En una esquina empiezo a imaginarme dando vueltas en un asador de pollos. Contemplo a los personajes que aparecen en los cuadros y me los imagino sudando tanto como yo, deshaciéndose.
Fresco en Luces
Salgo del CAC como quien huye de un incendio. Hago una parada en la librería Luces, donde están, bajo una temperatura ideal, José Antonio y Andrea, que son dos de mis libreros favoritos del mundo, contentos por la visita del ministro de Cultura a sus instalaciones para tener un encuentro con gente de la cultura. Golfear en las librerías es una de mis actividades favoritas en cualquier estación del año. Es verano. Doy vueltas por las estanterías curioseando. No compro nada en esta ocasión.
Martin Parr, inédito souvenir
Encuentro otro lugar de frescor. El Museo de Málaga expone hasta el 31 de diciembre un centenar de obras de Martin Parr (Reino Unido, 1952), fotógrafo de la agencia Magnum, enamorado de Málaga y de la Costa del Sol, también de Benidorm y más recientemente el festival de Glastonbury, y siempre obsesionado por el turismo de masas y todo lo que implique mogollón y relax. Son instantáneas irónicas que retratan el ambiente ocioso del turista despreocupado y de lugares para el esparcimiento, todo lleno de colores entre los que sobresale a veces el rojo de la piel quemada por el sol. En una foto, junto a una cortina, aparece el alcalde. Una de las primeras personas que me habló de Martin Parr fue el artista malagueño Juanjo Fuentes. Corría el año 2012 cuando su casa de la calle Beatas, la vivienda de un coleccionista, se expuso tal cual en el CCCB en una exposición de Parr llamada 'Souvenir. Martin Parr, fotografía y coleccionismo'. Imagino que ahí sí que tendrían aire.
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