Cuidador de animales
Hoy veo lógico que las personas que han pasado años aisladas en la selva no consigan adaptarse a la jungla urbana
José Antonio Garriga Vela y Sr. García .
Sábado, 4 de abril 2020, 02:00
Luisa trabaja en el zoo. Vive sola y en su vida cotidiana tiene más relación con los animales que con las personas. Estos días de ... confinamiento ese vínculo se hace todavía más evidente. Las puertas del parque zoológico están cerradas al público y ella apenas se cruza con los compañeros. Afortunadamente con los animales no es necesario mantener la distancia. Me hubiera gustado ser cuidador de animales como Luisa, incluso pasar la noche junto a ellos en su propio territorio escuchando el silencio. Hoy veo lógico que las personas que han pasado años aisladas en la selva no consigan adaptarse a la jungla urbana.
Desde que hace un par de semanas se produjo el cambio horario me cuesta conciliar el sueño. Anoche me quedé pensando en que hay determinados aspectos de la vida en los cuales la sociedad es más justa y sensible con los animales que con las personas, por ejemplo con ellos se práctica la eutanasia mientras que los seres humanos estamos obligados a sufrir hasta el final. Desde que se ha establecido el confinamiento los perros tienen permiso para salir a pasear un par de veces al día sin necesidad de llevar encima ningún justificante.
Luisa y sus compañeros realizan labores de limpieza, desinfección y mantenimiento de los distintos habitáculos del zoo como si los animales padecieran una pandemia constante. También se dedican a crear ambientes naturales que les permita sentirse en el zoo igual que si estuvieran en casa. No sé si es posible lograrlo, intento ponerme en el lugar de los animales y no creo que aceptara pasar toda la vida hospedado en un hotel extranjero sin poder traspasar la puerta de la calle.
Relaciono el parque zoológico con la infancia. Lo llamaba el Parque, a secas. Era como tener la selva a tan solo unos metros de casa. Pero dudo que los elefantes, las jirafas, los leones, los monos y los pingüinos se sintieran tan felices como yo. La mirada triste, cansina y aburrida los delataba. Ahora con las consecutivas cuarentenas hemos intercambiado los papeles. Los pájaros vienen a visitarnos, nos miran a través del cristal de la ventana como si estuviéramos en un acuario. Hoy somos nosotros los que nos movemos por espacios tan reducidos como jaulas. Los más poderosos de nuestra especie disponen de zonas amplias para poder moverse dentro de ciertos límites y los más débiles económicamente pasan las horas recluidos en una especie de celda de castigo.
Anoche estuve viendo la película 'Guerra en el planeta de los simios'. Desde el primer instante me sentí identificado con los animales irracionales que estaban cargados de razón. Nosotros no terminamos de aprender las lecciones que nos da la vida, sin embargo ellos no olvidan; esta es la diferencia. Los seres humanos hemos marcado una distancia que los animales no se atreven a traspasar.
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