Cuerpos flotantes
Hace días vi un pelo delante de mi ojo izquierdo que tenía vida propia. No supe discernir si pertenecía a la cabeza, la ceja o ... la pestaña. Lo intenté capturar pero en ese instante salió huyendo. Lo relacioné con los fantasmas que siempre me acompañan. Sin embargo en este caso no era un fantasma sino algo tan simple como un hilo en el aire. Me visitó a ratos durante todo el día, hasta que caí dormido. No recuerdo haberlo visto por la noche ni durante el sueño. Al despertar por la mañana ahí estaba de nuevo, justo delante de mí, una especie de telaraña que se movía a través de hilos invisibles. Cuando lo miraba fijamente, se alejaba hasta desaparecer.
El cuerpo flotante se estaba convirtiendo en una obsesión. No conseguí hacer nada ese día porque lo tenía siempre presente, aunque no estuviera conmigo. Llegué a pensar que todo era culpa de la imaginación y que estaba creando en mi cerebro una fantasía sobre el espíritu de la araña. El tercer día no se separó de mí en todo el tiempo salvo cuando la miraba de manera directa y ella volvía a darse a la fuga de forma tímida y silenciosa. La nombro en femenino porque realmente llegué a la conclusión de que una telaraña se había instalado en mi ojo izquierdo. El cuarto día tomé la resolución de ignorarla, aunque no pudiera apartarla de la vista. Hice vida normal. Estuve escribiendo con ella danzando por la pantalla. Al mediodía fui a comprar y en el supermercado encontré a una amiga. Le conté lo que me estaba pasando. Se echó a reír y me dijo que ella tenía moscas volantes desde hacía años. ¿Moscas volantes?, pregunté. Sonrío sin esclarecer nada y me aconsejó que fuera al oftalmólogo por si las moscas.
Pedí cita y al día siguiente acudí al centro de salud. Entonces conté lo del hilo, una especie de pelo, una mancha, una sombra, un filamento suspendido justo delante de mi ojo izquierdo. El médico asintió con la cabeza como si fuera algo habitual y mencionó también las moscas volantes. Me preguntó si veía destellos de luz. Recordé que esa misma mañana, cuando estaba escribiendo un relato, se me ocurrió una idea fantástica e inmediatamente percibí un destello de luz atravesando la tela de araña de la retina izquierda. No le dije nada de eso al médico, me quedé callado, como si estuviera pensando, y luego confesé que quizá sí, algo parecido a un relámpago. El médico se puso serio de repente, con cara de preocupación, y dijo que si veía cualquier destello de luz acudiera a urgencias y añadió que pidiera cita para el oftalmólogo. Así lo hice. El día 21 descubriré, por fin, la verdadera identidad del fantasma que no se separa de mí excepto cuando intento atraparlo con la mirada.
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