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Carlos Zamarriego
Viernes, 18 de abril 2025, 00:38
Fotografió a Charlie Chaplin y a las montañas de huesos humanos que se amontonaban en los crematorios de Dachau. Fotografió El Cairo desde lo alto ... de la pirámide de Guiza y La Alhambra bajo un manto de nieve. Fotografió a artistas y soldados. También, en esa vida de película, tuvo tiempo de apuntar con su objetivo a Málaga. Y ahora ha aterrizado en los cines gracias a Kate Winslet. «Lo que realmente quería en la película era mostrar el compromiso de Lee con la verdad», aseguraba la actriz a la revista 'Vogue' a propósito del estreno de 'Lee Miller'. Un 'biopic' en el que Winslet ejerce de productora y protagonista, y que tardó ocho años en sacar adelante.
Precisamente, la revista de moda fue el inicio de la trayectoria de la neoyorquina Elizabeth Lee Miller (1907-1977). «Un día, cruzando la calle en Nueva York, se interpuso descuidadamente en el camino de un coche que se aproximaba. Un transeúnte la tiró hacia atrás a escasos centímetros, y Lee se desplomó en sus brazos. Su salvador fue el nuevo rey autoproclamado de la publicación de revistas, Condé Nast», escribió su hijo y biógrafo Anthony Penrose en 'The lives of Lee Miller', libro en el que se basa la película. Tras ese encuentro fortuito, el fundador de 'Vogue' la hizo aparecer, en marzo de 1927 y con tan solo 19 años, en la portada. Así inició una exitosa carrera de modelo, la primera de las vidas de una mujer que estudió fotografía en París con Man Ray, fue musa del movimiento surrealista, marchó al frente para contar la II Guerra Mundial y documentó los horrores de los campos de concentración de Buchenwald y Dachau. «Lee fue una mujer que vivió su vida en sus propios términos y pagó un precio emocional horrible por todo ello», afirmó Winslet, cuya película se centra precisamente en la etapa como fotoperiodista en la guerra.
Su legado abarca más de 60.000 instantáneas y documentos. Desde la icónica fotografía metida en la bañera de Hitler el mismo día que el dictador se suicidaba hasta escenas cotidianas con los principales protagonistas del movimiento surrealista: René Magritte, Paul Éluard, Leonora Carrington o Max Ernst. Pero la persona más fotografiada, después de su marido, el también artista e historiador Roland Penrose, es Pablo Picasso. De las 4.400 fotografías que están disponibles digitalmente gracias al Archivo Lee Miller, hasta en 459 aparece el malagueño. Picasso y Miller se conocieron en París. «Fue después de la muerte de mis padres cuando encontré pruebas de que Picasso y mi madre habían sido amantes en 1937», confesó su hijo a Diario SUR en 2008 con motivo de dos exposiciones en el Museo Casa Natal Picasso. Algo que no molestó a su padre, al que André Bretón llamaba «el surrealista amable», también íntimo amigo de Picasso y gran estudioso de su obra. «El sentimiento de mi padre era que él y su amigo Picasso lo habían compartido todo, incluso a mi madre. En ese momento y en ese ambiente no era nada raro».
Una foto muestra esa complicidad: el reencuentro de Picasso y Lee Miller en 1944, en el estudio parisino del malagueño, tras su liberación. Picasso exclamó: «¡Esto es maravilloso, este es el primer soldado aliado que he visto, y eres tú!», según publicó 'Vogue.' Picasso realizó múltiples retratos de Miller durante su vida, cinco de ellos y una escultura se exponen en el museo dedicado al artista en Barcelona.
En 1956 Miller decide ayudar a su marido en una biografía sobre el malagueño. «Fueron necesarios numerosos viajes de investigación para hablar del libro con Picasso y también para visitar Málaga, su ciudad natal», explica su hijo en 'The lives of Lee Miller'. De aquel viaje se pueden consultar casi una veintena de fotografías con las que observar Málaga con los surrealistas ojos de Miller. Unos limpiabotas y el Monolito a Torrijos en la Plaza de la Merced, los posters de las películas que se estaban proyectando en el Cine Capitol, la casa natal de Picasso, hileras de esculturas y pájaros disecados en la Escuela de San Telmo o una curiosa escena de unos niños sujetando una Cruz enorme bajo la mirada de un cura. Así lo contó Roland Penrose en su autobiografía 'Scrap Book': «Con la ayuda de las indicaciones facilitadas por Picasso y [Jaime] Sabartés no nos resultó difícil orientarnos por los monumentos históricos y los callejones de este bullicioso puerto mediterráneo con su imponente ciudadela árabe. Nuestros nuevos amigos nos enseñaron la casa, aún intacta, donde nació Picasso, en la plaza de la Merced, pero más instructivo fue comprobar que en la escuela de arte medio abandonada aún se respiraba aquel ambiente académico en el que Picasso recibió sus primeras clases». Una de esas fotografías se expone actualmente en la sala 1 del Museo Casa Natal de Picasso.
Establecida en Inglaterra, en una granja en Sussex decorada con cuadros de Picasso, las vivencias en la guerra dejaron una huella en Miller que sólo podía combatir con bencedrina, alcohol y una nueva afición: la cocina. Murió de cáncer en 1977. Su hijo escribió: «Enfrentó su muerte sin miedo, con interés y franqueza, como al comienzo de una gran aventura».
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