Los abuelos que se subieron a la cresta de la ola en Pedregalejo

Desde el mar Cantábrico a Málaga y Canarias, la película va mostrando esa surgimiento autodidacta de numerosos chicos que vieron en el cine aquellas tablas y quisieron convertir sus playas en franquicias de Hawái. Comenzando por el asturiano Félix Cueto Serrano que, a comienzos de los 60, se fabricó su propia tabla y comenzó a entrenar sin olas en la piscina de su propia casa. «Todos coinciden en que fue el primero», explica Temboury que ha realizado más de 90 entrevistas para el documental con el objetivo de «dar voz a los propios pioneros de Euskadi, Cantabria, Asturias, Galicia, Málaga y Gran Canaria para que ellos mismos cuenten su historia y sus descubrimientos».

Temboury sigue la línea de su anterior documental, Monopatín, aunque en esta ocasión cambia las ruedas y el asfalto por las tablas y el mar. «Después de aquella primera cinta, Canal Plus me pidió que le presentara un nuevo proyecto y, cuando les hablé de los comienzos del surf en España y de aquella gente que se buscó la vida para practicar su deporte, les entusiasmó», explica Temboury que se ha recorrido todas las grandes playas surferas de España con su cámara a la búsqueda de los pioneros que dieron sentido a eso de la cresta de la ola. El surf se convirtió para muchos de ellos en una obsesión de la que participa el cineasta malagueño que confiesa que en el equipaje también metió su propia tabla para emular a todos esos descubridores que elevaron a la categoría de mito las playas españolas de Rodiles (Asturias), Somo (Cantabria), Mundaka (Vizcaya), Zarautz (Guipúzcoa), Patín (Ferrol) o Las Américas (Tenerife).

Temboury echó los dientes como surfero en «la ola de la playa de El Chanquete o colándonos en la del Club Mediterráneo». Pero aquello fue ya en los 80, cuando la principal playa de Málaga para este deporte, Las Acacias (Pedregalejo), pasó a mejor vida con el progreso urbanístico, como se muestra en el documental. «Ese es unos de los valores de la película ya que se rescatan olas que han desaparecido como la de Pedregalejo, la del muelle del hotel Pez Espada y la del Chino del puerto de Fuengirola», explica el director que ha recuperado hasta 3.000 metros de grabaciones inéditas de los años 60 y 70 para mostrar aquellas playas naturales entre ellas las malagueñas que, con la construcción de espigones, dejaron a estos surferos sin olas que llevarse a sus tablas.

Los malagueños Toño Gutiérrez, Javier Gabarnet, Carlos Sauco, José Fernández Takin, Paco Gutiérrez, Carlos Neville, Paco Soria, José Luis Antuna o Paco Palomo recuerdan para el documental aquella época en la que el surf les enseñó que un estilo de vida que todavía hoy día intentan llevar a la práctica.

Una filosofía de amor por la naturaleza ante lo que no había nada que se interpusiera. «Si había olas ese día no íbamos al cole», admite Palomo que, como el resto de malagueños, tuvo en el recientemente fallecido Pepe Almoguera a ese gurú que les contagió el virus del surf en la capital. Su propia hermana, Pepi Almoguera, recuerda para el documental la primera tabla que el pionero fabricó para surfear: «La llamaban el portaaviones porque era pesadísima».