Iba este a ser un artículo, seguro que elogioso, aunque quizá pesimista respecto a nuestro destino, que trataba sobre la última exposición de Rogelio López ... Cuenca (Nerja, 1959) que acoge el Rectorado de la Universidad de Málaga. Se trata de una selección de trabajos de las últimas décadas de López Cuenta mediante el nexo del turismo y la publicidad, lenguajes habituales en un artista cuya trayectoria imprime luz a la realidad desde la ironía, porque el humor y la inteligencia van de la mano y se ilumina con la lucidez. El paraíso es de los extraños. La persona es un viaje y cada viaje es distinto. 'Fremdenverkehr', título de la muestra, se traduce del alemán como turismo, pero también es migración, tráfico de extranjeros. La exposición se puede visitar hasta el 30 de junio y se enmarca dentro del proyecto de I+D de la UMA denominado, aquí hay que coger aire, 'Saturación turística en destinos costeros españoles. Estrategias de decrecimiento turístico. Una aproximación desde la dimensión social', cuyo investigador principal es el profesor Enrique Navarro.
Sería este un artículo que trataría de condensar el trabajo de las tres últimas décadas de López Cuenca, acaso yéndose más allá, a los años 80, a los 70 en Torremolinos o más lejos, hablando de la manera en la que López Cuenca resquebraja el lenguaje publicitario para convertirlo en una pieza de arte y filosofía. Voy al Rectorado con una libreta para apuntar las tonterías que se me ocurran y en la puerta me dan el catálogo. Lo cojo. No sé si se puede llamar así a esta colección de objetos. Consulto la RAE. 'Catálogo' no es exactamente lo que yo pensaba: relación ordenada en la que se incluyen o describen de forma individual libros, documentos, personas, objetos, etc., que están relacionados entre sí. El catálogo que propone esta exposición es un catálogo de verdad, pienso, y consiste en una bolsa de color azul Europa, con sus estrellas, y un texto en árabe. Saco el móvil, hay una aplicación que traduce los textos que se enfocan con la cámara y me dice que ahí pone 'Buena suerte'. Dentro de la bolsa hay una colección de postales, un supuesto panfleto con un texto, una pegatina con una 'keli' haciendo la cama de un hotel y unas letras en amarillo que dicen 'Imagine'. Un libro, lo que antes entendía que era un catálogo, con sus textos y sus imágenes, muy bien hecho; huele tan bien como todos los libros nuevos. Hay textos e imágenes de Elo Vega, con quien Rogelio ha formado un tándem artístico ideal. Este prodigioso compendio, que solamente cuesta 20 euros, incluye además un póster de una de las obras más reproducidas de López Cuenca, 'Bienvenidos', de 1996, y que está tan bien impresa que dan ganas de ir a Nerja, buscar al artista cuando esté de copas, engañarle para que te lo firme y enmarcarlo.
El catálogo, que es otra propuesta de obra de arte y el 'souvenir' de otro mundo posible, me ha hecho recordar otras ediciones pasadas del Vicerrectorado de Cultura. Me acuerdo de la caja de sorpresas de la exposición del artista, poeta, ornitólogo y espía Francisco Ferrer Lerín. Me acuerdo de un botiquín de madera que ha sido uno de los mejores regalos que he hecho en mi vida y que trataba sobre la exposición de Teté Vargas Machuca, con textos de María Eloy García. Me acuerdo de una sorpresa en cada inauguración. Obras firmadas, certificados de autenticidad. Los catálogos que está editando la UMA son un ejemplar artístico en sí mismo, merecen consideración y respeto por el trabajo bien hecho. Sin desprestigiar nada de lo anterior y sin quitarle ningún mérito a cada cosa, observo unanimidad en el hecho de que, desde que Tecla Lumbreras es vicerrectora, la cultura en la Universidad es una fiesta de las buenas, de las que parece que no se van a terminar nunca.
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