
Festival de Teatro de Málaga | 'Be (nus)': Canela fina para los sentidos
'Be(nus)': el espectáculo de danza que trajo ayer la fusión y la experimentación al Festival de Teatro de Málaga
Carlos Zamarriego
Miércoles, 29 de enero 2025, 00:02
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Carlos Zamarriego
Miércoles, 29 de enero 2025, 00:02
De una suave niebla aparecen dos cuerpos. Se mueven, se acercan, como en un espejo. Parecen idénticos, hechos de la misma materia que está a ... punto de desgarrarse en un Big Bang. Y cuando estallan en una dualidad de esas de 'contigo pero sin ti' aparecen otros cuerpos gravitatorios que mueven sus mareas, aparece el tiempo y el espacio, aparece el teatro. Porque el teatro viene de mirar, no de escuchar. Y en 'Be(nus)' lo que se expresa no necesita de palabras.
Ganadora del primer premio de la Muestra Joven de Artes Escénicas 'MálagaCrea' 2024, llegó ayer al Teatro Echegaray la obra coreografiada, dirigida y protagonizada por Carlota Gutiérrez y Lucía Albalat. Unas creadoras que nos trasportan a un espacio onírico, el suyo. Allí sus cuerpos, apoyados por otros cuerpos, los de Yaiza Gámez, Mercedes Pedraza, Lucía García, Andrea García y Ainhoa González, fluyen y se atascan, bailan y se arrastran, abrazan y hieren, observan y son observados. En mi personal interpretación de su hipnótico conflicto entre estos dos seres, hay una batalla entre lo clásico y el delirio, entre lo armónico y lo bestial. Y dejan un mensaje: el arte será fusión o no será.
«Si queda algo de lo que fui» se oye a una cantaora, entre el zapateado general, cuando triunfa el flamenco, base principal de todo el espectáculo, aunque experimenten con más estilos. Y no sólo se nota el trabajo físico, también interpretativo, que suele ser el más abandonado en estos casos. Son cuerpos en situaciones, por eso se hablan o se enfadan o lo que sea de acuerdo a un personaje.
La sincrónica comunicación entre estas siete mujeres y la música, junto a la sugerencia visual que aporta el diseño de luces, te hace pensar en qué podrían hacer con más espacio, más bailarines, más medios. Sin reinventar la rueda provocan un viaje muy entretenido, muy gustoso de ver, que ya es mucho para los tiempos que corren. Una especie de exquisitez, de delicatesen, de 50 minutos muy bien invertidos. O, como dijo alguien sentado a mi lado: «Esto es canela fina». Al final, el sonido de un teléfono (en escena, que nadie se alarme), nos despertó de este sueño y provocó el aplauso más sinceramente prolongado de lo que va de Festival.
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