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Canelo

Cruce de vías ·

No es habitual que dediquen calles a los mejores amigos, ni a los seres más fieles, ni a los perros. Ni tampoco es habitual que una amistad permanezca presente después de la muerte.

Sábado, 29 de junio 2019, 00:15

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Me pregunto lo que pasó por la cabeza de Canelo durante los doce años que estuvo delante del Hospital Puerta del Mar de Cádiz esperando ... la salida de su amo. El hombre acudió al hospital con su perro como hacía habitualmente para someterse a un tratamiento de diálisis, pero surgieron complicaciones y hubo que ingresarlo. A los pocos días murió y seguramente nadie le dijo al perro lo que había ocurrido. Tal vez alguien le diera la noticia, pero Canelo decidió permanecer esperando por si acaso se producía el milagro. Quizá pensó que la puerta del hospital era el lugar en el que ambos podían estar más próximos el uno del otro. Una frontera entre la vida y la muerte que cualquier día la podría atravesar. Además él estaba habituado a esperar fuera, al otro lado, lo hacía en los supermercados, la panadería, la farmacia y un montón de sitios más. Tampoco tenía sentido volver a casa porque Canelo no sabía cocinar, ni hacer la cama, ni poner la tele, ni ducharse, ni limpiar el suelo, ni pagar las facturas. Esas tareas cotidianas que los perros ignoran. La vida sin el amo carecía de sentido, así que decidió moverse alrededor del hospital sin perderlo de vista hasta que llegara el día en el que consiguieran volver a reunirse.

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