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La filósofa y profesora Ana Carrasco-Conde. SUR
El Aula de Cultura de SUR se asoma al lado oscuro
Hoy, a las 19 horas

El Aula de Cultura de SUR se asoma al lado oscuro

La filósofa Ana Carrasco-Conde acude este viernes a La Malagueta para reflexionar sobre su nuevo libro, 'Decir el mal'

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Miércoles, 9 de marzo 2022

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La guerra toca a las puertas de Europa, la crisis económica aprieta un poco más cada día las tuercas de la economía doméstica de millones de familias y la incertidumbre se instala en el horizonte vital. Y la autora lo avisa desde la primera línea. «Este no es un libro amable». Lo escribe la filósofa Ana Carrasco-Conde en los compases iniciales de 'Decir el mal' (Galaxia Gutenberg), el potente ensayo en el que la también profesora de la Universidad Complutense de Madrid se asoma al lado más oscuro del alma humana. Una indagación valiente y nada complaciente que este viernes (desde las 19.00 horas, entrada libre hasta completar el aforo) compartirá en una nueva cita del Aula de Cultura de SUR en el centro cultural La Malagueña de la Diputación Provincial.

En 'Decir el mal', Carrasco-Conde bucea en los orígenes históricos, sociales y filosóficos de la maldad para, desde esa base, mirar de frente a ese fenómeno con el deseo de conocer sus dinámicas internas que han calado hasta el tuétano de la civilización. Sobre esa propagación también reflexiona la autora cuando escribe: «El mal no es banal por carecer de importancia, sino porque es demasiado común, tanto que, demasiado cerca y sin demasiada distancia, no percibimos su presencia por ser demasiado habitual. El mal es el que surge de no pensar en lo hecho o (…) por dejarnos llevar por la inercia».

Llega esta indagación sobre el mal hasta el Aula de Cultura de SUR con la invasión de Ucrania como telón de fondo y justo el día que se cumplirá el décimo octavo aniversario de los atentados de Madrid. Y frente a las zonas oscuras, las palabras de Carrasco-Conde: «El mal no es sólo un acto (que se hace) o se sufre (el daño): es una dinámica que genera un orden en base a una lógica relacional que se refuerza a sí misma, al tiempo que los actos repetidos refuerzan de forma retroactiva a esta misma dinámica que, a su vez, favorece (y normaliza) los actos que causan daño».

¿Pero dónde nace el mal? Lo esboza Carrasco-Conde: «El punto ciego, que no oculto, se centra precisamente en el lugar que ocupa el otro en nuestra composición del mundo». Esa falta de empatía sería el terreno abonado para el mal. Y, por esa vereda, la autora de libros como 'Infierno horizontal' (2012) y 'Presencias irReales' (2018) incide su idea de presentar la maldad no como un fenómeno aislado, sino como el fruto de una «dinámica relacional» que debemos enfrentar para, así, comprender.

«No hay lados ocultos -brinda Carrasco-Conde-, pero sí lados que no miramos o incluso que no vemos porque los modos de hacer el mal y padecerlo, más allá de sus formas más extremas, son tan usuales que permanecen imperceptibles ante nuestros acostumbrados ojos. Un mal ordinario, ya ven qué cosas, que no es tal por ser vulgar, sino por ser común y corriente y, por tanto, algo compartido y heredado por los integrantes de una comunidad».

Ni mirar ni saber

Así, recuerda Carrasco-Conde cómo «Hannah Arendt hablará del peligro de no querer reflexionar ante lo que, sin embargo, se ve y se intuye, aunque no se quiera mirar ni saber». Una tentación, la de no atender, no mirar, en la que se cae demasiado a menudo, hasta que, en ocasiones, resulta demasiado tarde. También hay otra querencia natural, casi comprensible: la de intentar apreciar la maldad como un hecho erróneo de la condición humana, una realidad al margen del sistema. Pero, siguiendo al dramaturgo Peter Weiss, Carrasco-Conde señala justo en la dirección opuesta cuando recuerda el hecho de que «aquellos que ostentan el poder sean los que producen un orden que, si alberga actos injustos, no es a consecuencia de una mala función dentro del mismo, sino debido a su perfecto funcionamiento».

Un orden, un sistema, que deja al descubierto sus zonas más oscuras en la lectura de 'Decir el mal', que no es amable. Y quizá por eso resulta, justo ahora, tan necesario.

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