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Dice Alessandra García que ella no habla ningún idioma más allá del castellano y el 'andalú'. Y eso le frustra. Siempre ha querido poder actuar en otras lenguas con naturalidad. Por eso, ahora convierte su carencia en una oportunidad y, a su manera, las habla ... todas. La creadora malagueña introduce la performance en el Festival de Teatro con una potente improvisación vocal en la que suenan una enorme diversidad de idiomas, sin decir ni una palabra real de ninguno. Este martes fueron los primeros dos pases de 'Los idiomas', este miércoles habrá dos más (18.00 h y 20.30 horas. 20 euros).
Alessandra García vuelve al Echegaray, donde estrenó su premiada 'Mujer en cinta de correr sobre fondo negro' (Premio Max al espectáculo revelación), para profundizar en una impro que nació precisamente en ese espectáculo, una especie de 'spin-off' donde lo que antes duraba unos minutos ahora se extiende hasta los 40. Y eso lo eleva a otro nivel.
Durante todo ese tiempo no hay ningún diálogo y, sin embargo, solo hay diálogos, como se advierte al inicio. Alessandra García se coloca fonéticamente en distintos lugares del mapa, viajando desde la China a Rusia, de Estados Unidos a Alemania, de Brasil a Francia. Cada lengua le lleva a una escena y a una situación, y a un determinado movimiento corporal. Los pasajes son tan diversos como personas se sientan en el teatro, con el público colocado en forma de U alrededor de la escena. «Y no hay una respuesta correcta», aseguraba ella en un encuentro posterior con los espectadores.
Hay quien ve a una niña que empieza a pronunciar sus primeras palabras en una lengua asiática, a una 'choni' americana, a una cantante del Moulin Rouge, a una 'coach' rusa... Y podría no ser nada de eso. Da igual. Tampoco entendemos lo que dicen, pero sí conectamos con sus emociones: el tono, las expresiones y los movimientos de Alessandra nos trasmiten miedo, dolor, excitación, sensualidad, enfado, rabia, alegría... «La intención es universal», mantiene. Y cada cual que se monte su película.
Hay momentos muy evidentes y otros en los que simplemente juega con los fonemas. Es una obra «en abstracto», como defiende ella, donde las interpretaciones son todas libres y válidas, porque de lo que se trata es de sentir, de dejarse llevar por la sonoridad, por sus expresiones y por las imágenes que construye con su cuerpo, en constante conversación con lo que dibuja el láser de Víctor Jiménez sobre el suelo. También él se permite improvisar.
Y todo resulta absolutamente verosímil. Alessandra García da aquí una muestra más de su enorme versatilidad, de su capacidad para metamorfosearse y convertirse en lo que quiera, donde quiera y como quiera. Y en un instante. Porque pasa del arranque de furia más intenso a un momento dulce y romántico en un segundo, sin transición alguna, con una brusquedad intencionada para sorprender al espectador y llevarle de un lugar a otro sin capacidad de reacción.
'Los idiomas' es una propuesta viva, una 'rara avis' que se cuela en la programación para reivindicar que los teatros también son espacios para estas formas de hacer. Y la pieza sigue en constante evolución. Sueña con llevarla al extranjero, pero quiere crecer y explorar más. Por eso, además de responder a las dudas de los espectadores, ella plantea la suya propia. «¿Os frustra no entender?», pregunta. Y la respuesta unánime es 'no'. Se disfruta.
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