Borrar
Sr. García .
Adiós, nostalgia

Adiós, nostalgia

Cruce de vías ·

Desde que he dejado de discutir de política siento que me he quitado un muerto de encima

Sábado, 17 de noviembre 2018, 00:24

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Un colega viene a verme. Me extraña su visita porque hace años que no sale de la ciudad donde vive y ahora, de pronto, atraviesa la península. Voy a buscarlo a la estación. Ya en casa pasamos la tarde bebiendo Jameson y charlando de libros, películas, tiempos pasados y amigos comunes. Dice con añoranza que la nostalgia ya no es lo que era. Ha venido en tren desde la otra punta para charlar conmigo un par de días. Se hace de noche sin darnos cuenta y nos ponemos a cenar. Esta mañana temprano he ido al mercado y antes de que él llegara lo he dejado todo listo. Pregunto si le apetece comenzar con un Retsina y acepta sin demasiada convicción. «Llegará a gustarte, ya sabes que al final las cosas amargas son siempre las mejores». Sonríe y brindamos por la salud. Picamos gambas y ensalada malagueña. Afirma que uno de los motivos que le ha traído hasta aquí es tomarse unas vacaciones porque está harto de la situación política que le rodea. Le respondo que desde que he dejado de discutir de política siento que me he quitado un muerto de encima. Brindamos de nuevo. Saco el segundo plato y pregunto qué parte prefiere. Responde sin pensarlo dos veces: «Ala, ya sabes lo que dicen: Cada parte del pollo fortalece una tuya». Le pongo dos alas y lleno su copa para que eche a volar. Apuro la botella de Retsina y pasamos al tinto.

Pregunto qué está escribiendo. Me cuenta una historia fascinante. Al finalizar guarda un momento de silencio y después señala que ninguno de los dos nos jubilaremos nunca. Añade que no nos imagina encerrados en una habitación sin escribir. «Los monólogos interiores mejor plasmarlos por escrito que pronunciarlos a solas en voz alta, ¿no crees?». Sonríe y asiente con la cabeza. Confiesa que nadie sabe que ha venido a visitarme salvo su mujer y me pide que guarde el secreto. «Ya no asisto ni siquiera a la tertulia con los colegas –dice–, cuando oigo varias voces no me entero de nada». Le contesto que siempre ha vivido en un mundo aparte y que supongo que la edad nos aleja todavía más. Nos quedamos pensando mientras reparto lo que queda de whisky. «No te preocupes –le consuelo–, hay otra botella».

«¿Sabes una cosa?, me gustaría vivir una segunda parte, como en las películas antiguas, plantarme con esta edad y vivir otros setenta años u ochenta años, da igual, no sé cuánto hace que dejé de contabilizar el tiempo», dice. Abro la otra botella de Jameson y comenzamos a recordar anécdotas divertidas. Nos reímos del pasado. Levanta la copa y la voz para brindar: «Estamos vivos y he recorrido más de mil kilómetros para bebernos la vida como hacíamos antes».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios