El penúltimo secreto de los egipcios
Desentierran y recuperan un jardín funerario de hace 4.000 años, un tipo de construcción de la que solo se tenía noticias por los dibujos de las tumbas
ALFONSO TORICES
Viernes, 5 de mayo 2017, 00:50
Madrid. El egiptólogo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIF) José Manuel Galán y su equipo multidisciplinar han cumplido el sueño de todo arqueólogo: hacer ... un hallazgo «único».
El director del Proyecto Djehuty, que excava e investiga desde hace 16 años en una de las grandes necrópolis de Luxor, ha desenterrado un jardín funerario de hace 4.000 años, la primera construción de este tipo que logra recuperarse. Una pieza de la que hasta ahora los estudiosos del Antiguo Egipto solo podían sospechar de su existencia por los dibujos y grabados alusivos encontrados en tumbas de diversas dinastías, pero sobre la que no había certeza alguna, porque nadie la había visto.
El hallazgo se hizo entre los meses de enero y febrero pasados, en la colina de Dra Abu el-Naga, un promontorio en la orilla izquierda del Nilo, situado frente al gran templo de Karnak, un lugar donde durante siglos construyeron sus tumbas los aristócratas de la corte de Tebas, residencia de varias dinastías de faraones, y donde Galán y sus sucesivos equipos han recuperado desde 2001 cinco tumbas y múltiples sarcófagos, piezas y objetos de gran valor histórico. Entre los enterramientos recuperados está la sepultura que da nombre al proyecto, la de Djehuty, el supervisor del tesoro de la reina Hatshepsut, la única mujer que, sobre el año 1.400 antes de cristo, ocupó tal distinción, equivalente a la de faraón, en el imperio del Nilo.
Bajo los escombros de un poblado moderno abandonado y tras retirar varios metros de arena fina amontonada por las crecidas del río, el equipo localizó un tallo erguido de unos 30 centímetros de tamarisco, un árbol simbólico para los antiguos egipcios, que lo vinculan a la resurrección y a su dios, Osiris, y bajo el que el difunto revivido aspira según la tradición a cobijarse a la espera de que le hagan llegar las ofrendas.
Retiraron la tierra con sumo cuidado y, junto al tamarisco aún enraizado en tierra, emergió una construcción de adobe rectangular de tres por dos metros, compartimentada en 35 cuadrados, y elevada medio metro del suelo. En el interior de los huecos se localizaron semillas de plantas de cuatro milenios de antiguedad en perfecto estado y, junto al adobe, un tazón con dátiles y otros frutos, una posible ofrenda.
Era lo nunca visto. Exáctamente el jardín ritual que aparecía en las paredes de las tumbas, donde se representa cómo los prohombres egipcios quieren que sea su funeral y su enterramiento. De hecho, la estructura recuperada es un huerto junto a una tumba tallada en la roca, que se excavará en próximas expediciones, pero que, por su forma y tamaño, se sospecha que es la de un miembro de la familia real o un noble de la Tebas de la XII dinastía (2.000 antes de cristo), momento clave en el que la ciudad se convierte en la capital del reino unificado del Alto y Bajo Egipto.
Precedentes
Los arqueólogos, tras siglos de trabajos, solo habían encontrado dos precedentes de huertos de la época, pero ambas contrucciones, posteriores a la de Luxor, estaban en hábitat residenciales, una hallada en Nubia y otra en Amarna, la antigua Akenatón. Ninguna era un jardín funerario. «Está es la primera vez que se ha encontrado físicamente uno de ellos, es la primera vez que la arqueología confirma lo que se deducía por la iconografía», explicó Galán, que tiene claro que es «un hallazgo único, espectacular, que abre múltiples vías de investigación».
Las plantas y el jardín previo a la tumba, según los expertos, tendrían un carácter simbólico vinculado al renacimiento o la resurección del difunto y también a los rituales funerarios y a las ofrendas de productos que los sacerdotes realizaban al finado. Los expertos del CSIF y del Proyecto Djehuty van a estudiar ahora las semillas y plantas halladas en Luxor, que además de información sobre la historia, los ritos y las costumbres del antiguo reino esperan que puedan aportar conocimiento para la paleobotánica y sobre el clima y el medio ambiente del Alto Egipto de la época.
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