Rafael Amargo: «Yo me fui a Madrid para ser actor, no bailaor»
El artista debuta en la escena con una obra que recrea la fascinación por el flamenco de Jean Cocteau en su etapa marbellí. Este fin de semana llega al Echegaray
Regina Sotorrío
Viernes, 6 de enero 2017, 00:41
Rafael Amargo ha puesto en pie a teatros y recogido premios por su zapateao sobre el escenario. Su nombre va ligado indiscutiblemente a las etiquetas de bailaor y coreógrafo. Pero no era eso lo que él tenía en mente cuando empezó a forjar su carrera... «Yo me fui a Madrid para ser actor, no bailaor. Me metí en un tablao para pagarme las clases de teatro», cuenta el granadino. Le ha llevado décadas, pero ahora sí puede sumar ese título a su currículum. El artista pisa este fin de semana el Echegaray en su nueva faceta de actor con Piedras preciosas, la obra que recrea los años del genial Jean Cocteau en Marbella en la apertura del Festival de Teatro de Málaga en el Echegaray.
Para su debut teatral, Amargo eligió a un personaje «cercano», aquel bailaor flamenco que fascinó al intelectual francés en los años que pasó en la Costa del Sol. Manuel Salas (La isla mínima, Toro, premio de Teatro Andaluz al mejor intérprete 2013 y actor a las órdenes de Daniel Veronese, entre otros) será el polifacético artista galo. Raúl Mancilla y Andrea Chacón Álvarez codirigen la obra.
Uno era mayor, el otro joven. Uno era un reconocido poeta, novelista, dramaturgo, pintor y cineasta; el otro un gitano analfabeto «que solo entendía de flamenco y de llevarse a la boca lo que tuviera a mano», detalla el autor de la obra Pablo Díaz. Pero, con todo en contra, ambos entablaron una relación de amistad y de admiración mutua que les marcó. «Uno aprende el arte más académico y clásico. Cocteau, el arte más arraigado a la tierra, el más puro, el arte de no pensar», explica Díaz.
El también director de cortos malagueño escribió el texto tras más de un año recopilando información por canales oficiales (con la colaboración del Ayuntamiento de Marbella) y en la calle. En Marbella no pasó inadvertido aquel «francés loco que pintaba piedras en la playa», que hacía cuadros en medio de cualquier parte, que se enamoró del flamenco y que encontró en la tauromaquia «un reflejo del riesgo del arte». «Era un personaje muy llamativo de la época, muy diferente al perfil de famoso que en los años 60 acostumbraba a ir a Marbella», dice el autor (seleccionado para Factoría Echegaray con Souvenir).
Cuentan los vecinos que Cocteau tenía predilección por el arte jondo, pero «en especial por los bailaores jóvenes y guapos». Y en particular, por el gitano al que da vida Amargo. «Algo tenía que tener cuando un genio se fijó en él», apostilla el bailaor y actor sobre su personaje. La obra mantiene su identidad real en el anonimato y nunca se implicó en el proceso de creación del texto. «Pero vino al estreno en Marbella y nos felicitó. Tenemos sus bendiciones», añade Díaz.
Para Amargo, la «joyita» de Piedras preciosas le ha dado la oportunidad de «reciclarse». «Con 42 años no voy a estar toda la vida bailando, algún día había que retirarse», asegura. Ha llegado a la interpretación para quedarse: en marzo estrena una obra que devolverá el género de la revista al Teatro La Latina con Juan Luis Iborra.
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