Berna Perles: «No me parece justo el canon de belleza que se exige en la lírica»
Natural, cercana y risueña, la soprano malagueña hace balance de un año 2016 «meteórico» que ha despedido con el Premio a la Mejor Labor Musical
Regina Sotorrío
Martes, 3 de enero 2017, 00:11
Cualquier prejuicio sobre el divismo en la lírica desaparece tras un rato de charla con Berna Perles. Natural, cercana y risueña, la soprano malagueña habla ... claro sobre «la dictadura de la imagen» que se impone a las cantantes, desmonta el elitismo que se achaca a la ópera y defiende su doble rol de artista y también madre. «No quería renunciar a una familia, me parece profundamente injusto. Significaría resignarse a que así es como son las cosas. Y no puede ser, se nos tiene que permitir compaginar la vida profesional con la personal», reflexiona cuando la pequeña Berna, de quince meses, entra en el salón donde se desarrolla la entrevista.
Berna Perles, a quien apadrinara su paisano Carlos Álvarez, sueña con el Metropolitan de Nueva York y el Staatsoper de Viena donde este otoño ha hecho audiciones pero disfruta y agradece cada escenario que se le presenta. Y si Cio-Cio-San (Madama Butterfly) sería un papel emocionante, para ella no lo es menos ponerle voz a los clásicos de Disney en un próximo concierto con la Filarmónica (4 de enero en el Edgar Neville con Luis Pacetti). En lo que hace va «a por todas», y por eso el Ayuntamiento le ha concedido el Premio a la Mejor Labor Musical del año.
Es una rareza encontrarle en Málaga últimamente...
Sí, llevo un final de verano y otoño que no he parado. He estado cantando en Sevilla, Madrid y Murcia; y audicionando en Nueva York, en Florida, en Viena, Madrid, Barcelona...
¿Sueña con el día en el que no tenga que hacer audiciones?
Empieza a no ser necesario cuando eres una primera figura mundial. Tristemente, es un mal necesario para los cantantes, porque se pasa mal, a nadie le gusta sentirse juzgado. Sería muy agradable no hacerlas, pero no parece que ese día esté cerca (risas).
La singularidad de la ópera es que para hacer una prueba tiene que ir a Nueva York o a Viena.
Fíjate que hoy en día todo va por Internet, que no es necesaria tanta presencia física, pero en este trabajo sí. Tienes que ir viajando por todo el mundo para que te escuchen las personas adecuadas.
¿Ha notado un salto en su carrera en este último año?
Ha sido meteórico, por un montón de circunstancias. Entre ellas, que he ganado dos concursos de canto en Sevilla y Granada y eso te abre la puerta a que muchas personas te escuchen. Los jurados de estos concursos suelen ser directores de teatros, orquestas, festivales...
El premio es que le escuchen...
Yo siempre voy a por todas, en el canto y en la vida. Pero a pesar de que uno va con esa actitud, siempre piensas que si llegas a la final y te escucha el jurado ya merece la pena. Se trata de moverse sin parar, de ir para adelante y no tener pereza.
Hizo una audición en el Metropolitan. Si eso saliera...
Yo salí contenta, pero tengo cada vez más la sensación de que esto no es cuestión de hacer una audición y que gustes... Esa es una condición sine qua non, pero después tienes que haber cantado en algún que otro teatro importante, que algún colega de algún otro teatro dé referencias tuyas, que te hayan escuchado en algún que otro concurso... Es cuestión de estar en la rueda, que te escuchen y escuchen tu nombre.
Pero resultará muy frustrante que no valga con cantar bien.
Pues sí. Es un mundo muy competitivo y hay muchos filtros. Tienes que demostrar tu valía en más de una ocasión y para más de una cosa. Cantar bien no es suficiente para ser un cantante de ópera. Requiere de soltura escénica, de estar muy preparado musicalmente para enfrentarte a una orquesta, de inteligencia y de cierto don de gentes.
¿Y hasta qué punto afecta la imagen? Imagino que a una audición no se va en vaqueros, por ejemplo.
Para nada. Y se podría, ¿qué problema habría? Pero no creo que nadie lo haga (risas). Se habla de una cierta dictadura de la imagen, y es así. En Europa se acusa especialmente. Yo soy una defensora de la estética y de la belleza, pero el problema es el concepto de belleza que te imponen. Hay muchos tipos de belleza, no está solo en un prototipo determinado de mujer. No me parece justo el canon de belleza que se exige a las cantantes líricas. Obviamente estamos de cara al público, no hablo de dejadez, pero sí de un poco más de flexibilidad. Porque hay tantos tipos de cantantes como tipos de mujeres.
Una soprano «de aquí»
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perfil
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«Vivo aquí, canto aquí y me formé aquí. Que venga de tu ciudad, sabiendo que no todo el mundo es profeta en su tierra, sabe muy bien», dice la soprano, de 31 años, tras recibir el Premio a la Mejor Labor Musical del año. Vinculada a la música desde que con 7 años se apuntó a piano, Perles obtuvo el título superior de Canto en el Conservatorio Superior de Málaga con Matrícula de Honor y Premio Extraordinario Fin de Carrera.
¿A una soprano se le exige más en ese aspecto que a un tenor?
Sí, no hay más que mirar el plantel de primeras figuras mundiales...
Algunas podrían ser modelos.
Muchísimas, y ahí es donde viene el problema. Si cantan igual y prefieres la que te parezca más agradable físicamente, vale. Pero, ¿y si hay una que es más valiosa musicalmente y sin embargo pesa más en la balanza lo otro? En ningún libreto pone ninguna referencia concreta a nada de la imagen.
¿Se ha sentido perjudicada por eso?
No, o no me he enterado.
¿Recuerda cuándo se sintió soprano por primera vez?
Recuerdo que ya dedicándome a esto de forma profesional me daba vergüenza decir que era cantante de ópera, me parecía muy presuntuoso. Soprano me he sentido desde que me subí a un escenario la primera vez, pero de ahí a expresarlo... necesitas hechos que lo refrenden, que haya una base para que puedas decir tranquilamente que ya eres cantante.
Es un mundo competitivo pero, ¿con los demás o con uno mismo?
Mi objetivo es ser la mejor cantante que yo pueda ser, y para eso trabajo cada día. La competencia directa con otros cantantes nunca la he sentido.
«No hay dinero para lírica», «Las producciones de ópera son muy caras». ¿Qué le parece ese argumento que usan algunos programadores?
Que no es verdad. Hay dinero, el problema es cuáles son las prioridades. La ópera es un espectáculo solvente, cuando se programa una ópera de calidad el público va, paga su entrada y el teatro se llena. Pero desgraciadamente, al sistema no le interesa muchas veces invertir en actividades que hagan pensar mucho, que le saquen a uno de su rutina de trabajo, familia... El arte es una actividad que libera las mentes; y eso no es una prioridad en el sistema político.
En Málaga, por ejemplo, se invierte mucho en museos.
Y sigue pendiente el proyecto del Auditorio. Ese es un ejemplo de dónde se prefiere meter el dinero.
La crisis ha afectado a muchas óperas y a cantantes. ¿Por qué sigue teniendo la lírica esa imagen elitista, como de estar a otro nivel?
No tiene justificación. Ningún cantante tiene ya una actitud de divo, eso ya no se lleva. Las entradas tampoco son especialmente caras, el fútbol lo es más. Es verdad que la música clásica y laópera no son músicas que lleguen a la mayoría, pero podría si se conocieran más. Si no te gusta, no vayas a la ópera; pero dale una oportunidad primero.
Su próxima cita es un espectáculo de Disney en el Edgar Neville.
¡Y me hace una ilusión!
¿Más que una Cio-Cio-San?
Casi casi (risas). Soy una enamorada de Disney, me sé algunas de sus películas de memoria.
¿Con qué teatro sueña?
El camino se hace andando, y yo disfruto cada vez que abro la boca para cantar. Sea donde sea. Mi sueño hoy es seguir caminando.
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