El arte de Ernesto Artillo da la cara
El joven bucea en su identidad artística en su primera muestra individual en Málaga
Regina Sotorrío
Viernes, 3 de octubre 2014, 01:48
Su nombre va siempre acompañado de la palabra «artista» y eso le gusta... pero también le genera «un conflicto». «Para mí el arte tiene que ... ver con un sentimiento más honesto, que no esté pagado por la publicidad», explica Ernesto Artillo. Y ocurre que muchas de sus obras vienen con un cheque por delante de Dolce & Gabbana, Delpozo, Izzue, Six Lee, Pepe Jeans, Mango o Swarovski, entre muchas otras. Decir que hace fotografía de moda o que diseña imágenes publicitarias para ellos es quedarse solo en la superficie: él aporta a su trabajo un valor artístico, fusiona técnicas y va más allá del simple clic de la cámara. «Pero en realidad es un valor fingido porque tiene un objetivo puramente comercial», dice a las claras. El joven malagueño libera ese debate interno entre el arte y el marketing en Personal branding, la exposición que ayer inauguró en La Casarosa.
Es su primera muestra individual en Málaga antes ya tuvo en San Petersburgo y Sevilla y la primera también en la que todo lo que cuelga de las paredes son creaciones que no van destinadas a ninguna campaña publicitaria. «Las cosas que muestro aquí son porque yo las siento», aclara. Y la entrada es toda una declaración de intenciones: a la izquierda, se le intuye en un autorretrato en el que los rasgos están difuminados;a la derecha ha colocado uno de los muchos collage que hacía su padre y que decoraban su casa de la infancia. Personal branding no va sobre marcas de otros sino sobre la suya propia. El arte de Artillo da esta vez la cara.
Personal branding es también el título de la serie que enseña en primicia en La Casarosa: una colección de ocho fotografías que reflexionan sobre esa dicotomía entre el arte y lo publicitario. Artillo fotografía a ocho modelos del apartado de new faces de una agencia madrileña, recorta sus caras y en su lugar compone un collage con bolsas de firmas de súper lujo. Sus rostros son así ocupados por Yves Saint Laurent Jimmy Choo, Valentino, Loewe, Channel... «Vivimos un momento en el que todos podemos tener una identidad on line mucho más aspiracional. Las marcas de lujo son la cabeza visible de un mundo exitoso a los ojos de la sociedad», reflexiona.
Ese suplantar las caras es una constante en su obra, una metáfora de esa búsqueda personal de la «identidad perdida» y recreada en muchos casos por la publicidad. Lo vuelve a hacer en otra pieza, en el que el rostro se sustituye por tres cristales con pinturas que se superponen.
Sus fotografías editoriales cumplen con su misión y está orgulloso de ellas, pero en el terreno personal le resultan «insuficiente». Por eso Artillo las saca de sus contextos y las transforma a su gusto. Lo hace con David, en el que indaga en la belleza oculta de los cuerpos perfectos de la moda descomponiendo la cara de un modelo 10. Y lo repite, por ejemplo, con una foto que hizo para el diseñador Six Lee: la imprime sobre un papel especial y usa su cara como lienzo. De nuevo, pincel, collage y fotografía para salvar la «melancolía artística» de sus trabajos publicitarios.
Esa dualidad le acompaña aquí... y en Hong-Kong. El malagueño inaugura el próximo mes una exposición en la ciudad china en las mismas fechas en las que una campaña para Izzue empapela con su firma las calles en vallas de hasta seis metros. ¿Arte o publicidad? En su caso, las dos.
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