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Paquirri pidió una vaso de agua para enjuagarse la boca antes de ser intervenido por el cirujano.

Paquirri, viaje a la gloria

El viernes hizo 30 años de que saliera del hotel Los Godos después de comer una tortilla y de ganar a su cuadrilla mil pesetas a las cartas. Nunca regresó

francisco apaolaza

Lunes, 29 de septiembre 2014, 01:25

Habitación trescientos siete. Hotel Los Godos de Pozoblanco, la capital de Los Pedroches, con cartelones de toros que jalonan todo el valle: Paquirri, El Soro, ... El Yiyo. En el cuarto cuelgan dos cortinas rojas a juego con las colchas de las dos camas. Todo lo llena una tensión invisible, como el parpadeo de un neón y la luz fría del otoño en Córdoba. A Paco Francisco Rivera, Paquirri (Zahara de los Atunes, 1948) no le gusta dormir solo y comparte el vacío de su habitación de torero con su hombre de confianza, Beca Belmonte. El BMW blanco que conduce su padre, Antonio Rivera, había llegado de madrugada: Despierta, Paco, ya estamos. Come como un enfermo: tortilla, taquitos de jamón, agua mineral y un café. Le levanta mil pelas a la cuadrilla a las cartas, ríe y farda de ello mientras Ramón Alvarado, su tío y mozo de espadas, posa sobre la silla de la habitación el traje de torear azul cobalto, la montera, las zapatillas, la camisa, el fajín, el chaleco y la taleguilla. Encima de la mesa, un sobre con un millón y medio de pesetas de 1984, el sueldo de la tarde. Una tarde más. La última. Ya vestido de luces llama tres veces a Isabel Pantoja, su mujer, y a media tarde sale el maestro del hotel en una furgoneta. Comienza un inesperado viaje a la gloria del toreo. En tierra deja tres hijos, dos que serán toreros hoy retirados y otro pequeño con siete meses, hoy DJ, y una viuda, germen del ditirambo rosa y a punto de entrar en la cárcel.

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