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María Donoso
Jueves, 23 de enero 2025
En la Universidad de Málaga, las cafeterías no son solo lugares donde se apacigua el hambre entre clases, sino escenarios donde los menús, los precios y las colas se convierten en una auténtica «batalla gastronómica universitaria». Entre bocados del pitufo mixto, platos de pasta y la esperada paella de los miércoles, los estudiantes exploran un intrincado recorrido de opciones gastronómicas.
Los pasillos de las facultades se llenan de opiniones que, como cuchillos, cortan en diversas direcciones. «A mí me gusta comer en la Facultad de Educación», afirma con seguridad Carlos García, estudiante de Ciencias del Deporte. Por otro lado, Ángela Luque, de Ciencias, prefiere la cafetería de su propia facultad, aunque confiesa que pese a la ampliación de un nuevo comedor «las mesas están demasiado pegadas por el poco espacio». Y es que, para los estudiantes de la UMA, no solo importa el menú, sino también la experiencia de poder sentarse, descansar y compartir ese momento de pausa en medio del día universitario.
El debate es más profundo de lo que parece y no todas las facultades consiguen llegar al estrado. Cada alumno defiende con vehemencia su preferida, pero los argumentos sobrepasan los gustos personales. Como señala José García, estudiante de Ciencias Ambientales, «el problema es que algunos menús son bastante raros, peculiares», mientras que otros, como Alfonso López, estudiante de Biología, se quejan de la falta de disponibilidad: «el problema a veces está en que no queda lo que quieres pedir, por la falta de cantidad».
Una selección variada, pero con límites
En cuanto a la oferta de menús y opciones, las cafeterías presentan una bandeja clásica: platos del día, combinaciones que van desde la pasta y las ensaladas, hasta el típico lomo con manteca, y como cierre unos profiteroles con chocolate que endulzan la rutina. No obstante, no son muchos los que consiguen el equilibrio en sus platos, ya que la escasez de opciones en algunas cafeterías para dietas específicas es una crítica frecuente según afirman los estudiantes. Cayetano Cano, estudiante de Ingeniería Informática, lamenta que «la variedad es bastante escasa en Ingeniería. Siempre es pasta, patatas o ensalada», pero confía en que «hay margen de mejora».
A pesar de todo, los precios no resultan ser un problema grave para el bolsillo de los jóvenes. En comparación con los menús fuera del campus, donde un almuerzo ronda los 10 euros, los 5'75 euros que cuesta el menú universitario compuesto por un primero, segundo y el postre son más que aceptables para los estudiantes. «Para ser un menú que te sirve para salir del paso, está bastante bien», comenta Eduardo Marín, estudiante de Filosofía, con gran pragmatismo.
Después de haber recorrido y probado los menús de siete facultades distintas, se encuentran varias diferencias. Para ello, un grupo de alumnos se ofreció a realizar una cata a ciegas. El objetivo era claro: decidir cuál ofrecía mejor relación calidad-precio. En este escenario, la Facultad de Derecho emerge como favorita entre el alumnado. En gran parte se debe gracias al esfuerzo diario de la encargada de facturación y gestión general de las cafeterías de Derecho e Ingeniería Industrial, Inma Ávila, quien destaca la frescura de sus productos: «Compramos diariamente, se fabrica todo diariamente. Hoy no se hace nada de comida que sea para mañana». Además, la filosofía de Inma Ávila va más allá de servir comida: busca apoyar a los productores locales de Málaga, para ofrecer una experiencia lo más casera posible a los estudiantes.
Los platos de la cafetería de Derecho no solo llenan bien el estómago, sino que satisfacen el bolsillo. Paula Deza, estudiante de Derecho y ADE, asegura que «por las cantidades que te ponen, pagar el precio que estamos pagando sí vale la pena, porque el menú llena». Por otro lado, Juan Elías Soto, estudiante de Matemáticas, a pesar de elogiar la comida de Ciencias, como Paula, destaca las generosas raciones de la cafetería de Derecho: «Yo elijo Derecho, sobre todo por las raciones que son mucho más grandes que en otras facultades».
Un veredicto flexible
El éxito no se mide solo en la calidad de los ingredientes o en el tamaño de los platos. Hay también aspectos logísticos que necesitan atención y sugerencias de los estudiantes que se deben tener en consideración. Las largas colas y el tiempo de espera son una constante que desespera, según afirman los alumnos entrevistados. Juan Robles, estudiante de Matemáticas e Informática, reconoce que «la espera a veces es muy tediosa», y añade, como sugerencia muy aclamada, que incluyan la bebida en el precio, «dos euros por una Coca-Cola te echa para atrás».
Aunque parece que la Facultad de Derecho lleva la delantera en la oferta culinaria universitaria, la decisión final sigue siendo un debate abierto, día tras día, entre los universitarios. Cada cafetería tiene su propia clientela fiel y sus características únicas, por lo que, al final, cada estudiante elegirá la que mejor se adapte a sus gustos y necesidades.
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